miércoles, 9 de marzo de 2011

EL TIEMPO EN ANTONIO MACHADO

                  
En el inestable circuito del tiempo
Francisco Caudet
Cátedra, Madrid,  2009

   Una definición de la poesía como “palabra en el tiempo” se ha convertido en cita reiterada del pensamiento estético de Antonio Machado. La cuidada edición de Francisco Caudet vuelve a reflexionar sobre el devenir lírico del poeta; es verdad que todos vemos desde un lugar y un tiempo y ese contexto se percibe en el signo diferenciado y heterogéneo de cada creador, aunque también sean compartidos el enfoque fragmentario y el relativismo. En la interminable sucesión de causas y efectos, el pensamiento especula y busca coordenadas situacionales que le permitan trazar un comportamiento ético y un pautado cumplimiento del destino individual.
   Caudet inicia su estudio con un somero recorrido biográfico, desde el alba en Sevilla hasta los avatares existenciales como profesor en diferentes ciudades de Castilla y el sombrío apagamiento en Colliure, a los pocos días de cruzar la frontera, tras la debacle de la II República. También explora las pautas de cada entrega poética. Soledades, el primer fruto, aparece en 1903 y se amplía cuatro años más tarde con nuevas composiciones en las que percibimos la influencia simbolista de Verlaine y el quehacer modernista de Rubén Darío. La visión lírica de Soledades irá mudando, en busca de una expresión más luminosa y esencial, aunque la senda de Antonio Machado protagoniza una evolución sin saltos significativos ni grandes rupturas. Temas y obsesiones se repiten: el paisaje castellano, la herida del tiempo, la introspección, el amor o la existencia cotidiana son los argumentos textuales que casi siempre encuentran una expresión diáfana, sin la retórica hueca de lo innecesario.
   La inicial vertiente simbolista deriva hacia un lenguaje  intimista que acoge indicios emotivos del sujeto porque la poesía no es un muestrario de fórmulas dogmáticas ornamentada con imágenes brillantes sino un proceso vivo de la actividad intelectiva ubicada en un entorno.
   Una de las tareas es el reordenar la propia obra, aunque sin el empeño obsesivo de Juan Ramón Jiménez; lo hace en la segunda edición de Soledades y en las entregas de Campos de Castilla y Nuevas canciones como si continuamente estuviese atento al sentido último de la realidad; el cambio es un modo de profundizar y entender.
   La obra de Antonio Machado reflexiona sobre la experiencia de la temporalidad; es un diálogo abierto en el que aflora la condición vulnerable de cualquier ser humano, esa fecha de caducidad que marca siempre nuestros pasos y ese modo de ser que recomienda que todo es nada. Hay que ser coherente con el propio destino y caminar ligero de equipaje.

                                                             

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