lunes, 27 de febrero de 2012

TED KOOSER. DELICIAS Y SOMBRAS.

Delicias y sombras
Ted Kooser
Traducción de Hilario Barrero
Pre-Textos, Valencia, 2009

   Logros y decepciones son campos conceptuales que polarizan el discurrir diario; cada destino individual moldea una azarosa combinación de éxitos y carencias y en esa asimetría de lo humano indaga buena parte de la poesía de Ted Kooser.
   Profesor universitario y escritor de amplio recorrido, Ted Kooser (Ames, Iowa, 1939) consiguió con Delicias y sombras el premio Pulitzer en 2005. La versión al castellano de Hilario Barrero, quien vive y ejerce la docencia en Nueva York desde 1978, permite disfrutar con conocimiento de causa –es traductor habitual de poetas americanos- del universo de un poeta con reconocible sensibilidad creadora.
   El libro aglutina más de setenta composiciones distribuidas en cuatro apartados con un similar aliento tonal y un uso mantenido del verso libre que acoge una dicción lírica coloquial. Kooser siempre da prioridad al quehacer comunicativo, a la ajustada sencillez que propone un diálogo al paso con el lector. Esa arquitectura diáfana no prescinde de la búsqueda y emplea metáforas y comparaciones de gran fuerza expresiva que refuerzan el logro poemático.
   El yo lírico multiplica su estar y puebla ángulos diversos: el ser singular y en primera persona comparte motivos con el plural o busca, en muchos casos, la objetividad del narrador omnisciente que testimonia una secuencia, como si fuera espectador. Este modo de contar es el más empleado en la primera sección, con composiciones muy representativas, como “Tatuaje”, “En la sala de Oncología” o  “Los viejos”.
   En el apartado “los pintores de porcelana” las composiciones son más descriptivas. Incluso se llega a emplear en algún caso la prosa poética, como en “Cueva de hielo”, un poema que dibuja formas convivenciales de un entorno rural en el que la naturaleza cobra una mayor presencia con sus ciclos activos y perseverantes. Este sustrato temático también aflora en la tercera sección “Pescando mojarras desde la orilla”. Allí hay poemas pictóricos que transforman la descripción de un cuadro en un sugerente relato de posibilidades, donde lo que acontece tiene menos importancia que lo que se intuye en la umbría del fondo.
   Una de las señas de Kooser es su tendencia a recuperar el perfil de un tiempo histórico concreto, la escritura de una crónica de costumbres que van languideciendo en la marea de los años y que dejan sus reconocibles indicios en la memoria. Así, la vieja vajilla, la máquina de coser Singer, el tarro de los botones, el aparato de radio Zenith, la loción paterna Old Spice, los sabores de una gastronomía casera y familiar y sobre todo el estar presente de protagonistas que muestran su fragilidad al cauce  abierto de los temporal, como en el poema “Pearl”, donde el acierto poético es máximo, con un cierre memorable: “ Y solté mi mano de la de ella y le dije adiós / y la puerta se cerró, y detrás del encaje / los otros salieron de entre los haces de luz / y tornaron a su inventario, tocando / la cuchara que yo había usado y restándola / de la suma de cucharas en el cajón de la cocina “.
El discurso lírico de Ted Kooser tiene la convicción de la sencillez. Su voz suena a la del eventual compañero de viaje que comparte confidencias con un lenguaje nada forzado y exento de recovecos teóricos. Los argumentos muestran las ambigüedades de lo real, esos perfiles evasivos que modifican el transcurso de lo cotidiano y se escamotean en la contemplación directa.

miércoles, 22 de febrero de 2012

CERCA DEL MAR



Cerca del mar todo se borra, salvo el silencio roto y el efecto emocional de la contemplación.

La orfandad del solitario es el epitelio de la ternura.

Me dispongo a escuchar. El ruido de las palabras hilvana preguntas que confirman la falta de respuestas. Después habla el silencio y hay una extraña sensación inmóvil.

Cuando despierto regreso de un oasis que no existe. Entre mis manos deja un puñado de arena.

En la madurez hay una escisión existencial entre voluntad y pensamiento. Renovar actos exige cada vez un esfuerzo distinto.

Lo cotidiano teje situaciones sorprendentes y contradictorias que sólo en el imaginario acertamos a describir.

