martes, 31 de diciembre de 2013

DOCE UVAS (CON AFORISMO DENTRO)



DOCE UVAS (CON AFORISMO DENTRO) 
 
                                                              A los que siempre están
 
Hoy la realidad parece un decorado a punto de desmontarse.

Restos de soldadura entre el aparejo formal de los afectos.

El sitio equivocado, monótono y perseverante escenario.

En los espejos ajenos, la trama del yo se bifurca.

Descifro crucigramas y hay huecos que nunca relleno con la palabra justa.

Plenitud a medio camino, entre el ser y la nada.

Si pides un favor, las aguas del futuro se enturbian.

Cuando estoy solo, hablo demasiado. Callo, cuando estoy con los demás.

El desánimo crece, como una observación hecha al descuido.

 Hable de lo que hable, el pesimismo asevera: “de mal en peor”

 Según todos los indicios, tampoco.

Como en el western. El tiempo desenfunda el colt y muere el día, el mes, el año. Luego sopla, al modo de Clint Eastwood, el hilillo de humo.
 
 
PD.- Este blog cumple hoy tres años de vida, desde que se pusiese en marcha el 31 de diciembre de 2010. Lo hizo posible Elena Muñoz, a quien reitero mi gratitud desde aquí, y ha cuidado su formato con morosa continuidad Javier Cabañero, siempre entrañable.
   Lo mejor del blog es ese puente de papel que establece con los lectores, algunos incansables y generosos en sus comentarios.
   Los seguidores ponen el rostro cómplice a mis textos y han prodigado esa conversación en voz baja que saca a la literatura de la soledad autista del folio en blanco.
   Otra presencia imprescindible fueron los libros, compañeros de viaje que han trazado en mi vida tantos itinerarios.
   El blog sigue, como una alentadora herramienta de difusión del trabajo literario de todos estos años. Gracias por la paciencia. Gracias por el interés.
 

lunes, 30 de diciembre de 2013

ANTONIO DEL CAMINO. EN LA COCINA.

Nuevos cocinetos
ANTONIO DEL CAMINO
Talavera de la Reina, 2013
 

NUEVOS COCINETOS

   Parece que el habitual desasosiego que persigue al yo contemporáneo y su pertenencia a un entorno social que ha hecho de lo sombrío un carácter reconocible han vedado, de forma drástica, el humor en poesía. Cada poema es una queja, una lamentación en consonante, un gemido encendido en verso libre que pone rima interna a las consecuencias de un dolor continuo. En esta poesía circunstancial de Antonio del Camino (Talavera de la Reina, 1955) germinan los brotes verdes de la sonrisa para dejarnos ante los ojos un puñado de sonetos con olor y sabor a copiosa gastronomía navideña. Nuevos cocinetos es un ramillete de composiciones que reitera una iniciativa del autor nacida en 2002. En aquel año, el poeta toledano felicitó a sus amistades con una edición no venal de recetas culinarias con estricto formato de soneto al fuego. El mismo ánimo lúdico sazona los poemas de Nuevos cocinetos. Así que el lector se encontrará una poesía para los sentidos que debe degustar con cuchara y tenedor. Dispongo mesa y mantel y me aplico al primer plato. Buen provecho:
 
 
 MENÚ NAVIDEÑO

 Comenzamos la cena con jamón,

queso curado, endivias, mejillones;

a discreción magníficos gambones…,

y comienza a sobrar calefacción.

 
Sigue un hojaldre a modo de empanada,

que es esta vez de col y nazarena,

con manzanas y pasas, hierbabuena

y esencias de Ceilán: bien perfumada.

 
De plato fuerte, asado de porcino

a la naranja, viene acompañado

de piña tropical y un empedrado

de orejones, compota y un buen vino.

 
Y de postre, turrones, mazapán

y el consabido brindis con champán.  

domingo, 29 de diciembre de 2013

HAIKU DEL ÚLTIMO DESEO

Orlando (USA), 2013
fotografía de Adela Sánchez

HAIKU DEL ÚLTIMO DESEO
 
 
Y cada día
que un sol limpio prodigue
luz habitable.
 

 

 

 

sábado, 28 de diciembre de 2013

MAPA DE RUTA. ENCUENTRO.



