sábado, 31 de mayo de 2014

RAFAEL BARRETT. TRAZOS.

Reflexiones y epifonemas
Rafael Barrett
selección, edición y prólogo de
Cristian David López
Renacimiento, Sevilla, 2014

UN AFORISTA ETICO
 
  Como senderos intactos que se borran cuando dejan de transitarse, convertidos en campo abierto, los escritores sufren la erosión del tiempo o acaban diluidos en las notas de pie de página de manuales amarillos. El rescate de los olvidados por la cronología literaria tiene mucho de reivindicación y es un acto de justicia.
   Cristian David López (Lambaré, Paraguay, 1987), poeta y narrador asentado en Oviedo, es el responsable directo de esta amanecida en Renacimiento de Rafael Barrett, cuyos avatares biográficos conectan con la bohemia, el modernismo y, tras su exilio en Latinoamérica, con el mapa cultural paraguayo en el que tuvo un notable papel galvanizador. El prólogo recoge de forma ejemplar un itinerario que, tras ser reconocido y jaleado por sus coetáneos, cambió de rumbo por contingencias que provocaron el abandono del país y una pérdida del lugar.
  El meditado acercamiento de Cristian David López instala en la memoria la travesía de Rafael Barrett desde su nacimiento en Torrelavega (Cantabria) en el año 1876. Tuvo una amplia formación intelectual y una continua presencia social, junto a renombrados protagonistas de la época. Una acusación judicial determinó el quebrantamiento. Abandonó España para asentarse primero en Argentina y más tarde en Paraguay donde trabaja como corresponsal de prensa. La situación del entorno radicalizó ideas y acrecentó sus continuas denuncias contra el gobierno de la dictadura. La salud estos años se debilita, aunque llevará a cabo una intensa labor hasta su muerte en 1910.
  Reflexiones y epifonemas compendia su labor aforística. Incluye los textos reflexivos del autor y además trazos dispersos en su obra que pueden considerarse apuntes del género. En los aforismos de Barrett es esencial la curiosidad de intereses, aunque sobresale la mirada ética. El acercamiento crítico al entorno percibe disonancias graves y por ello sus “reflexiones” postulan el epitelio de una realidad en la que se advierten fracturas.  El lenguaje preciso y directo de “Reflexiones” muda en “Epifonemas”, una zona creadora que exige un desarrollo argumental más amplio; los textos adquieren un enunciado argumental o, por momentos, se aproximan al cierre conclusivo de las fábulas, como si fuese preciso descubrir un sentido didáctico. Es verdad que el epifonema, como figura retórica, tiene como efecto principal el subrayado de una idea anterior, sobre todo a partir de una exclamación de cierre, pero esta norma retórica no supone para el escritor un reducto dogmático y emplea el epifonema con un carácter bastante amplio, en el que caben la parodia, el humor, la crítica o la secuencia costumbrista.  
   Barret percibe el acontecer como un concepto movedizo y cambiante y convierte a su literatura es un estado de alerta, dispuesto a percibir su carga paradójica y a dejar sitio a sus pensamientos sobre un único tema: el hombre. 

viernes, 30 de mayo de 2014

CALA.

Ibiza, 2014

 
 
CALA
 
                                   para Adela, en el regreso
 
Motas de sol.
Jardín privado. Mar.
Aquí me quedo.
 
 
 

miércoles, 28 de mayo de 2014

SUSANA BENET. LA DURMIENTE.

