viernes, 27 de abril de 2012

JESÚS APARICIO GONZÁLEZ. AL SOL DE MEDIODÍA..

La papelera de Pessoa
La luz sobre el almendro
Jesús Aparicio González
Libros del Aire, Madrid, 2012

En la amanecida de los años ochenta, cuando languidecían la década novísima y el esteticismo, aparece Poemas como pasos,  presentación lírica de Jesús Aparicio González (Brihuega, Guadalajara, 1961). El libro recupera resonancias del paisajismo machadiano y abre una trayectoria de siete poemarios, integrada en una tradición meditativa que ahora prosigue en el volumen doble, La papelera de Pessoa y La luz sobre el almendro.
   Aunque se muestran juntos, pertenecen a dos etapas de escritura. La papelera de Pessoa coincide con el arranque del 2000. Estamos ante una colección poemática hecha desde la introspección. Los poemas aglutinan palabras en vela que definen al yo como sujeto dubitativo que busca su verdad y afronta los espejos de la soledad y “No sabe nada, cree / que es un hombre olvidado de los otros hombres / y a quien le faltan dedos de sabia mentirosa / altanera, egoísta y agresiva / para ser de este mundo”. El tránsito vivencial se va gestando entre la esperanza y la decepción, percibiendo ciclos estacionales como signos de vida y compañía, sintiendo en su piel el roce y la erosión de los años.
  En la pautada evolución personal, La luz sobre el almendro es un libro de madurez. Su título evoca un reflejo sensorial, un detalle pictórico, que deja un poso de quietud en la huella fugaz de lo que huye. Imaginaciones, sueños y olvidos conviven detrás de cada verso; las palabras son luz y clarifican. En la entrada del poemario es obligado recordar aquella atmósfera creada por el libro de Claudio Rodríguez Don de la ebriedad, con el que hay una convergencia notable al asumir la epifanía de una claridad gozosa y matinal que da sentido al ser: “El primer sol te sienta en sus rodillas, / te ofrece su leche recién cantada / y hace andar a tus ojos”. Uno de los momentos culminantes se logra en el poema “Una casa sin sombra”, donde el yo poemático reivindica el ahora, aunque sea asentamiento transitorio, frente al azaroso espejismo del futuro. Concluye con estos versos: “Nada tengo que ver con su mañana de pájaros vacíos. / Hoy devoro mi fruta más madura / como si fuera el último azúcar / que llegara a mis labios “.
   La temática metaliteraria aporta el esfuerzo del yo verbal para conexionar escritura y realidad. De ese enlace surge la necesidad de adaptarse a la contingencia del devenir; las cosas van desvelando su interior, nos enseñan a crecer, abren los sentidos y se convierten en cuartillas futuras que son simples destellos que iluminan la contemplación del pasado.
   Serena e intimista, la obra poética de Jesús Aparicio González elige como veta central el misterio de lo cotidiano. Y lo hace desde la sencillez, huyendo de lo vistoso, depurando la voz en una permanente búsqueda de lo esencial. Este libro doble pone de relieve la fidelidad a un estilo y la persistencia de unas inquietudes éticas y estéticas. Versos donde la evocación sondea el tiempo, la mutabilidad de las cosas y el acontecer de la vida. Poemas que buscan la tibieza del sol a mediodía.

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