Encuentro

     Para quien regresa

Aquel día gozaba de la lluvia
bajo la espesa fronda de un parque solitario
y tropecé conmigo.
Miré mi rostro
con curiosa sorpresa;
me hallé un poco más viejo, más cansado,
abrumado quizás
por un escepticismo prominente y asiduo
y una antigua tristeza
palpable, aunque recóndita.
Sentados en un banco prodigamos
leves toses, murmullos,
dilatados silencios y miradas furtivas.
El tiempo parecía detenido,
hasta que una acuarela de ceniza
ensombreció el crepúsculo.
En tanto se alejaba,
una temprana rosa depositó en su sitio
efímeros instantes de belleza
que, de común acuerdo, ambos no vimos.
Respiré hondo;
todos sabéis qué indecible fragancia
emana de la tierra cuando llueve.


              Mapa de ruta /(Antología poética 1990-2009)
              Maillot Amarillo, Granada, 2010)

jueves, 26 de diciembre de 2013

OBJETOS PERDIDOS.



OBJETOS PERDIDOS
 
A quienes practican el doloroso extravío de llaves,
                               recibos, cartas, móviles, amigos, ilusiones...
 con mi sentir más solidario 
 
Uno de los hábitos más detestables que practico con alevosa continuidad es el extravío. Cada jornada pierdo llaves, cartera, ilusiones, amigos… A veces hay suerte y consigo recuperar lo perdido. Otras sólo recupero el malhumor erosivo que me produce una práctica tan perniciosa. Mi última pérdida es un bolso de mano. En él guardaba un cuadernillo blanco, dos de mis bolígrafos preferidos, el cargador del móvil, unas monedas y el último libro dedicado, una antología poética de José Luis Martínez, editada por Renacimiento, con prólogo de Vicente Gallego. No recuerdo cuándo perdí el bolso. Sé que aboné la carrera del taxi hasta Rivas, caminé junto a Adela hasta casa y abrí la puerta, mientras depositaba en el umbral la maleta común. Tenía la maleta y las llaves. Menos mal. Tampoco sé cuándo fui consciente de lo que faltaba. Esta vez no soy benevolente con mi torpeza. Así que he decidido desaparecer yo  para que no se repitan mis extravíos. Por mis bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por el cuaderno blanco, con cubierta de Dalí, que esperó con paciencia de monje zen algún verso aceptable; por la cordial dedicatoria del libro, que exigía una lectura atenta y emotiva.
Estoy en paradero desconocido y no pienso regresar. Ni siquiera facebook sabe dónde estoy.
 

 

 

martes, 24 de diciembre de 2013

ABEL SANTOS. TERCER ASALTO.

Todo descansa en la superficie
Abel Santos
Ediciones Vitruvio, Madrid, 2013
 

TERCER ASALTO 

   No había recorrido hasta ahora el territorio lírico de Abel Santos (Barcelona, 1976). Es más, creía que el libro Todo descansa en la superficie, editado en el catálogo madrileño de Vitruvio, era su carta de presentación. Ahora sé que estamos en el tercer asalto de su escritura, tras las entregas Esencia y El lado opuesto al viento. Una cita desvela que el título de esta colección poemática se debe al fondo musical del incombustible cantautor canadiense Leonard Cohen.
 La breve introducción del poemario, firmada por Vicente Llorente, aporta algunas coordenadas situacionales, como la proximidad del poeta a esa línea de fuerza que ha trazado en las últimas décadas el realismo sucio. En efecto, nos hallamos ante un modo de entender el poema de extrema sobriedad, una apuesta clara por la expresión directa que denuncia con voz firme los desajustes intimidatorios de una realidad en conflicto y habla de perdedores y madrugadas que siempre aguardan un poco de luz, ese  lenguaje oculto de la esperanza, el suelo firme de otra oportunidad.
  El pensamiento de la voz poemática de Todo descansa en la superficie percibe las disonancias del entorno y de ahí nace un desasosiego que entremezcla ideas, creencias y emociones en los comportamientos del yo. La urdimbre de las idealizaciones sufre una severa poda en la grisura de lo cotidiano. El ser colecciona secuencias de un devenir en el que caben azarosos indicios. Todo destino es una caminata continua por callejones de adoquines gastados, desde los primeros desvelos aurorales hasta el silencio crepuscular que anticipa la noche.
  Abel Santos organiza su poemario con un claro guiño al padre del existencialismo francés, Jean Paul Sartre, quien tituló su primera obra filosófica “El ser y la nada”. Este aserto dual define los dos tramos que recorre este libro. En la primera parte, “El ser” las composiciones dan desarrollo completo al poemario mientras que la segunda parte “la nada” funciona como una coda conclusiva y está formada por una única composición. Así pues donde halla su verdadera identidad el sujeto poético es en un escenario urbano que reúne un continuo bombardeo de estímulos, como si fueran mensajes publicitarios que buscan un receptor desprevenido.
 En Todo descansa sobre la superficie los poemas cimentan su condición singular en el coloquialismo, en el uso verbal  de una delgada línea roja entre el verso y la prosa, que se tiende con aparente desaliño. Así consigue su viveza rítmica y ese flujo emotivo que conecta de inmediato con el lector. Poesía directa a la barbilla de una realidad que tiende al trapicheo; poesía que descubre y profundiza, hecha con las palabras justas para transmitir una emoción poética rastreable. Abel Santos lo sabe muy bien: “No hace falta sudar tinta para hacer poesía”

