domingo, 31 de marzo de 2013

ÁVILA.

Paseo del Rastro, Ávila, marzo, 2013


Ciudad privada

Una vez más regreso a la ciudad de siempre,
descifro con premura
un largo itinerario de recuerdos,
mientras sube, con ardor renovado,
la hiedra de otros días
desde un lejano sueño hasta la boca.
Pero nada es igual, aunque contemple ileso
el dócil deterioro
de antiguos edificios maquillados de tiempo.
No logro adivinar qué signos, qué paredes,
ocultan las hogueras del pasado;
no hay rastros inmutables, no hay indicios
de una felicidad remota en la memoria.
Cuánta mano vacía, cuánta ausencia;
quedaría conforme siquiera vislumbrando
una imprevista huella, algún reflejo.
Se reiteran mis pasos por calles desoladas,
mi soledad se enquista en noche,
suena el reloj de un campanario,
aburrido neón de pupila naranja
vierte sobre mi busca un guiño cómplice;
una difusa luz precede al día.
La llegada del alba desvanece
una ciudad cuyo enclave es olvido.

    (De Población activa, deva, Gijón, 1994)

viernes, 29 de marzo de 2013

CANSANCIO.

Fotografía con el móvil, Hilario Barrero



Cansancio

Lista incompleta de elementos varios
que alrededor conspiran:
los labios del teléfono,
la piel brillante del metacrilato,
la cisterna sonando como un disco incesante,
el texto amorfo de un recibo bancario,
el traje de un invierno prematuro
pintado en la rejilla;
los cactus, esos pulpos vegetales...
Acicates oscuros para que yo reincida
en el acto más mío: no hacer nada.

    (Un país lejano, DVD Poesía, Barcelona, 1998)

jueves, 28 de marzo de 2013

CICLO DEL AGUA.

Desembocadura del río Chinchilla (Oropesa del Mar, Castellón)
Ciclo del agua

La frágil transparencia de aquel río
se confundía con la desnudez,
lo que extremaba la sensibilidad del cauce
a los cambios de temperatura.
De madrugada las aguas eran sólidas.
Con las primeras briznas de sol se licuaban.
A mediodía las altas temperaturas
enredaban al río
en redes de niebla,
en un tormentoso proceso de nubosidad variable.

Diez insomnios,  Corondel, Valencia, 1998)

martes, 26 de marzo de 2013

EL TIEMPO.

Crepúsculo, Adela Sánchez, 2013
El tiempo

De nuestra historia, datos inconexos,
migajas de una tarde y enmohecidas voces
que rebrotan de súbito en los labios.
Crepúsculo de marzo. Causa el frío
una porosa sensación de agobio;
encendiendo un cigarro me decías:
sé bien que el tiempo es improbable axioma,
concepto relativo que persigue un reloj;
de su inútil certeza se deriva
que sea eternidad un solo instante.
Mas no puedo evitar
que nuestro tiempo a veces se extravíe
y aparezca después, mucho más viejo,
con la mirada turbia y melancólica.

   (De Población activa, Gijón Deva, 1994)

viernes, 22 de marzo de 2013

EL MISMO MAR.

Florida, 2012, Javier Cabañero
Vacaciones

    (A los amigos que se quedan)

Sé -tanto tiempo contigo me da alguna certeza-
que hoy será el día clave
para alcanzar la costa y descubrir de paso
un nuevo continente,
la ubicación exacta del tesoro
y el sitio donde el agua a sí misma se bebe
con gesto de Narciso.
Sé cuánto has de leer,
los buenos versos que justificarán
la atroz sequía de los meses pasados.
Y, porque te conozco,
sé que terminarán las vacaciones
y en el último día
mirarás el espejo, abúlico, feroz,
otra vez resignado a perdonar, por simple,
tanto ingenuo propósito.

   (De Población activa, Gijón, Deva, 1994)

miércoles, 20 de marzo de 2013

ERNESTO CARDENAL. LA VOZ CÍVICA.

Antología poética. Ernesto Cardenal
Edición, selección y prólogo de Daniel Rodríguez Moya
Valparaíso Ediciones, Granada, 2012