La durmiente
Susana Benet
Pre-Textos, Poesía
Valencia,2013
 


DESTELLOS
 
   La dedicación de Susana Benet (Valencia, 1950) a la escritura de haikus y su práctica de la acuarela fortalecen una sensibilidad creadora impresionista y sensorial, atenta a los matices y al respirar pausado de un entorno repleto de sugerencias cromáticas. Autora de los poemarios Faro del bosque, Lluvia menuda, Huellas de escarabajo y Jardín, la lírica de Susana Benet, por su coherencia, ejerce un incansable impulso renovador de la estrofa japonesa, ya aclimatada a nuestra tradición; en efecto, nadie niega la potencia expresiva del haiku porque su mínimo formato se ha liberado de ser una poesía de estaciones y  aborda cualquier asunto.
  Emily Dikinson y Juan Ramón Jiménez, dos solitarios paradigmáticos en la entrega íntima y total a la propia obra, sirven de apoyatura inicial a su última salida, La durmiente, donde la autora se libera, por primera vez, del esquema formal japonés para firmar composiciones cortas, escritas siempre en verso libre. 
  La  apertura, “Como el vuelo” reflexiona sobre el ser germinal de la palabra. Llega inadvertida, como un impulso fuerte que requiere salida, y poco a poco adquiere la intensidad del canto. Los poemas nacen al paso, porque el entorno está colmado de estímulos. En “Quietud” los versos se asoman a esos enlaces que relacionan elementos dispares, por ejemplo un gato y un árbol, dos presencias cercanas compartiendo el silencio y la calma del acontecer.
  Los textos sugieren ventanas entreabiertas que hacen posible la contemplación; ante la mirada emerge un paisaje cambiante y encendido, cuya estela fugaz se desvanece; la palabra captura ese resplandor transitorio, intuye el vuelo de lo que acontece y en el pensamiento encuentran resguardo las humildes certezas del existir.
   El ideario estético de La durmiente recuerda al lector lugares de encuentro con itinerarios poéticos cercanos, como los protagonizados por Eloy Sánchez Rosillo, Antonio Cabrera o Antonio Moreno. Todos comparten con Susana Benet la tangible presencia del paisaje natural y la vinculación con una tradición meditativa de la que también formarían parte Francisco Brines y César Simón. La naturaleza crea una corriente anímica de aceptación; el silencio descubre el asombro feliz de quien percibe. Las cosas aparecen cercanas y entrañables, como señales que van jalonando el discurrir de la travesía vital.
   Luminosa y transparente, la poesía de Susana Benet desprende un aire de naturalidad abierta. En ella cabe intacto un boceto emotivo de lo real, un dibujo de lo cotidiano que trasciende la mera apariencia. Su voz ahonda en el conocimiento de la propia identidad a través de elementos referenciales que nos dejan en el umbral de su significado, en la cumplida víspera del canto.  

martes, 27 de mayo de 2014

EL BIÓGRAFO DE JORGE LUIS BORGES.

Jorge Luis Borges (1986-1899)
EL BIÓGRAFO DE BORGES

                                                                       Para Hugo Izarra,
                                                        por la música del atardecer

    Incansable labró durante una década una biografía ponderada de Jorge Luis Borges. Con libros y plumas se encerró en la buhardilla, ahuyentó compromisos y afectos, y desde la amanecida hasta el ocaso consultó ensayos, cuentos, poemarios, reseñas y esos panegíricos circunstanciales que glosan la jerarquía del argentino.
    Tras la enésima corrección de pruebas, se editó la obra. El biógrafo, satisfecho y exhausto, nunca más regresó a los esforzados renglones de aquel libro; era la perfección, el trabajo bien hecho.
   Sólo tenía una errata, una paradoja casual. El tenaz biógrafo confundió fechas; anticipó la muerte ochenta y siete años al nacimiento en Buenos Aires.
   Un lapsus ligero, perdonable, que no hubiese disgustado al mismo Borges.
 

lunes, 26 de mayo de 2014

EN EL PARQUE...

Parque del Retiro, Madrid

LOS PARQUES

            Para Hilario Barrero

Suelo ser yo
sentado en algún parque,
cautiva la mirada en el azul lejano,
releyendo los libros que reiteran
-qué duda cabe, con verbo más hermoso-
mis propios pensamientos;
pensando en ti
                      y en ti
                               y en ti,
datos baldíos
a implacable distancia
de lo que ayer nombraron;
recuperando huellas que confirman
que el viaje continúa,
ignorando el reloj, midiendo el tiempo
a saltos de gorriones.
Suelo ser yo, decía,
sentado en algún parque;
las otras veces me parezco.

    Población activa, Deva, Gijón, 1994

domingo, 25 de mayo de 2014

JULIO CÉSAR GALÁN. SIGNOS Y PÁJAROS.