  

 

 

 

lunes, 23 de diciembre de 2013

ALICE MUNRO. HUMILDAD.

Demasiada felicidad
Alice Munro
Traducción de Flora Casas
Debolsillo, Barcelona 2013 (4ª edición)

 HUMILDAD 

   La decisión del sanedrín literario sueco de conceder la antorcha del Nobel 2013 a la canadiense Alice Munro ha prodigado en los medios de comunicación de todo el mundo abundantes informaciones biográficas. Creció en Ontario, en el seno de una familia de granjeros, estudió en la Universidad de Western Ontario y por sus doce libros de relatos ha protagonizado una amplia trayectoria de reconocimientos en Canadá y en Estados Unidos.  Pero, como recalca la autora una y otra vez, su existencia sólo cobra sentido en la escritura, donde no pocas veces la letra pequeña de lo autobiográfico actúa como venero temático. Es en el cuento, un género mayor del siglo XX, donde habita lo esencial de su contribución.
   En Munro, el cuento tiende a describir historias sin épica, con el énfasis apagado de lo cotidiano. Así sucede en su colección Demasiada felicidad, donde los trayectos accionales requieren un desarrollo temporal  de media extensión para precisar las circunvalaciones de actitudes vivenciales siempre de paso. Los cuentos abordan instantáneas de protagonistas y secundarios empeñados en una carrera de fondo de metas difusas. Lo contingente acecha, siembra estados de angustia capaces de cambiar el rumbo de una voluntad que no se guía por ideas abstractas sino por motivaciones de escasa relevancia, los logros habituales dictados por la convivencia social.
   Ni espacio ni tiempo precisan datos exactos. De esa atemporalidad emerge la geografía vivencial de  lo doméstico. Son mapas estrechos para supervivientes que reiteran tareas habituales en intervalos sin sitio para la sorpresa. Y, sin embargo, ésta reclama un espacio secreto de la intimidad individual, como si fuera materia central de un submundo hermético.
   En los cuentos de Alice Munro cobran un relieve singular los perfiles femeninos, siempre llenos de complejos estados emocionales, en la paciente espera de lo extraordinario. Mujeres, atentas y receptivas, crecen hacia dentro mientras muestran su cansancio ante una realidad manipuladora y llena de cicatrices que, de cuando en cuando, se ilumina con una relación personal, con un deseo cumplido, con la calma resolución de un conflicto sin tregua, o con el espejismo de una felicidad que nunca dura demasiado.

    

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUATRO AFORISMOS CON TARTA.



Cuatro aforismos:

   Para Ricardo Virtanen, poeta y músico,
                                     en su cumpleaños.

Mi noctambulismo es un empleo precario, a tiempo parcial y repleto de efectos secundarios.

En los garitos urbanos la música replantea grietas y desconchones; los convierte en indicios poéticos.

A mano alzada. La edad madura impone una caligrafía invernal.

Pretexto renacentista: "nada de casi todo" 

sábado, 21 de diciembre de 2013

"NINGUNA PARTE" EN CUADERNOS DEL SUR.



INDAGACIÓN SOBRE EL VIAJE

Sara Ulate 21/12/2013 , Cuadernos del Sur, Diario Córdoba.
 