                                              ( Aforismos de Mejores días, Mérida, 2009)

sábado, 18 de febrero de 2012

PROVERBIOS Y CANTARES DE ANTONIO MACHADO.

                                    ( Busto de Antonio Machado, realizado por el escultor
                                      Emiliano Barral. Patio de la Casa-Museo, Segovia)

En Proverbios y cantares encontramos al poeta moralista, a la voz reflexiva que alcanza su perfil más definido en el ideario ético de Juan de Mairena. El yo de Campos de Castilla (1912) difunde en esa sección sus concordancias y disonancias consigo mismo y con el entorno cercano, airea preocupaciones y vuelve la vista hacia los rasgos comunes de un ser colectivo que se expresa a través de la oralidad popular, el romancero y la fértil tradición rural de consejas y refranes. Cada poema es síntesis, esqueje filosófico, esperanza y escepticismo en la pautada senda que nos tiende la realidad.
La temática de Proverbios y cantares aglutina los temas más sugerentes de la existencia, los de mayor calado: el amor y la muerte, el conocimiento de lo real, los puentes trazados entre el yo y los otros y una completa muestra de sentimientos y percepciones. También el paisaje, el yermo horizonte de Castilla, reflejo de aspereza, silencio y austeridad.
El hombre real, el que piensa y vive, tiene su reflejo especular en la identidad onírica, en ese ser atemporal que protagoniza los sueños y del que se van a nutrir algunas parábolas de Antonio Machado.
Todavía los Proverbios y cantares suenan a interrogantes de cada día, evidencian las incertidumbres del existir y el contorno difuso de un mañana efímero al que calienta un sol de invierno: " Es mediodía. Un parque. / Invierno. Blancas sendas; / simétricos montículos / y ramas esqueléticas. / Bajo el invernadero, / naranjos en maceta, /y en su tonel, pintado / de verde, la palmera. / Un viejecillo dice, / para su capa vieja: / "El sol, esta hermosura / de sol...". Los niños juegan ".


 

jueves, 16 de febrero de 2012

UN PERSONAJE DE J. M. COETZEE.

Desgracia
J. M. Coetzee
Mondadori, 2000

   De todo el corpus narrativo de  J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940), releo por tercera vez Desgracia, una obra editada en 1999 y publicada en España por Mondadori al año siguiente. Mi preferencia se basa en la entidad de su personaje principal, David Lurie.
   Es un profesor, sin vocación, que ejerce la docencia en Ciudad del Cabo, mientras pospone algunos trabajos de investigación sobre ópera y poesía que pudieran dar a su tedio vital una claridad nueva. Su intuición intelectual no responde y el fracaso de sus dos matrimonios lo ha convertido en un ser solitario y sin expectativas que rompe ocasionalmente el aislamiento con prostitutas y romances esporádicos, sólo impulsados por la fisiología. La relación con una de sus alumnas concluye con el escándalo que provoca la pérdida de su trabajo y la repulsa colectiva. David Lurie no aporta argumentos ni justificaciones, se encierra en un mutismo ególatra y la única salida es el abandono del centro, primero y de la ciudad, más tarde. Lo acepta sin más; el análisis de conciencia le parece un asunto íntimo y no está dispuesto a compartirlo públicamente; tampoco muestra interés por reeducarse y no ha tenido reparo en reconocerse culpable.
   Esa huida propicia el reencuentro con su hija Lucy. También ella tiene una personalidad singular. Lucha por sobrevivir en un hábitat rural de extrema pobreza, laborando la tierra y en un entorno peligroso para una mujer sola. En esa visita se produce el acontecimiento más convulsivo de la novela, una circunstancia que deja huella profunda en cada uno de los dos y que aleja definitivamente a David de su hija.
  Otra vez regresa para encontrarse que nada ha cambiado y que para su antiguo núcleo social, moralista y cínico, sigue siendo un proscrito.
   El otro protagonista principal del libro de Coetzee es Sudáfrica; el país que ha superado la segregación se ve envuelto en un proceso de cambio y mutación que alienta la violencia y el resentimiento, que retrata un colectivo sin valores éticos, primitivo y expuesto a la venganza. En la geografía de Sudáfrica florece la contradicción, como si no se hubiese superado el conflicto de civilizaciones del apartheid que tantos años mantuvo la minoría blanca. La llegada en 1994 de Nelson Mandela al poder abre un tiempo de transición, lleno de claroscuros, con un tejido social descuartizado. En esa etapa -1995-1999- se estructura la cronología de esta novela.
   Desgracia, como casi toda la narrativa del  Premio Nobel de 2003, atenaza porque se construye a partir de la inquietud que tiene el fondo de cualquier existencia; todos somos barro, finito, limitado y el conocimiento de la propia identidad nos depara una angustia incurable, un caminar a la deriva, un esforzado proceso de búsqueda del sentido vital.