Inclinación al envés
Julio César Galán
Editorial Pre-Textos, Valencia, 2014

 
SIGNOS Y PÁJAROS
 
   Nuevo lugar de encuentro. Me enfrento por primera vez con la poesía de Julio César Galán (Cáceres, 1978), a pesar de su bagaje creador y de sus sondeos en una identidad múltiple que ha creado heterónimos como el ornitólogo Luis Yarza, el vitalista Pablo Gaudet y la inconformista Jimena Alba. Así que me viene bien apoyarme en algunas entrevistas digitales y en el asidero del prólogo, una introducción de Juan Andrés García Román, firmada en el futuro, ese tiempo especulativo en el que apenas quedan indicios, con una zona cero para recordar que la tradición lírica murió por reiteración y agotamiento. Buen comienzo para alertar sobre una poesía que borra cualquier afinidad con una estructura argumental basada en el intimismo autobiográfico y que considera al poema como un ensayo sensitivo, una definición que amalgama en el verso reflexión metaliteraria y percepción, o lo que es lo mismo: razón y sentimiento. 
   Una nota inicial confirma el dilatado espacio de escritura de un libro que integra composiciones escritas entre 2004 y 2013 y que es sólo un vértice de una trilogía, conformada por las entregas Tres veces luz y  Márgenes. Sólo queda, tras las citas de apertura estar atentos a la respiración del poema que nunca se concibe como meta final sino como una obra abierta a las variantes, en el que tienen sitio marcas textuales que sugieren otros itinerarios, otros puntos de fuga.   La poesía de Julio César Galán nace desde la indagación, no es un reencuentro con las pavesas preservadas en la memoria; por eso es una lírica de interpretación compleja para la subjetividad del receptor. El sesgo enunciativo del discurso no crece en línea recta, a través de un avance cuya brújula es un soporte anecdótico; los versos buscan imágenes - el pájaro es un símbolo reiterado-que confían en la sugerencia y en la imprecisión: “No era un día más en la tierra, / las manos difuminan tanto sus formas / que deshacen sus bordes. / la claridad es siempre una presencia, / ha dejado de ser una abstracción, / ya puedo acariciarla “.
  El ser del poema nace de lo que se intuye, es una forma abstracta que resalta su presencia y genera una fuerza expansiva, un impulso que traspasa lo concreto para definir una filosofía que consiga entender el misterio de espacios y tiempos.   En las notas finales el poeta adopta la identidad del erudito para abrir nuevos significados. El material glosado es muy diverso. Se clarifican pormenores del taller de autor citando versos excluidos y se citan textos complementarios que fueron detonantes poemáticos; en último término, las notas sugieren una faceta más del poemario a través de la prosa con definiciones muy precisas como la que sigue: “Soy Inclinación al envés, libro de poesía que gira en torno a lo invisible y trata de hacerlo visible.  Que expresa –por decirlo rápido- la forma del vacío, que es indecible, y nos la devuelve convertida en ruptura e imprevisibilidad”.
   En el publicitado contexto poético actual, Julio César Galán aparece como un raro que se resiste a una caracterización gregaria. No sólo porque puedan buscarse sus predecesores más en la lírica latinoamericana que en la hispana – Raúl Zurita, Eduardo Millán o José Watanabe…- sino porque su poemario conecta con sensibilidades poéticas singulares como Julieta Valero, Yaiza Martínez o Juan Andrés García Román. Su poesía da forma a los interrogantes de la conciencia, sondea paradojas en las que el yo solitario coteja cicatrices y, al mismo tiempo, percibe la epifanía del amor, un pájaro simbólico que aletea en la luz.

sábado, 24 de mayo de 2014

PEDRO OJEDA ESCUDERO. PAVESAS.

Echo al fuego los restos del naufragio
Pedro Ojeda Escudero
Fotografías de Javier García Riobó
El brut de los corazones solidarios
Béjar, Valladolid, 2014

 
PAVESAS

  La notable difusión digital del blog “La acequia” ha trazado un claro perfil intelectual del profesor universitario Pedro Ojeda Escudero. Desde hace unos años, sus entradas en la red son un impulso continuo de lectura y un soliloquio reflexivo sobre los titulares de la actualidad. Ahora presenta su segundo libro, Echo al fuego los restos del naufragio, que aporta en la edición con fines solidarios, junto a sus textos en verso y prosa, las imágenes de Javier García Riobó.
  No cuesta mucho enlazar la semántica del llamativo título con la sensación de agravio que genera un tiempo detestable. La incontenible crecida enloda un estuario de crisis individuales y sociales ante un futuro incierto que anula alternativas e invita a la deriva de soluciones individuales y reaccionarias.
   Desde este mirador de angostura, Echo al fuego los restos del naufragio supone una indagación autobiográfica de quien pretende saber las causas del naufragio con la lucidez de oír respuestas que no aboquen al desamparo o a un litoral de pesimismo nihilista y sombrío.
  Se ha escrito demasiadas veces que la poesía no sirve para nada, salvo para conocerse mejor; por ello el profesor Ojeda Escudero arranca su periplo indagatorio con un poema de partida: “Tras buscar un alma en ellos, / echo al fuego los restos del naufragio”. Con ese tono directo y enunciativo, sin hermetismos, los versos describen un entorno aterido donde lo temporal agita las tercas huellas de lo vivido. Las cosas no tienen alma, pero hablan de quien dejó en sus formas el tacto y la caricia.
   La historia cultural, desde Grecia, ha hecho del hombre medida de las cosas, así que resulta lógico abordar los efectos de la crisis en la epidermis del protagonista verbal. El parte de estragos y las manchas sombrías en la fachada de lo cotidiano son argumentos de otros tantos poemas que transmiten el clima de fragilidad vulnerable; así lo percibe la sensibilidad individual.
  La lectura de lo real nunca es continua; se hace con secuencias al paso en las que se alojan vivencias que van marcando la mirada. Somos para la muerte y esa finitud del cuerpo va ausentando presencias que durante mucho tiempo fueron refugio y compañía. Azaroso e imprevisible, el final de ciclo deja su rastro de hospitales y dolor, su dignidad escrita en el silencio de quienes contemplan los últimos latidos y su indefinición sobre el destino de cualquier existencia.
   Ninguna biografía traza una línea coherente; todos consumimos senderos que nunca despejan el horizonte, que suman desplazamientos de ida y vuelta o itinerarios sin estaciones finales. Pedro Ojeda Escudero describe su particular recorrido por la incertidumbre, con el lirismo de quien sabe que en algún recodo está la amanecida, un sitio de claridad y tierra firme que borrará los restos del naufragio. Que aventará pavesas.       