   No es la trayectoria de José Luis Morante un ejemplo de azar y casuística. La sucesión de entregas poéticas ha dejado entrever a un autor que percibe la escritura como un compromiso vital al que no está dispuesto a darle la espalda.
   Si hubiera que resaltar algo imprescindible y que ocupa el primer plano de la poética de este autor, es esa disección de una realidad que bajo la mirada del sujeto poético nos envuelve. Se ha convertido en un sello de Morante, algo que define su escritura y que la hace reconocible. El ser humano frente a su pequeñez, en estado efímero sobre una tierra, un momento, consciente de ese dolor y esa alegría de estar vivo, aunque lo que se reciba no sea siempre dulce: "también la muerte cumple / jornada laboral / en vacaciones". Los seres queridos --en Patologías con la figura del padre-- ocupan con su presencia, honda e intensa, la atención de la voz, que nos sumerge en esa angustia vital de la impotencia de cambiar el sino, y plantea ese ir disolviéndonos como azucarillos.
   Pero la mirada que plasma, disecciona y escudriña, no oculta una esperanza continua por vivir los días, como se palpa a lo largo de toda la segunda parte (Deshielo ). Lo cotidiano es trascendido hasta un punto en el que quedamos sumergidos bajo los estados de ánimo --el desconcierto predomina como motor que suma y mueve--, la mirada persistente, que apunta siempre, y en última instancia, hacia un destino desconocido pero intuible. En la tercera parte, Piedra caliza , una serie de epitafios nos muestran a esta voz bajo una concisión y sincretismo, pensamientos en los que el derroche no tiene cabida. El yo sale a su propio encuentro, en plena desnudez, y nos devuelve esa amalgama de reflejos en los que lo efímero trata de apresar la belleza.
  La cuarta y última parte, Y todo lo demás , cambia un poco el tono. Surge la ironía, la mordacidad, y la voz se posiciona con un lenguaje claro, directo, incisivo, pero también la ternura y la conciencia del instante afloran con fuerza en las dos últimas piezas, como cerrando una especie de círculo, que, aunque aparenta no llevar a ninguna parte, halla en ese deambular de la conciencia la excusa perfecta para no dejar de indagar sobre el propio trayecto.

'Ninguna parte'. Autor: José Luis Morante. Edita: La Isla de Siltolá. Sevilla, 2013

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viernes, 20 de diciembre de 2013

CAUSAS Y EFECTOS.

El Bohodón (Ávila, 2013)

Causas y efectos

El centro del silencio me ha enseñado
a aceptar como un juego que la vida
es una sucesión aleatoria de causas y efectos
sobre las dunas de la realidad.
Aparecen las causas simultáneas,
inflexibles, anónimas,
y los efectos manan disueltos en los días,
con cauce renovado y variable,
cuyo curso
ninguna voluntad puede eludir.

Cada mañana tiene leyes propias.
Es el azar la fórmula cifrada
que descubre sus vínculos.
Un extraño rumor nos configura,
encubre quiénes somos, quién seremos.

Causas y efectos pasan, se suceden.
Articulan el tiempo. Y eso es todo.

   ( De Causas y efectos, Sevilla, 1997)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

ROMPO UNA CARTA.




Rompo una carta nunca escrita

                       Contigo

   De la carta que no escribiera nunca
rescataría este párrafo
por su notoria fijación sedante,
que me hace invulnerable al desaliento:

Pienso en ti casi siempre.
Las otras veces pienso en ti.

(De Rotonda con estatuas, Madrid, 1990)



