miércoles, 13 de noviembre de 2013

JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN. LÍNEA ROJA.

Línea roja
José Luis García Martín
Impronta, Gijón, 2013
 

RECUENTO

   Aunque parezca una definición pretenciosa, un crítico es sobre todo un lector activo en confrontación con la mala literatura. En esa tarea consume  “muchas horas libres” el incansable José Luis García Martín, poeta, profesor universitario, traductor, antólogo, conferenciante, viajero y escritor de diarios. Sobre la personalidad del extremeño asturiano han hecho fortuna unos cuantos clichés que yo no voy a repetir pero que justifican el umbral de ironía que abre Línea roja. Las anotaciones iniciales son unas instrucciones de uso, una especie de brújula manejable que oriente al despistado lector. Son pautas literarias con mensaje para los habituales seguidores del escritor, entre los que me cuento; y consiguen arrancar la lectura con la sonrisa puesta, un buen comienzo.
   Resulta de interés sondear las connotaciones de un título proclive a varias interpretaciones: la línea roja es aquella frontera por detrás de la cual varían las condiciones de seguridad; a los sesenta años el autor se siente en el tramo final de la madurez y en los albores de la senectud, donde  la erosión y el desgaste se acentúan y la fisiología muestra las primeras carencias. El titulo sugiere además que el diario, propuesta escrita para recorrer en compañía un paisaje interior, no cruzará nunca la línea roja de la confidencia personal. Las minucias de lo privado son asuntos que a nadie interesan sino al sujeto.
   Hallamos en la estructura textual de este diario casi todo lo que las expectativas demandan: las preferencias sobre libros leídos, los argumentos rutinarios de una identidad encaramada al punto de observación de la experiencia, la particular arquitectura de los lugares de paso, aunque el poeta sabe que “la mejor manera de viajar es soñar el viaje que nunca se ha hecho” y la nutrida crónica de sucesos del presente, un tiempo que tiene una manifiesta inclinación a la paradoja. Hay también borradores del taller, haikus y aforismos que aluden al gusto por  la concisión y por la frase que condensa una reflexión ética o un juicio crítico, más o menos lapidario. Muy fugazmente aparecen esas estelas de ingenio, tan jaleadas como actos de independencia estética: las chispas sobre nombres propios que son opiniones, casi ponderadas y ecuánimes, que traspapelaron la intemperancia.
  Ya se ha dicho, del diario íntimo como exposición confidencial de una existencia concreta queda poco. Las bóvedas interiores permanecen bajo cubierta porque en el itinerario de Línea roja el yo es un personaje más, tratado con pretensiones de objetividad, aunque el velado discurso confesional tenga continuidad con anteriores entregas autobiográficas.
  Tras la lectura, queda la certeza de que, en el itinerario creador de José Luis García Martín, la autobiografía no es un género menor, una actividad intermedia entre la poesía y la crítica, sino una mañana limpia, el azul intacto de la buena literatura. 

4 comentarios:

  1. No lo he leído aún. Hace tiempo que no me paso por las librerías donde pueden tenerlo y García Martín ya no me manda nada de lo que publica. Buena reseña, José Luis. Un beso fuerte.

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    1. Pues es mero despiste porque José Luis García Martín te quiere muchísimo, sabe que eres una amiga entrañable y sabe también que eres muy buena lectora. Así que seguro que el envío está al caer.
      Un fuerte abrazo, Herme, tienes el secreto encanto de quien siempre prodiga alrededor buenas vibraciones. Sin ti la literatura no sería.

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  2. Respuestas
    1. Los títulos se acumulan en la mesa y cada uno de nosotros tiene su propio ritmo lector. Yo no sé vivir sin leer y José Luis García martín es una garantía de buena literatura.
      Abrazos.

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