 

viernes, 23 de mayo de 2014

UN DUQUE EN RIVAS

Ángel de Saavedra, Duque de Rivas (1791-1865)
UN DUQUE EN RIVAS

     A mis alumnos de Geografía e Historia

   El instituto donde imparto clases de Geografía e Historia desde hace diecisiete años celebra hoy una jornada cultural. En ella intervienen, junto a los alumnos matriculados, profesores y alumnos de cinco países europeos que visitan nuestras aulas con motivo del Proyecto Comenius, una iniciativa de intercambio educativo. Se multiplican las actividades: concursos gastronómicos, olimpiadas matemáticas, exposiciones, encuentros literarios;  y a mí me toca impartir una conferencia sobre Ángel de Saavedra, ese desconocido que nos ha prestado su nombre.
 Resulta paradójico que un municipio de izquierdas y republicano tenga como figura más significativa en su historia a un duque escritor. Y yo voy a difundir en las aulas su legado literario y las circunstancias más relevantes de su biografía, cuyo tramo más complejo coincidió con la invasión napoleónica y la década absolutista de Fernando VII.
   Hoy dibujo la imagén romántica de un personaje que tiene dos centros básicos en su creación: el teatro y la poesía; no queda tiempo para adentrarme en el laberinto de títulos que conforma su bibliografía. Basta con dejar constancia del papel principal de Ángel de Saavedra y con airear la curiosa mirada de nuevos lectores. No es poco.   

jueves, 22 de mayo de 2014

SOBRE LA RAMA


SOBRE LA RAMA
 
                                                Para  Esther Muntañola

Sobre la rama,
aterida vigilia,
tiembla el zorzal.

martes, 20 de mayo de 2014

KARMELO C. IRIBARREN. DIARIO DE K.

Diario de K.
Karmelo C. Iribarren
Colección A la mínima
Renacimiento, Sevilla, 2014