lunes, 16 de diciembre de 2013

POETA CON CORBATA


 
POETA CON CORBATA

  En mi armario dormita una vistosa colección de corbatas. Casi todas suman estampaciones coloristas como libélulas en vuelo. En la universidad privada de sus tejidos he aprendido mucho. Todos saben cuántas didácticas sugieren sobre la existencia y obras del encorbatado. Recuerdo un curso completo de recuerdos al paso.
   En Asturias visité con corbata la casa de Roger Wolfe. Yo leía en el Ateneo Obrero de Gijón poemas de Población activa, libro que llevaba en mis manos. No nos conocíamos más que por las cartas y ediciones intercambiadas. Roger pensó que aquel sujeto plantado ante su puerta era un vendedor de biblias, un agente de seguros o un testigo de Jehová en tareas evangelizadoras.  O las tres cosas. Así que ojeó la mirilla, enfocó mi corbata en la distancia corta de la prevención y no abrió la puerta. Oí los pasos dentro pero no insistí.
  Llevé corbata a unas jornadas literarias de la Rábida en las que compartí habitación con Rafael Inglada, entonces con dilecto gusto por lo picassiano. Anudado en mi cuello, tenía un dibujo de Picasso que dejé, casi de inmediato, en manos de Rafael. Allí quedaron, esperando la brisa de Málaga, aquellas señoritas de Avignon dispuestas a bañarse en el azul del  Mediterráneo.
   Para la entrega del Premio Hermanos Argensola en Barbastro, llevé corbata en la cena con Manuel Vilas y Pere Rovira. Los dos comentaron con verbo rumoroso y una copa en la mano que “hay que saber llevar una corbata”. Lo decían con la voz templada de quien no sabe cómo uso yo la dichosa prenda. También en Barbastro, en la lectura programada de la biblioteca, un oyente contextualizó su pregunta final argumentando que “yo tenía pinta de director de sucursal bancaria más que de poeta, pero que mis versos le habían gustado y prometía leerlos, eso sí, poco a poco, en cualquier rato del futuro".
   Viví perplejidades corbateras en Punta Umbría, Sevilla, Béjar, Ávila, Rivas… y en otros itinerarios difusos. Son datos que confirman que cuando llega la insolvencia de lo cotidiano hay que llevar corbata.    

domingo, 15 de diciembre de 2013

JORGE BARCO. POESÍA REUNIDA.

El principio celular
(Poesía reunida 1998-2013)
Jorge Barco
Editorial Origami, 2013


POESÍA REUNIDA
   Avanzo, con paso sosegado, por los textos más madrugadores de El principio celular, obra que recoge la poesía reunida de Jorge Barco (Salamanca, 1977) en casi tres lustros de escritura. Tengo la sensación de mirar el encuadre de un escritor distinto, un solitario caminando en compañía de su yo, un francotirador al que incomoda el estrecho traje de las etiquetas habituales. Es verdad que sus argumentos, en uno u otro momento, recuerdan al desgarro prepotente y carcelario de David González, al nihilismo desasosegado e irónico de los primeros títulos de Luis Felipe Comendador, al verbo cronista y testamentario de Karmelo Iribarren, al ser pomposo del último Manuel Vilas, y (ya termino con las afinidades al paso) a algunos de los epígonos de realismo sucio norteamericano. Son estéticas dispuestas a truncar a balazos escritos el malestar íntimo del yo existencial, pero su modulación tiende al individualismo más extremo y acrecienta distancias con los inevitables compañeros de viaje.  
  Nada sabía de sus primeras entregas, siempre publicadas en colecciones minoritarias y canales de circulación restringida. Como informa un breve prólogo del autor, que resume a grandes trazos el trayecto, el dni celular aporta como datos la ruta continua por una lírica realista y concisa, con vocación de austeridad narrativa, muy explícita en sus enunciados y en el mismo filo de la prosa. Confía en el golpe de mano del verso final para zarandear al lector con un sentido imprevisto, con una ruptura semántica que llene de matices el desarrollo argumental. También la apuesta por el desgarro existencial y la sensibilidad en carne viva de una poética con sustrato autobiográfico, hecha con la arcilla maleable que proporciona la existencia: “Abandona la poesía / separa los ojos del libro. / El mundo está ahí / inmenso y frío como la muerte. / Tus dedos sangran al intentar  cortar la rosa. / ¿Acaso no lo ves? ".
   La poesía de Jorge Barco suma títulos en los que perdura la voz de un protagonista poemático con mínimas mutaciones, en permanente belicismo contra el frío del entorno. La vida diaria contribuye a una pautada derrota de cualquier ilusión o idealismo, aunque nos proteja la onda expansiva de los sentimientos que siempre son antídoto eficaz contra la tentación del nihilismo. Su quehacer recuerda que las pretensiones trascendentes sobran, aunque para disimular ese vacío se recurra a la ironía o, incluso, al humor negro. Lo que importa es seguir dispuesto ante el folio en blanco de la próxima pregunta. Y caminar solo, en el umbrío laberinto trazado por un destino imprevisible.
 
 

viernes, 13 de diciembre de 2013

E-MAIL A VALENCIA

En la Ciudad de las Artes (Valencia), con mi hija Ana,
a quien he dedicado el libro NINGUNA PARTE
E-mail   (A Valencia)

         Para Xelo Candel y Juan Pablo Zapater,
        por este viaje mediterráneo.