    El nítido perfil de Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) desacraliza la figura del poeta ensimismado en el cielo azul y recrea un proceder ético en las antípodas del esteticismo: el  escritor se compromete con la Historia, ajusta plenamente itinerario biográfico y labor creadora para hacer causa común con aspiraciones colectivas. Así lo manifiesta en la atinada introducción el poeta Daniel Rodríguez Moya, el mejor conocedor del varillaje cultural nicaraguense, donde por su magisterio en las generaciones más jóvenes sobresalen dos voces: Claribel Alegría y Ernesto Cardenal, tras el fallecimiento en 1998 de Carlos Martínez Rivas.
    Esta compilación, en la que ha participado de forma manifiesta el propio autor recomendando textos de su preferencia, selecciona composiciones de una decena de libros, a los que se incorpora un inédito, “El celular”. El volumen da cuenta de la uniformidad de tono y del discurrir coherente de una veta ética, reconocida con distinciones como el reciente Premio Reina Sofía de Poesía iberoamericana, en 2012.
  La voz de Ernesto Cardenal es heredera directa de la poética de José Coronel Urtecho. Entronca con el verbo realista de Bertolt Brecht, César Vallejo y Pablo Neruda; asimismo tiene amplias afinidades con la denominada “antipoesía”,  etiqueta que integra, de forma amplia y con una textura verbal diferenciada, el trabajo de Jaime Sabines, Mario Benedetti, Roberto Fernández Retamar, Juan Gelman o Nicanor Parra. Es una lírica enfrentada a la verdad oficial y a los discursos del poder, que cree en la utilidad del arte y rechaza la mirada contemplativa; se define por su acento testimonial y por su inmersión en las singularidades de cada momento histórico. Su afán expansivo practica el arte de la escucha e incorpora al verso el debate, la controversia y la crítica.
   Lo confesional concreto, como expresión de un latido individual, alcanza su plenitud en el discurrir solidario de lo colectivo. De este modo, el yo verbal se torna transmisor de un canto común.  La carnalidad de las palabras acrecienta su voluntad descriptiva para poner lindes al expresionismo de lo real, sin ningún tipo de idealización. De ahí el empeño comunicativo, la confianza en la intuición, la depuración estilística y el propósito firme de despojarse de recursos expresivos secundarios. El maquillaje erudito se limita al máximo para que el mensaje llegue directo, claro, conciso para testimoniar una situación que transciende el mero destino individual.
  Los mayores riesgos de esta poesía son el prosaísmo y el aire con fervor de consigna. A veces los versos se convierten en un documento de una denuncia, exento de vuelo poético; en el poema no cabe la pureza sino una relación práctica con las convicciones. La poesía afianza su labor cívica y una manifiesta rebeldía.
   Y ese es el mayor mérito de la  poética de Ernesto Cardenal; las palabras pretenden liberarse de la opresión introspectiva del yo, su escritura hace habitable un territorio en el que se reafirma la intensidad de lo vivido, ese pan necesario cuyo molde precisa de igualdad y justicia.
 
 
 

 

 

lunes, 18 de marzo de 2013

MI PADRE.

"Nubes de atardecer", Francisco Díaz de Castro, 2013
Recuerdo de mi padre


Mi padre ponderaba la eficacia
como un tesoro extraño y valiosísimo,
escondido en el vientre de la tierra.
Solía levantarse muy temprano
con el tic-tac grabado en la memoria,
y dilataba oscuro una jornada
que concluía laso y taciturno.
Era su empeño inmune al frío o la canícula.
Por él estuve interno tantos años
con la sola misión de hacerme un hombre.
(Entendamos: un hombre de provecho,
un atinado buscador de logros).
Mas el esfuerzo no valió la pena.
Él no tiene conciencia del fracaso.
Descubrió en la derrota
una patria feliz, compensatoria.

     ( De Causas y efectos, Sevilla, 1997)

sábado, 16 de marzo de 2013

EL PIE DE LA LETRA. EXIGENCIAS.

"Retrato" fotografía de Javier Cabañero

El pie de la letra. Exigencias.

Tal vez lo dijo Borges o tal vez son palabras de Jaime Gil de Biedma; sus magisterios nunca son estériles. Desde hace años he abierto en la buhardilla un taller literario para que esté muy cerca de mi mientras escribo. El aula es irreal y ella no existe, pero cuánto emociona escuchar  su voz dubitativa. En horario nocturno las clases se prolongan. Sólo asistimos dos, ella y yo cada insomnio, ajenos al invierno. Hoy pregunta qué exijo a cada género:
 
Al ensayo el sentido cartesiano; la medida y el orden.
Al aforismo la persuasión pedagógica y el sabor del consuelo en el fracaso.
 Al relato la complicidad y la pequeña magia del final. Fuegos artificiales que iluminan el cielo en el atardecer.
A la novela la inteligencia que dicta el rumbo de los personajes. El tiempo muerto     para que tantos secundarios se atribuyan su minuto de gloria. El lujo del paisaje como un marco hecho de sinestesias. 
    A la poesía  el misterio de la insinuación, el no sé qué que queda balbuciendo.
A ti, que me recuerdes cuando no estoy contigo, que no pongas distancias en el frío,  que tengas en la piel un sitio libre para que se cobijen mis afectos. 
 

jueves, 14 de marzo de 2013

DISTANCIA

Distancia

Un imposible folio descubre al automóvil
de mis días, recorriendo el asfalto
de un tedioso carril
donde nunca se sabe el final de trayecto.
Dócilmente una nube me persigue,
el páramo entrevisto aparece y se nubla
sin mucha convicción;
en el salpicadero una luz discontinua
sobresalta la aguja del cansancio.
Sobre un otero romo un gran cartel anuncia:
"a ti pocos kilómetros"
y una curva resguarda un frondoso jardín
donde tus ojos velan como lunas
de algún lejano cielo inaccesible.