LA PROSA DE LA VIDA
 
   En su versión más ortodoxa, el diario es un género solipsista que pone los ojos en la dinámica vital. Con tediosa paciencia recolecta pormenores y ajusta fechas que resumen la cronología de un recorrido personal. Diario de K, cuya llamativa cubierta reproduce un primer plano del autor, no cumple esta premisa, así que caben dos especulaciones; una, que Karmelo C. Iribarren haya escrito una autobiografía heterodoxa y diferente, dispuesta a poner brisa fresca en el cuarto cerrado de lo previsible; y dos, que el poeta donostiarra haya elegido este título sin pensar en acotaciones genéricas, solo atento a la incansable caligrafía de la buena literatura. De otras especulaciones ya se encargará el lector.
   La introducción de Enrique García Máiquez alude, con precisos argumentos a “la condición autobiográfica y vivida de estas prosas, que transmiten una indiscutible sensación de cercanía y coherencia”. Las páginas muestran una indagación que adquiere el ajustado formato del aforismo, razón por la que esta entrega se edita en la colección A la mínima, de Renacimiento. Ya he comentado otras veces esa insólita capacidad de abrir ventanas que tiene el aforismo y, de igual modo, es elogiable su disposición para cobijar agudeza y conocimiento, sin subirse al estrado de lo declamatorio. Los textos, en su diversidad, se encadenan con el sereno enlace de un viandante que mira dentro y fuera, para que el conjunto encaje como si fuese un puzle unitario.
  Los días laborables  viajan hacia el crepúsculo con una grisura pactada, pero sólo en apariencia; en su dermis subyace lo incógnito, eso que pugna por pasar inadvertido a los ojos de casi todos. De ese modo, el aforismo se define por su afán de búsqueda, por su quehacer para mirar resquicios. En Karmelo C. Iribarren existencia y escritura conforman una sociedad limitada, que no admite masa social y se distribuye las funciones mediante acuerdos tácitos. Por ello, la existencia es una veta natural que permite explorar las calles céntricas del yo, ese sitio monumental que cobija los sentimientos y las idas y regresos hacia los demás; se trata de pautar con el otro un acuerdo de mínimos frente al acontecer diario y que está hecho de argumentos sencillos para que el ruido de fondo de lo cotidiano amortigüe su incoherencia y fluya un discurrir apacible; cada sujeto define las propias estrategias de autodefensa frente al temporal de la calle. Y la otra veta nace de la escritura que es, al mismo tiempo, tradición lectora y práctica de una sensibilidad que glosa en distintos formatos las habituales obsesiones de la escritura.
   Diario de K es un espacio de acogida para la confidencia. Hace memoria de los días con voz dialogal, como suenan los soliloquios que comparten pensamientos y filosofías de bolsillo, que no necesitan el paratexto de la erudición. Karmelo C. Iribarren escribe con palabras que inspiran confianza y que trazan en el rastro fugaz de lo vivido algunas razones para el optimismo. Hay que saber mirar: “la prosa de la vida está llena de poesía”.

lunes, 19 de mayo de 2014

(Bro)MURO DE FACEBOOK


(Bro)MURO DE FACEBOOK
 
A quien piensa que el cerebro en el hombre es una posibilidad
                           
   Soy un ingenuo para laboratorios. Bajo la sombrilla de las buenas intenciones, en un muro de facebook comenté mi desacuerdo casual con uno de esos chistes que resumen el ego masculino en una musculatura imponente, en busca de oquedades para dejar tinta blanca y viscosa.
   Horas después, respondió la propietaria del muro, ofendida y distante, apelando a la libertad de expresión. Con verbo feminista, de ubre seca, clausuraba el mensaje, abriéndome la puerta para que abandonara cabizbajo su territorio digital.
   Despedida y cierre. Lo hice de inmediato, con la resignación de quien sabe que la grandilocuencia tiene un cerebro chismoso y reciclado, que ocupa cada noche algún trastero.

domingo, 18 de mayo de 2014

LAS LEYES DE LA HERENCIA

Oropesa del Mar (Castellón), mayo 2014
Fotografía de Adela Sánchez
LAS LEYES DE LA HERENCIA

                  Para Adela, por el fin de semana

Otra noche con la quietud filosa del rompiente.

Sinceridad confesional; y su cinismo queda dibujado con nitidez matemática.

Hay encuentros que parecen trazados con el cartabón formal de un soneto.

Heredó la nada. Y en esa nada encontró mucho.

miércoles, 14 de mayo de 2014

LUIS BAGUÉ QUÍLEZ. GEOGRAFÍAS

Paseo de la identidad
Luis Bagué Quílez
XII Premio Emilio Alarcos
Visor, Madrid, 2014
 
