viernes, 6 de febrero de 2015

DIEGO VAYA. CIRCUITO CERRADO


Circuito cerrado
Diego Vaya
Editorial La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014
 

CIRCUITO CERRADO
 
   El activo taller de Diego Vaya (Sevilla, 1980) integra, hasta la fecha, los poemarios Las sombras del agua, Un canto a ras de tierra y El libro del viento, tres salidas secuenciadas en un escueto paréntesis temporal. Poco después, el poeta se desdobla en narrador con dos incursiones en la novela, Irma la estrecha no quiere mi amor y Medea en los infiernos. El sevillano además, ha prodigado colaboraciones críticas en varias publicaciones, digitales y en papel.
   En el mencionado itinerario poético se aprecia una disposición indagatoria y una renuncia explícita al sedentarismo formal o a la conformidad con los aciertos. Lo mudable es para Diego Vaya una metáfora activa. Cada salida acumula referentes nuevos e incorpora procedimientos y campos semánticos que integren, en palabras del autor, “ideas, ritmo, significatividad y emotividad”. Ya en el último tramo de 2014, retorna a la senda versal con Circuito cerrado, una compilación de poemas incorporada a la colección Tierra, de La Isla de Siltolá. 
   Esta transición entre la prosa y la poesía toma cuerpo en el poemario. El enfoque versal es narrativo, próximo a la oralidad directa de lo autobiográfico. Se constata desde el poema inicial: “La mañana de todas las mañanas, / por una carretera, hacia un lugar de nadie, / conduzco como si me hubiera despertado / en un mundo que no fuera el mío, / conduzco como si no me reconociesra en el tiempo y la vida/ que han huído de mí. Conduzco / aferrado al volante / como si el alma fuese un sueño que se caba con el cuerpo.”
  Asistimos a un avance secuencial cinematográfico. Los poemas aparecen como fragmentos complementarios que dibujan, al mismo tiempo, los elementos sumativos del entorno y la sensibilidad de un estado de ánimo. Se describe la realidad con los trazos ajados del desgaste y en ella sobrevuela una manera de estar que cobija lo umbrío, un escepticismo existencial y nihilista que marca una cronología transitoria y cambiante.
   La contrafigura poética personifica el aislamiento, su dermis trasmite la orfandad de quien se dirige, con paso titubeantes, hacia un destino velado: “ Por eso voy de un sitio a otro de ese modo, / cansado de las mismas sensaciones, / siempre de un sitio a otro, sin descanso, / la ráfaga fugaz de lo que soy / que intenta respirar en una bolsa.” Ese estar en el camino persiste en el siguiente apartado, “Domingo americano”, título que parece un guiño expresionista a las voces de la generación beat  y a los modos escriturales de Raymond Carver y a otros protagonistas del realismo sucio y su prosaísmo intimista.
   En los versos de Circuito cerrado  cobra fuerza un acercamiento a lo cotidiano con el encuadre preciso de una fotografía. Imágenes figurativas que trazan los rasgos de un tiempo sin cortafuegos, proclive a la ceniza, hecho de soledad e incertidumbre.










6 comentarios:

  1. Me gustan los versos que trascribes.

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    1. Son directos y expresivos, hechos con la escritura despojada de quien busca la esencia alrededor. Es una poesía narrativa que te gustará. Un fuerte abrazo y, como siempre, gracias por tu afecto próximo.

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  2. Otra interesantísima recomendación por lo que leo...
    Me ha llamado la atención eso de un "avance secuencial cinematográfico", entiendo que deben ser poemas con unas imágenes muy potentes pero cotidianas no, José Luis? , me pregunto qué sentido del ritmo tendrán estos poemas...
    Gracias por compartir y reseñarnos tan bien!
    Saludos de viernes!
    Sandra Sánchez.

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    1. Ya es una costumbre muy grata, abrir lo cotidiano con tus palabras de ánimo. Me alegra saber que, en el amplio panorama de la poesía contemporánea, estás descubriendo sendas nuevas. Un abrazo enorme.

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  3. Como siempre llego algo tarde a las entradas de tu blog. De nuevo otra reseña hace que despierte en mí la curiosidad por un nuevo poeta. Gracias Jose Luis. Un abrazo

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    1. Sorprende el vitalismo creador de las últimas hornadas y su prematura madurez. No llegas tarde, Carmela, es imposible abarcar todo. Cada uno de nosotros cobija en sus ojos un puñado de lecturas y nos perdemos en un panorama tan extenso. El catálogo de la Isla de Siltolá sigue apostando por nombres emergentes. Ahí está Diego Vaya, poeta y novelista. Abrazos.

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