martes, 14 de febrero de 2012

ENCUENTRO UN BESO CUBIERTO DE ROCÍO


Encuentro un beso cubierto de rocío

                  Sentí de nuevo el sueño, la locura
                  y el error de estar vivo.
                                         LUIS CERNUDA

La última madrugada
alguien olvidó un beso sobre el césped
y amaneció cubierto de rocío.
Seguramente cayó de un labio núbil,
envuelto entre jadeos,
y no pudo fulgir su transparencia.
Un destello de sol
-certera puntería-
lo acercó esta mañana hasta mis ojos
y, como en aquel cuento
con que mi madre sueño me compraba,
quise ponerlo encima de tu boca,
ver si tenía etiqueta conocida;
y todo el día alboroté la sangre,
sentí de nuevo el ansia,
el error de estar vivo,
y anduve complacido, removiendo recuerdos.

Cínicas, las estatuas
prejuzgaban banales mis esfuerzos:
la ilusión se conforma con sisar al olvido
un pedazo de tiempo
y disecarlo, inocuo, en la memoria.

             (Del libro Rotonda con estatuas, Madrid, 1990)

domingo, 12 de febrero de 2012

ANTONIO MACHADO EN SEGOVIA.


   Destinado como profesor de francés en un instituto, Antonio Machado llega a Segovia el 25 de noviembre de 1919. Se aloja en una modesta pensión de la calle de los Desamparados, ahora convertida en Casa-Museo. Hoy recorro sus habitaciones. Preservan un aliento de época. Antes de adentrarme en la casa, he realizado fotos del busto del poeta esculpido por  Emiliano Barral y he conversado largamente con César, quien regenta la pequeña librería de viejo del patio, donde he comprado algunos ejemplares de revistas y títulos que ya tengo y que regalaré a mis hijas.
  La visita guida se inicia en el pasillo, donde están las fotos de la patrona, María Luisa Torrego, quien mira a la cámara con el orgullo de cumplir las normas de la hospitalidad con huésped tan ilustre. Cerca de allí, la cocina despliega un inventario de cachivaches domésticos que se completan con la inefable máquina Singer; signos de un estar en el que las amas de casa consumían su tiempo entre labores. En la alacena, de suelos rojizos, la aceitera, los cántaros, la caja metálica para cobijar las galletas… detalles de un ambiente muy similar en casi todas las casas castellanas.
   En el salón, con amplia mesa y ventana despejada, se celebraban las tertulias o se esperaba con resignación el escueto refrigerio; no eran días para el agasajo.
   Se cuelgan fotos de la hermosa Leonor y del poeta, la partida de matrimonio, portadas de periódicos de la época donde colaboraba, e imágenes de los acontecimientos que saludaron la llegada de la segunda república. También primeras ediciones y algunas estanterías con libros.
   La más entrañable pieza del museo es la habitación de Don Antonio: amplia cama de cabezal metálico, mesa camilla, alacena y espejo donde todavía se contempla la sombra del poeta. Empieza a anochecer cuando abandono la casa. En mis manos los nuevos libros. Abro Proverbios y cantares: "...-¿Mas el arte?.../ -Es puro juego, / que es igual que pura vida , / que es igual a puro fuego. / Veréis el ascua encendida ".

miércoles, 8 de febrero de 2012

INMA CHACÓN: TIEMPO DE ARENA.