GEOGRAFÍAS

   Poeta, editor, ensayista y doctor en Filología Hispánica, Luis Bagué Quílez (Palafrugell, Girona, 1978) consiguió el Premio de Poesía Emilio Alarcos, en su XII convocatoria, con el libro Paseo de la identidad, sexta entrega de una prestigiada tarea creadora.
  Cuando se comentan itinerarios afloran de inmediato etiquetas clasificatorias y clichés formales, como si el territorio poético tuviese una estructura circular, con perímetros cerrados y contundentes. No voy a urdir más digresiones sobre un asunto que suele generar simplificaciones y malentendidos. Me centro en la lectura de Paseo de la identidad, un poemario singular e inflexivo, cuya imagen de cubierta reproduce la entrada de un turístico lugar de encuentro: la plaza principal de Puerto Iguazú, localidad argentina del nordeste, en la provincia de Misiones, un sitio que propone al visitante un recorrido visual por seis murales de artistas que ayudan a conocer la historia del ser colectivo. 
    De modo explícito, el título del libro certifica el eje argumental del conjunto: la noción conceptual del ser ontológico, siempre llena de conexiones temporales y espaciales. Pero la identidad glosada no es continua ni permanente; se percibe desde la fragmentación y el cambio, como si la recepción buscara indicios, especulaciones sobre ámbitos mudables.
    Norteamérica, paradigma y síntesis de la aldea global, ha creado una cultura planetaria. En cualquier esquina aparece su proyecto civilizatorio con una iconografía de influencia incesante que hay que descubrir porque es símbolo de modernidad. La mutación y el tránsito son signos que definen el ahora, un tiempo que comparte iconos y que concede rasgos intercambiables. Las palabras no definen, plantean dudas, formulan paradojas, establecen la caducidad de los principios. En itinerarios discontinuos, el yo poemático está obligado a cuestionar qué elige o renuncia, a percibir luces y sombras, a buscar la belleza en la retórica de lo cotidiano, donde todo es soluble  apariencia. 
  El poemario recorre otras geografías que se contraponen al paisaje visual de USA; están, por ejemplo, los espacios naturales de Mar del Plata y su fauna; o los leones marinos de San Francisco. Organigramas colectivos que reiteran hábitos sociales de manera simbólica.
   Pablo Neruda, en versos memorables, hablaba de lo inmenso del océano, “era grande, desordenado y azul y no cabía en el mapa”. Y era solo una parte de un mundo cuya materia prima, abierta a los sentidos, propone un permanente diálogo con el pensamiento.  De su amplitud y diversidad, de esa vocación de collage dejan constancia  composiciones como “Agua corriente” o “Tierra roja”.
   Escribí al inicio de esta reseña que Paseo de la identidad es una entrega diferente e innovadora porque afronta de modo directo una renovación de asuntos y por la calidad de sus imágenes. Lean la poética que cierra el conjunto, en la que se manifiesta cualquier renuncia a dialogar con la rutina de lo previsible y  exige al verso su capacidad de sorpresa.
   Paseo de la identidad es en buena medida un libro de viajes, un registro testimonial de caminos entrelazados. Versos de geografía y pensamiento que trazan, con excelente poesía, coordenadas al paso de un discurrir intenso y paradójico. 
 
 

 

martes, 13 de mayo de 2014

POESÍA EN LEGÍTIMA DEFENSA

En legítima defensa
Poetas en tiempos de crisis
Prólogo de Antonio Gamoneda
Coordinación literaria: Manuel Rico
Bartleby Editores, Madrid 2014 (2ª Edición)

POESÍA Y CRISIS

 
   Utilidad comunitaria de la poesía; arte que tiene una nítida conciencia de su integración activa en el devenir social; política poética. Premisas sin respuesta que salen al paso al abordar la lectura de En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis, una llamada al orden cultural de Bartleby Ediciones en la que conviven poemas de cuatro generaciones en activo, desde la inolvidable Generación del 50 hasta amanecidas individuales que apenas han dejado en las estanterías los primeros rayos escriturales.
  Firma la breve introducción el poeta Antonio Gamoneda. En las disquisiciones del Premio Cervantes leonés se percibe de inmediato un alineamiento claro con el compromiso. Sus aseveraciones proceden del andamiaje de esos reiterativos titulares que prodigan los periódicos. Respiramos una ominosa crisis económica expandida de forma global, cuyos efectos secundarios se multiplican. En todos los continentes hay un enquistamiento de la riqueza, una concentración desaforada de los medios de producción y una erosión sostenida de los estratos más vulnerables. El capitalismo y la economía neoliberal prodigan mecanismos de ajustes para mantener las balanzas contables y, una vez más, se traza una divisoria profunda entre privilegiados y no privilegiados, entre conglomerados financieros y la miseria de los periféricos. Este es el desolador panorama que Antonio Gamoneda resume en el prólogo. Y en ese contexto se vuelven a plantear las eternas dubitaciones sobre el sentido de la escritura: “Para qué la poesía? ¿Es posible creer aún que la poesía es un arma cargada de futuro, como escribió Celaya? ¿Peca de ingenuidad quien sostiene que en el arte se pueden preservar algunos ideales utópicos? ¿Tienen las palabras carácter revulsivo?... Son hipótesis que no hace demasiado tiempo justificaron libros referenciales de la poesía de posguerra – Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro…- y que en la antología En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis se pronuncian de nuevo.
   En la copiosa selección de más de doscientos autores hay un variado andamiaje argumental, un posicionamiento plural y la convicción de que los poemas introducen en el silencio de la resignación un análisis crítico que descubre el preciso contorno de lo colectivo. Utilizando un aserto que Antonio Machado citó en su proyectado discurso de ingreso en la Academia de la Lengua: “una anticipada descarga de la conciencia”.
   Frente a la literatura del yo ensimismado que tiene en su propio ámbito un único anclaje escéptico y sedentario, por la provisionalidad de sus certezas, retorna la poesía del nosotros, aquella que se propone como conciencia moral que galvaniza un mundo precario y no cierra los ojos ante la incoherencia. Los versos tienen de nuevo la posibilidad de crear enlaces entre las palabras y el cuerpo social y a ello se aplica un amplio listado de voces y una ecléctica pluralidad de registros, desde el marco figurativo hasta el irracionalismo, desde la proclama libertaria hasta el discurso experiencial.
  En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis es una compilación en la que ética y estética dialogan con la convicción de que el compromiso no es nunca un gesto efímero y voluntarista, una formulación a gritos de retórica panfletaria, sino una obligación diaria del hombre de la calle, del poeta.