El mensaje conciso,
sin tallo emocional,
sin hojarasca;
sólo el misterio
de la transparencia
y el hilo concesivo
del discurso coherente.
Que el teclado perciba
desnudez, eficacia
y la respuesta fiel
del mensajero.




miércoles, 11 de diciembre de 2013

MARIO PÉREZ ANTOLÍN. PERSPECTIVAS.

La más cruel de las certezas
Mario Pérez Antolín
Textos del Desorden, Baile del Sol
Tegeste, Tenerife, 2013
 

PERSPECTIVAS
 

   En su indefinición el aforismo acoge ingredientes heterodoxos que se mezclan como un material genérico. Son elementos compactos que fortalecen la práctica escritural y que podrían resumirse en tres itinerarios conceptuales: poesía, ética y filosofía. De esos componentes se nutre la aforística de Mario Pérez Antolín (Backnang, Alemania, 1964), poeta, ensayista y profesor. Ya en 2011 editó su primera colección de sentencias, Profanación del poder. Esta salida ampliaba la más convencional semántica del aforismo; el prólogo, firmado por Eugenio Trías, avalaba la inclinación a la incidencia reflexiva y a la escritura de pensamiento de un escritor que prefiere la disertación pautada al vuelo simple y despojado de la frase.
  El libro que aquí comento, La más cruel de las certezas, emplea en su desarrollo un muestrario temático que perfila secuencias de nuestro tiempo. El viaje interior –en el que deambula un sujeto concreto que nos permite asomarnos a los devaneos de lo confesional- se da la mano con el ser colectivo, con los contraluces de una sociedad aglutinadora de aciertos y desajustes. En las líneas introductorias, Victoria Camps asevera: “Un buen aforismo es la síntesis lograda de una idea que no precisa de ulterior desarrollo y que desvela la substancia de la autorreflexión”. Es una frase de corte perfecto que invita a entrar en las premisas estéticas de Mario Pérez Antolín para madurar despacio cada una de sus aseveraciones. Nada entorpece más la lectura aforística que el galope alocado de las ocurrencias al paso; por otra parte, la escueta talla del aforismo se lleva mal con oropeles retóricos.
  En el extenso páramo de la realidad es donde el buen aforista protagoniza sus incursiones más fértiles. Así sucede en  La más cruel de las certezas. Allí están los acontecimientos que jalonan cualquier existencia y que suelen aposentarse entre la emoción y el pensamiento, aunque las notas avancen en ese itinerario azaroso que eligen las nubes de lo cotidiano.
   Pérez Antolín halla abundantes estímulos en la sociología. Con innegable afán vindicativo, en un tiempo en el que la práctica de lo público parece un cenagal, el poeta alza  la voz y hace de la crítica una baliza disuasoria. El yo se exige a sí mismo coherencia y razones existenciales que vayan más allá del mero reconocimiento de fracturas y rumbos contradictorios; que propicien un convivir bajo una mayor claridad ética. No duda en situarse frente al espejo: “Por lo que se refiere a mis credenciales políticas me considero demasiado nietzscheano para ser de izquierdas y demasiado marxista para ser de derechas. Soy un polemista premeditadamente crítico y ambiguo”.
   La más cruel de las certezas muestra un dilatado espacio de intereses. En él dialogan “una poesía que piensa y una filosofía que emociona”. En su diversidad confraternizan una inquieta atención a los episodios del entorno, que siempre dejan entre las manos gotas de conocimiento y belleza, y esa mirada disconforme y porosa que cuestiona apariencias y otorga confianza al pensamiento. Mario Pérez Antolín nos deja sobre la mesa un libro inteligente empeñado en la búsqueda de la palabra exacta.

martes, 10 de diciembre de 2013

AFORISMOS DESDE EL PASEO

Avenida de los Almendros, Rivas, diciembre 2013
Fotografía de Adela Sánchez
Aforismos desde el paseo

Confiado y expuesto a ese azar imprevisible de quien cruza un paso de cebra.

Emplea silencios largos, de posguerra.

Ideas rugosas. Como mis manos.

Entre el silencio y las palabras, una escritura de  parvulario.

El mediodía borra incertidumbres. ¿Qué empiezo?

domingo, 8 de diciembre de 2013

PILAR BLANCO. LLAMA Y HUMO.