( De Población activa, Deva, Gijón, 1994)

 

martes, 12 de marzo de 2013

CAFÉ CON JAVIER BOZALONGO




 El itinerario creador de Javier Bozalongo (Tarragona, 1961)  comienza con el poemario Líquida nostalgia, en 2001, al que siguen Hasta llegar aquí y Viaje improbable. Su última entrega, La casa a oscuras consiguió el Premio Jaime Gil de Biedma. Es el responsable del proyecto Valparaíso Ediciones.
 
¿Cómo nace este nuevo sello editorial?
Como iniciativa fundamentalmente dirigida a publicar en España autores hispanoamericanos que no han alcanzado difusión en nuestro país, sin olvidar a los grandes nombres de la literatura ni las traducciones.
¿Qué géneros pretende cubrir?
De momento hemos lanzado la Colección de poesía, pero estamos trabajando en nuevos proyectos: narrativa, infantil, estudios literarios... que se irán incorporando poco a poco a Valparaíso.
¿No asusta el nefasto clima de pesimismo que soportamos a diario? ¿No teme al permanente estado de conflicto entre la poesía y el mercado?
Las épocas de crisis también lo son de oportunidades, y no debemos cejar en el empeño de que la poesía ocupe el lugar que merece.
De los títulos editados hasta la fecha, ¿cuáles son los que singularizan el perfil de Valparaíso?
Por su vocación americana, 10 de los 13 títulos aparecidos están escritos por poetas de allí, de México a Brasil, de donde procede Lêdo Ivo, que falleció en Sevilla unos días después de corregir las pruebas del libro, por lo que lo sentimos como un homenaje a su persona. Entre los más recientes, los emocionantes poemas de guerra escritos por Izet Sarajlic, Sarajevo.
¿Qué novedades esperan a los futuros lectores?
En marzo aparecerá el último poemario de Eduardo Chirinos, 35 lecciones de biología (y tres crónicas didácticas), que da buena cuenta de la altura de su autor. También se pone a la venta un libro mítico en México, y no publicado en España, El tigre en la casa, de Eduardo Lizalde.


¿Afecta la dirección editorial a su dedicación a la poesía?
Por razones evidentes paso muchas horas leyendo libros de poemas, corrigiendo pruebas y todo lo que rodea a la labor editorial, pero procuro buscar los momentos propicios para la escritura. Acabo de terminar un libro y ahora toca esperar a que recorra su camino y se publique.  
 

www.valparaisoediciones.com

Valparaíso Ediciones
C/ Profesor García Gómez, 6, 1º
18004 Granada
 
 

 

domingo, 10 de marzo de 2013

TELARAÑAS.

Fotografía de Francisco Díaz de Castro, 2009


TELARAÑAS:

     (A Juan M. Velázquez, por hacerme sentir un secundario de lujo)

 Soy parte de su vida, me dice, abstraída en la telaraña.

 Amanece. En el cristal de la buhardilla el abrazo tibio de un sol cordial. Se nubla pronto.

Mi calle tiene cara de municipal con cuaderno de multas.

Lluvia sin olor. Entre dos cuerpos un deseo neutral.

Con un buen libro actúo como un pasajero impaciente. No dejo que se duerma.

¿Por qué lo sencillo es siempre tan complicado?
 
Una amistad discreta, con hule de plástico y sopa de sobre.

Cuando me visita la incertidumbre, vacío en el correo la bandeja de entrada. Después coloco en cada mensaje no leído las palabras justas.

sábado, 9 de marzo de 2013

DESPISTE.

Fotografía de HILARIO BARRERO

DESPISTE

   (Para Fernando López-Guisado)
 
   Había fallecido en un cuarto decrépito, un día de noviembre del otoño pasado. Fue una circunstancia imprevisible de la que nadie en la ciudad tuvo certeza hasta hoy. Esta mañana alguien tocó sus pies y estaban fríos, con una sospechosa posición de muerto.
    En el transcurso de estos meses labró con mano decidida el triste páramo de lo laborable. Mantuvo el silencioso estar de siempre e igual gesto de soledad distante.
 