lunes, 12 de mayo de 2014

JOSÉ LUIS CANCHO. LENTO PROCESO.

Lento proceso
José Luis Cancho
Papelesmínimos, narrativa
Madrid, 2014 

EN CÍRCULO

   La actividad creadora de José Luis Cancho (Valladolid, 1952), que acoge hasta la fecha tres títulos, El viajero junto al mar, Grietas e Indicios, tiene inclinación manifiesta hacia la clave introspectiva, una estética minoritaria en la ficción actual, dada a estridencias y efectos especiales, pero que cuenta con valores, por ejemplo, tan estimables como José María Guelbenzu.
   En las estrategias de esta tendencia, el protagonista verbal suele ser un yo desdoblado que cataliza conflictos, pero la sinceridad confesional no debe leerse como página autobiográfica sino como transformación continua de lo real en materia narrativa que entrelaza invenciones y vivencias. El argumento tiende a ser una fermentación ensimismada que contempla los reflejos especulares del sujeto; se reconstruye la vida al paso de un espíritu nómada, con sus derrotas, desajustes, espejismos y construcciones.
    En la forja de expectativas y en su modo de enfrentarse a la realidad se define el retrato textual. La escritura perfila una presencia que prefiere los márgenes y que hace del estar solitario una actitud durable. Consume tiempo frente a sí mismo o frente a sus heterónomos, esas máscaras machadianas disgregadas que viven en plural cada existencia. Así sucede con la cuarta entrega de José Luis Cancho, Lento proceso, una novela breve escrita en torno al desplazamiento circular de un escritor que para romper su sequía decide recuperar un escenario del pasado, una playa semivacía y natural en Málaga. En ese rincón perdido esconde la inercia de tantos años de estiaje y da refugio a sus obsesiones. Aquel sitio dispara sus procesos mentales; la creación convive con largos periodos de silencio y meditación contemplativa. El primer gesto del viajero al elegir sitio en la playa es ubicar su mesa de trabajo junto a la ventana, para que en la retina convivan el folio manuscrito y el horizonte azul de mar en movimiento. En ese ámbito deshabitado sus necesidades encogen hasta escuetos parámetros de supervivencia. Pero logra desandar erl camino de silencio de tantos años y regresa con un manuscrito completado; ha construido una nueva obra.
    Los discurso interiores de Lento proceso enlazan los días del pasado y el ahora, como si ambos tiempos mantuviesen un diálogo abierto en el que regresan vivencias y encuentros. La madera del hoy encaja sus raíces en el pasado; por ejemplo en el acercamiento a los personajes femeninos en el que siempre es más importante el legado del deseo que la plenitud del encuentro físico o la constatación y madurez de la amistad. Los nombres propios, como Adriana, Carmen o Julia, acaban disueltos en el sosegado silencio de la distancia.
   Lento proceso  en su desarrollo argumental recurre al relato autónomo inserto en el cauce principal; de este modo, el lector puede seguir el hilo a los complementarios del yo, que buscan su papel y hablan con una voz llena de sonoridades. La introspección convive en ese largo viaje de ida y vuelta con la crónica del entorno familiar, llena de cicatrices y troquelada en tristeza y con ese diario de viaje que cada sujeto realiza en la búsqueda de realizaciones significativas. Una característica común que vincula al yo biográfico con cada uno de los personajes que habitan sus sueños. José Luis Cancho nos deja una novela compleja, en torno al diálogo entre escritura y vida, que es al mismo tiempo testimonio de un empeño y catarsis escrita.

domingo, 11 de mayo de 2014

CAÍDA.