Alas los labios
Pilar Blanco
Ediciones Olcades
Cuenca, 2013

LLAMA Y HUMO

  El ingreso en los escaparates culturales de la antología Con la cal en los dedos (1980-2010), editada en Provincia, acercaba al público lector una muestra muy atinada de la obra lírica de Pilar Blanco. Hasta ese momento su tarea creadora comprendía nueve entregas que arrancan en 1982, cuando el monolitismo novísimo se había transformado en un aserto que convivía  con otras estéticas renovadoras. Esta compilación de la poeta y profesora leonesa incorpora un liminar de Ricardo Virtanen, donde se desglosan las líneas de una ruta que abre marcha de nuevo con Alas los labios.
   Unas palabras de confianza evocativa sirven de umbral a este poemario de título aliterativo, Alas los labios, con un material poemático distribuido en cuatro apartados. Leemos en “Conjuro”: “Serenidad / en el decir, / aliento visionario”. La composición es una autosugerencia; el consejo fusiona ese andar sosegado y apacible que dé curso a un lenguaje activo y vitalista, y la creencia en el impulso de un designio, no como intuitiva aprehensión del porvenir, sino como capacidad para mantener una actitud coherente en la escritura, sin imposiciones, acorde con una forma de ser personal.
  El trayecto vivencial expande un espacio de  rutinas e incertidumbres; una simple abertura en el muro supone la posibilidad del punto de fuga, una senda de interrogaciones para la conciencia. Ese es el hilo común que unifica los textos de la sección de arranque. En este apartado, el poema “El hacedor de palabras”, uno de los mejores del poemario, introduce una consideración metapoética sobre la capacidad creadora de los signos: “Dirás que el universo se pliega ante el hechizo/ que lo describe y nombra y crea al mismo tiempo. / Miro a mi alrededor, y en la mañana espesa / que moja los almendros y hace llover su albura / sólo / veo / palabras”.
   El hablante protagoniza un lento repliegue, hecho de soledad y carencia. Confirma aquella cita de Blanca Varela: “Aprender a caminar sobre la viga podrida”. El vacío fertiliza espacio y tiempo; los pasos deben soportar el deterioro, los sueños especulan y la amanecida reserva papeles secundarios: la uniformidad gris de la inexistencia. De ese estado hablan los versos de “Cuando la luz nos borra”: “Cae la luz / sobre las cosas / y en su lluvia / reverberan los cobres / se acallan los sonidos, la ebriedad / de la flor en su muerte, / de la tarde en suspenso como hilándose / copo a / copo / mientras toda la luz se tambalea”.
   La deriva habita en un entorno diluido en el que el sujeto sigue en la brega; busca percibir el nítido aroma de la existencia al paso, como un ave frágil que asciende en el azul del despertar, sin pedir tregua, aceptando la contingencia de un destino impuesto. Un fugaz vuelo hacia el resplandor y la claridad.
   La poesía de Pilar Blanco desbroza paisajes interiores a cielo abierto. En sus palabras se remansa la luz de lo diario, su compleja construcción emocional, ese ir amaneciendo con la cal en los dedos, en busca de respuestas, aunque abrume la tajante certeza de que no las hay.

sábado, 7 de diciembre de 2013

ELLA


Ella

     Este poema te pertenece

Apacible y real
o cada noche
una obsesión intrusa,
un trapecista
encaramado al sueño más lejano.
Cierzo sobre las horas,
frágil tacto de oro
que acaricia los cuerpos estivales,
posesión ilusoria,
laberinto;
sorpresa entre los restos
del último naufragio,
o compleja ecuación
que resuelve una suma
reiterativa,
extraña, irresoluble,
en la que el todo siempre
es mayor que la suma de las partes.

(de Causas y efectos, Sevilla, 1997)

viernes, 6 de diciembre de 2013

CICLO DEL AGUA


Ciclo del agua

    Porque también el ánimo diario es un ciclo de agua
    con nubosidad variable.

La frágil transparencia de aquel río se confundía con la desnudez, lo que extremaba la sensibilidad del cauce a los cambios de temperatura. De madrugada las aguas eran sólidas. Con las primeras briznas de sol se licuaban. A mediodía las altas temperaturas enredaban al río en redes de niebla, un repetido proceso de nubosidad variable.
 
(Del cuaderno Diez insomnios, Corondel, Valencia, 2004)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

IZET SARAJLIC. MEMORIA VIVA.