 
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viernes, 8 de marzo de 2013

FIDELIDAD A LA MONOTONÍA

( "Abstracto", acrílico sobre lienzo, Diego Gallardo)
Fidelidad a la monotonía

   Rezuma la nostalgia e importuna el regreso.
Hay que volver a casa,
a que otra vez despliegue la rutina
su ajada vestimenta y nos acoja.
   La casa es un planeta a la medida
-un verso semejante describió otro regreso...-
y sus muros preservan
el oro sobrio de lo cotidiano,
cuya renta permite vivir con cierta holgura
y a menudo con gozo.
   A la llegada, como feliz presagio,
el sendero olía a lluvia
y un renacido sol oreaba los muros.

( De Población activa, Deva, Gijón, 1994)

miércoles, 6 de marzo de 2013

RAROS.

Nueva York, octubre 2011. Fotografía de HILARIO BARRERO

AFORISMOS CON NIEVE:
 
               (Para los que comparten la normalidad de ser distintos)
 
Soy tan raro que para reconocerme mi conciencia me pide el DNI.

Los pudorosos convierten sus confidencias en movimiento de ajedrez.

Asuntos personales que tienen la duración de un aforismo y menos contenido.

En invierno los sentimientos exigen estructuras elaboradas, escenarios con luz natural y narradores distanciados. Como esta fotografía de Hilario Barrero.

Se quedó solo. Ahora recupera minerales en la galería de los desafectos.

 Futuro; esa aspirina diluida en el agua fresca del fracaso.

Andar extraviado tanto tiempo me deja ante tu puerta. Llamo al timbre. Espero.

lunes, 4 de marzo de 2013

CARLOS IGLESIAS DÍEZ. UMBRAL.

 El niño de arena
Carlos Iglesias Díez
Deva, Gijón, 2012

   Con terco sosiego, la colección Deva, promovida por el Ateneo Obrero de Gijón, dirigida por el profesor, poeta y ensayista José Bolado –último Premio de la Crítica en el Principado de Asturias-, incluye en su catálogo la carta auroral de Carlos Iglesias Díez.
   Arropan esta entrega dos referentes amicales, Fernando Beltrán, que firma la solapa de inicio con un breve impresionista, y Rodrigo Olay, autor de un epílogo cernudiano sobre las contingencias de esta salida. El niño de arena  fecha sus poemas entre 2003 y 2011, y articula su evolución en tres apartados, “Los restos de la noche”, “Briznas” y “Puntos suspensivos”.
   Los versos optan, desde el inicio, por un formato breve, narrativo, con asuntos que entremezclan evocación y sugerencia, sin que halla un hilo argumental predominante ni una única perspectiva. El sujeto poético fluctúa entre la voz distanciada de la tercera persona y el uso de un tú dialogal que requiere un interlocutor cercano. En el primer conjunto poemático, “Los restos de la noche”  los versos confían su eficacia en novedosas imágenes, que generan en la lectura un asombro cómplice: “Quise hundir las manos/ en tu vestido negro/ y, al final,/ el tiempo/ me las cubrió de escamas.” El segundo apartado, abierto con una amplia cita del poeta Luis García Montero, se unifica desde el punto de vista formal por un mayor despojamiento, incluso en los títulos de poemas, que son siempre sustantivos con amplia carga semántica. Así lo percibimos en “Memoria”: “Los recuerdos, / observándome, / desde el ojo muerto / de un pez.” Los versos componen quietas instantáneas que resumen una secuencia vital, con una cercanía a la esencial filosofía del haiku.
   Resalta el papel que Carlos Iglesias Díez concede a la música de cantautor, tan definida por su empeño en unificar melodía sonora y contenido sociológico en las letras. Si Leonard Cohen firma el pórtico del poemario, en la primera parte se incluye un homenaje al desaparecido Antonio Vega, que puso voz a un tema generacional, “La chica de ayer”; el fondo sonoro persiste en otros poemas como “Chocolate” y “Futuro”.
   En el tramo de cierre, cuyo título, “Puntos suspensivos” nos deja la idea de un final abierto, de una futura senda que habrá de sumar nuevos pasos, se focaliza más el entorno, aunque siempre descrito de manera indirecta a través de un diálogo con los sentimientos en una contextura temporalista.
   El niño de arena es el umbral, preciso y acertado, a un territorio creativo en el que se nos da cuenta de las consideraciones de un yo que deja en palabras las interrogaciones de los días, esas filigranas que marcan la caligrafía de los sentimientos

 

sábado, 2 de marzo de 2013

AUTOBIOGRAFÍA

Madrid, 2013. Fotografía de Giuliana Calabrese. 
Autobiografía

También soy yo
por la fidelidad a mis contradicciones;
por permitir gozoso,
cuando las plazoletas solitarias
reivindican el silencio y la sombra,
que un recuerdo me asalte en el espejo
como un rastro de luz, leve, intangible,
e inicie una liturgia
de nombres, fechas, gestos
y túmulos de sueños,
nadando alborozados en el mar
de una cronología sospechosa.

Tanta dulce mentira esconde a otro.

   (De Causas y efectos, Sevilla, 1997)