Tiempo de arena
Inma Chacón
Planeta, Barcelona, 2011

   Inma Chacón abre Tiempo de arena, obra finalista del Premio Planeta 2011, con una cita de Joseph Conrad, un autor emblemático de la novela de personajes. Inma Chacón comparte con Conrad la prosa limpia y clara, la historia como telón escénico y la trama con abundantes ramificaciones y mínimos tiempos muertos, donde los protagonistas deben adaptarse a situaciones ambientales novedosas. Así ocurría en Las filipinianas, que es el vivero de identidades de Tiempo de arena.
   Toda realidad resulta superficial y engañosa; bajo su aparente calma oculta claves y secretos. La muerte de Xisca, la hija de Mariana, primogénita y heredera del marquesado de Sotoñal, a los veintinueve años, enferma de tuberculosis, plantea un interrogante que condicionará el posterior comportamiento de sus tías, Munda y Alejandra. Pero la narración emplea dos tiempos, el orden cronológico natural del presente y el salto atrás al pasado, el recurso a la analepsis que ralentiza el hilo argumental y clarifica los hechos. De la inmersión en el ayer nace el regreso de la familia a Toledo, tras la muerte del marqués, y el abandono de una larga historia de acontecimientos en Alejandría y luego en Filipinas, una colonia convertida en fermento revolucionario independentista que acaba en manos de Estados Unidos, tras el desmembramiento del imperio colonial español.
   Los verdaderos protagonistas de la novela son las tres hermanas. De ellas Mariana y Munda representan dos actitudes vitales enfrentadas. Mariana, la mayor, asume la tradición más estricta en una sociedad de clases; cree en la diferencia y en el privilegio y busca el apoyo de una jerarquía eclesiástica que bendice el poder y la riqueza y pide resignación a los desfavorecidos que sólo tienen derecho a la caridad y a la beneficencia; no deja que los sentimientos influyan en sus decisiones y siempre ejerce un dominio frío y controlado sobre sí misma. Munda, en cambio, opta por la libertad de ser, cree en la dignidad femenina y en los derechos de la mujer para ser autónoma y para adquirir un acervo intelectual que demuestre que la debilidad no es una razón de ser sino un lastre cultural.
   El choque entre ambas concepciones sociales es inevitable y el distanciamiento propicia vidas enfrentadas y rupturas de puentes comunicativos que afectan también a Alejandra, la hermana más pequeña, influida por la personalidad de Munda y por las ideas de Inés, una masona viuda que le inculta una inquietud intelectual que le lleva hasta la universidad para cursar la carrera de leyes.
   Como sucediera en Las filipinianas hay un fondo histórico realista que concede a la novela carácter de crónica de principios de siglo, cuando el país atraviesa una crisis sin precedentes que afecta a la monarquía, al sistema de partidos y a la concepción misma del hecho social por los movimientos obreros y por las primeras luchas emancipatorias de la mujer.
   En la estela realista de ficciones anteriores Tiempo de arena logra un detallado contrapunto ambiental que rememora la decadencia de una sociedad jerárquica a través de una saga familiar en la que languidecen usos y costumbres estamentales. En su resolución argumental adquiere primacía la profundidad moral de sujetos de acertada caracterización.   

domingo, 5 de febrero de 2012

WISLAWA SZYMBORSKA. DESDE AQUÍ.


   La muerte de Wislawa Szymborska, el primer día de febrero, me lleva a recuperar en mis estantes su último libro, Aquí, un poemario traducido por Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, en 2009, incluido en el imprescindible catálogo de poesía contemporánea de la editorial Bartleby.
   El preciso enunciado, Aquí, sugiere inmediatez y refugio próximo; son cualidades que la poeta polaca, ganadora del Premio Nobel en 1996, hace suyas desde la amanecida de su quehacer literario, porque todos los textos de Wislawa Szymborska se formulan en un tono intimista, como quien comparte una contingencia o un pormenor vivencial, como quien define pensamientos al alcance de cualquier usuario, sin el clasicismo elitista de la reflexión filosófica y sin la formulación calculada del lenguaje científico.
   El devenir concede los instrumentos necesarios para entender lo que nos rodea, ya sea un asunto doméstico o las características generales de nuestro planeta: “La vida en la tierra sale bastante barata. / Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. / Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. / Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo. “
   El sistema de ideas parece haber sido dictado para vivir sin pretensiones, como si el mensaje directo, nítido y certero sortease cualquier circunloquios y eligiera siempre la línea recta. Tan modesto aderezo nos convence de inmediato de su pertinencia y además nos asegura que lo genial pertenece a otra voz porque quien nos habla tiene nuestras limitaciones y el mismo riesgo de que una buena razón se vaya diluyendo sin remedio por nuestra torpeza.
   Los poemas de Wislawa Szymborska dejan sitio a una amplia gama de recursos expresivos, como la personificación o el desdoblamiento de la identidad y nada le es ajeno. Despierta, por ejemplo, una complicidad inmediata su incursión en el microcosmos, ese mundo invisible que pudiera tener su peculiar sociedad organizativa y que en su mínima existencia es capaz de condicionar múltiples existencias de seres superiores.
   Los misterios de lo cotidiano son tratados desde el coloquialismo y la sencillez; sólo así se plasman en sus textos pensamientos y versos inolvidables, como los del poema "Divorcio":