Sarajevo, Izet Sarajlic, Valparaíso, Granada, 2013 

MEMORIA VIVA

   En febrero de 2003, el poeta y editor lucentino Manuel Lara Cantizani incorporó a la exquisita colección de poesía Cuatro Estaciones el libro Una calle para mi nombre, de Izec Sarajlic (Deboj, 1930, Savarejo, 2002) con prólogo de Juan Vicente Piqueras, también responsable de la traducción junto a Raffaella Marzano y Sinan Gudzevic. Fue mi primera conversación con la escritura más universal de Bosnia-Herzegovina, y me afectó profundamente; aquel encuentro supuso una pequeña convulsión, como sucedió a tantos lectores – el libro se reeditó casi al año siguiente, un asunto a reseñar en poesía -  que hicieron propiedad privada el aporte confesional de Una calle para mi nombre.
   De nuevo llega a las librerías el intimismo transparente de Izet Sarajlic, esta vez en los estantes de la editorial Valparaíso, con selección y liminar de Fernando Valverde. El joven poeta de Granada analiza al detalle la senda biográfica porque ha condicionado, con dolorosa pulsión, su sensibilidad estética. Sus escritos de amanecida afloran tras los derrumbes de la Segunda Guerra mundial, cuando uno de sus hermanos fue fusilado por los camisas negras del fascio italiano. Aquella fase inicial de crónica y testimonio muda, poco después, y se remansa en una lírica amorosa, despojada, precisa y emotiva, que vuelve a convertirse en versos de desolación cuando estalla el conflicto fraticida de los Balcanes. El estallido produce un cataclismo político en Europa Central y el desmembramiento de Yugoeslavia. Entonces Sarajevo, ciudad donde vivía el poeta desde 1945,  se convierte en una azarosa cita con la muerte. A esa circunstancia debe su nombre esta entrega, Sarajevo, como si aquel escenario sombrío fuera la última estación de la existencia.   
   Cuando en 1992 se resquebraja la convivencia por las ideologías nacionalistas, la avenida principal de la ciudad se convierte en predilecto enclave de francotiradores. A cada paso, hombres, mujeres y niños aguardan la fatal incertidumbre del disparo en un asedio que dura más de tres años y que tendrá dramáticas consecuencias para los pobladores.
   Ese es el material que da pie a los poemas de Izet Sarajlic. Palabras cuya semántica certifica  el dolor y la barbarie. Poemas que se hacen caligrafía de la sangre y donde unas gotas de amor sirven como cálida excusa para guardar algunos hilos de esperanza. Quien ama no puede renunciar a seguir caminando, a forzar sendas nuevas de superviviente, a sentar en la silla de la esperanza un presente lleno de soledad vulnerable.
   Triste como una ventana al cementerio, la poesía de Izec Sarajlic es un testimonio a media voz pero lleno de intensidad. Trasmite esa incapacidad de comprender la mutación de un entorno habitable en un infierno. Cercano y táctil cada poema denuncia la falta de firmeza de lo real cuando todo se difumina o se ensucia con interrogantes lacónicos y brutales. Izec Sarajlic nos hace mirar esa pantalla viva de la memoria con el corazón encogido y los ojos llenos de lágrimas.

martes, 3 de diciembre de 2013

SINIESTROS




Siniestros

      Para los que cada día
   alquilan su rincón
   a la sospecha.

Buscan entre rutinas
tres pies al gato.
Son muy torpes. Ignoran
que tiene cuatro.

domingo, 1 de diciembre de 2013

ELOGIO DEL EDITOR.

El libro no existe hasta que un editor confía en su calidad y lo transforma en producto cultural. Hasta ese momento, no era sino la esperanzada labor en el tiempo de un escritor, un puñado de folios que duerme en el cajón esperando la aurora de la imprenta. Así que hoy, domingo de sol frío y calma municipal, me corresponde hacer el elogio del editor como máximo responsable de la presencia social de cada género. Su papel es bien conocido por todos los que escribimos. Yo además soy un afortunado: mantengo con mis editores una entrañable relación personal. No hay contrato más ecuánime y valioso que la amistad. Mis editores son mis amigos:
 
Con Javier Sánchez Menéndez
Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla

Con Josune García López
Cátedra, Letras Hispánicas, Madrid
 
No pueden faltar en estas líneas Luis Felipe Comendador, editor de Reencuentros, en Lf ediciones, Marino González Montero, editor de Mejores días, en De la Luna libros y Francisco Peralto, editor de Corona del Sur, que puso en las estanterías Nubes, mi cuaderno de haikus. Un abrazo grande. Seguimos cerca. Seguimos.