Divorcio:

Para los niños el primer fin del mundo de su vida.
Para el gato un nuevo dueño.
Para el perro una dueña nueva.
Para los muebles escaleras, golpes, carga, descarga.
Para las paredes claros cuadrados tras los cuadros descolgados.
Para los vecinos de la planta baja un tema, una pausa en el hastío.
Para el coche mejor que fueran dos.
Para las novelas, la poesía -de acuerdo, llévate lo que quieras.
Peor para la enciclopedia y para el video,
ah, y para el manual de ortografía,
donde tal vez se explique el tema de los dos nombres:
si todavía unirlos por la conjunción "y",
o ya separarlos por un punto.

(Del libro Aquí, Bartleby editores, Madrid, 2009,
traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano)

jueves, 2 de febrero de 2012

FERNANDO IWASAKI: RESCATES.

Navokovia peruviana
Fernando Iwasaki Cauti
La isla de Siltolá, Sevilla, 2011

   Hay libros que nacen desde la dispersión y sin embargo muestran una coherencia orgánica, un material dispuesto para construir un paisaje cultural. El enunciado Nabokovia peruviana se inspira en los procedimientos utilizados en la catalogación de lepidópteros y empareja dos debilidades del narrador y ensayista Fernando Iwasaki (Lima, 1961): la admiración por el itinerario creador de Nabokov y el sentimiento de pertenencia al mapa intelectual del Perú, lo que fomenta el interés por los meandros de una tradición localista.
  El conjunto aglutina, como especifica la coda bibliográfica, una docena de ensayos breves que halló sitio en la efímera página de revistas y periódicos; los textos nacieron con el propósito de descubrir con claridad la presencia en el acontecer literario hispano y europeo de escritores de la otra orilla que, impulsados por su afán vocacional, abandonaron su tierra para buscar nuevos espacios. Con frecuencia, como sucede en todas las tradiciones literarias, su camino vital sugiere un protagonismo anecdótico, lejos del sillón solemne de los manuales. Son siluetas tenues que duermen en las estanterías, exiliadas de la actualidad, arrinconadas en un párrafo breve, como si hubieran asumido con serenidad su condición de secundarios.
   La serie “Peruanos en la memoria”, difundida por el periódico El Comercio, explora páginas de Rafael Cansinos-Asséns, César González Ruano y Ramón Gómez de la Serna, verdaderos protagonistas de un periodo abrumado por las etiquetas del modernismo y las vanguardias. Su legado fue enaltecido por escritores de la talla de Jorge Luis Borges, que hizo de Cansinos-Asséns un predecesor.
   Iwasaki explora la referencia y desengrasa el párrafo que en unas pocas líneas dibuja el retrato de un autor. Así descubre en las páginas de Cansinos-Asséns al poeta José Santos Chocano, al dramaturgo y escritor de novelas eróticas Felipe Sassone, a Félix del Valle y a Manuel Bedoya. En la memoria literaria de César González Ruano habitan los hermanos Xavier y Pablo Abril de Vivero, vagas alusiones a la novelista Rosa Arciniega, Ventura García Calderón y el poeta Alberto Guillén, un experto inventor de malevolencias sobre sus compañeros de profesión. También asoman otros peruanos transterrados como Héctor Belarde, los hermanos Clemente y Angélica Palma y el perfil de César Vallejo, uno de los pocos paisanos cuya obra no duerme el sueño de la melancolía ante la ausencia de lectores.
   El buen gusto editor de La Isla de Siltolá permite disfrutar de las ilustraciones en blanco y negro de Marle Cordero, pintora y restauradora de arte, que sirven de pórtico a cada uno de los textos.
   Tan enaltecida en el ahora por la concesión del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, la literatura peruana cuenta en nuestro país con un aplicado valedor. Fernando Iwasaki rescata de la sombra itinerarios biográficos y episodios menores de la literatura que a través de su prosa recuperan el vitalismo y vuelven a la calle para dejar el tiempo sosegado de las librerías de viejo.