CAÍDA
 
                                                                     A quien miente a diario

   Nos gustaba el asombro de aquel paraje. Una roqueda a tajo, a la vez refugio e intemperie. Mientras me abrazaba por la espalda, yo leía un aforismo premonitorio que había copiado de un libro de Karmelo C. Iribarren: "Mujeres de miradas dulces con acantilados detrás". Después sufrí la brusquedad del empujón, pero no sentí el mar ni parecían reales las frías aristas del rompiente. 
   Caí sobre hilos de espuma, con la velocidad del sueño.  

viernes, 9 de mayo de 2014

GEOGRAFÍA LOCAL.

Cortados de Rivas-Vaciamadrid (Madrid) 
GEOGRAFÍA LOCAL
 
                                         Para Malale, que viajó al desierto
 
 
En la franja de tierra pedregosa, intento sembrar trigo.
 
También en mis espejos una sensación conocida: la decepción.
 
Los que dramatizan sufren de continuo la necesidad de otro escenario.
 
Hay besos que tienen humedad musgosa.
 
Un miedo distinto al miedo.
 
Esa voluntad que a medio camino se queda traspuesta. 

jueves, 8 de mayo de 2014

ANTONIO MORENO. EL VIAJE DE LA LUZ.

El viaje de la luz
(Antología poética)
Antonio Moreno
Prólogo de Vicente Gallego
Renacimiento, Sevilla, 2014
 
DÍAS DE AIRE CLARO

    Antonio Moreno (Alicante, 1964) irrumpe en la poesía en la amanecida de los años noventa. Era el tiempo del realismo experiencial, una tendencia musculosa y expansiva que en aquel momento creaba escuela y ocasionaba no pocos enconamientos líricos al ser acusada con reiteración de ser la causa epidémica de todas las desdichas: concesión de premios literarios, presencia en los medios, dominio del organigrama universitario de cursos y ponencias y manipulación de cualquier compilación antológica…. Con ese panorama, aunque su poesía mediterránea busque una línea clara y una expresión comunicativa, austera y luminosa, Antonio Moreno optó por el sosiego de la media distancia y la descansada vida de quien prefiere construir una senda personal, alejado de focos y estridencias.
   Así  lo recuerda el cordial prólogo de Vicente Gallego: “Hay autores que apuntalan su obra con la prisa y con la paja de su ubicuidad en el mundillo de los comercios literarios, porque nadie puede librarse de su carácter y de las circunstancias que lo favorecen; y los hay que la construyen con la piedra de la paciencia y con las manos limpias de toda espuria expectativa. “ Suscribo la valoración del poeta valenciano sobre la magnitud creadora de Antonio Moreno. El volumen Intervalo, editado en 2007 recogía la obra completa, formada hasta ese momento por siete entregas; el título del conjunto ya fue utilizado en un significativo poema de Polvareda, al que pertenecen estos versos: “No pretendo llegar a ningún sitio, / y sin embargo escribo cada noche. / Decir es dirigirse a algún lugar, / marchar a alguna parte, a un destino / al que uno se encamina con palabras / crecidas, luminosas como el cielo / de originaria y blanca luz nocturna ". En 2010 se publica la última estación, Nombres del árbol, hito central, pronto reconocido con el Premio de la Crítica Valenciana.
  El título de esta antología no oculta la filiación a una poesía meditativa, que enlaza lo pensado y lo sentido y que ha tenido en las últimas décadas cultivadores de primera línea como Francisco Brines, César Simón, Eloy Sánchez Rosillo o Antonio Cabrera, nombres propios con los que la poesía de Antonio Moreno tiene claras confluencias.
  El poeta es poco dado a contradecir sus hábitos formales, el uso del poema corto, con predominio de un ritmo versal endecasilábico, poemas en verso libre y tendencia al cierre aforístico; asimismo es ajeno a la digresión teórica, prefiere dejar la mano suelta en el desempeño de una labor creadora que traza una suerte de diario poético; los poemas acogen los continuos destellos del discurrir; con precisa palabra se capturan instantáneas percibidas por los sentidos o se evocan circunstancias biográficas o detalles concretos de un entorno pleno de estímulos vivenciales que en su fugacidad aguantan firmes.  
   El viaje de la luz nos deja un primer plano del perfil poético de Antonio Moreno. Un acercamiento hecho de trazos firmes y tangible emoción, en el que encuentran sitio el afán de trascendencia del ser ante un devenir que oferta cada día sus asombros y el remanso de una realidad que hace posible un existir elemental y puro, un respirar en días de aire claro.     

martes, 6 de mayo de 2014

ESTACIÓN POESÍA

Estación Poesía
nº 1, Sevilla, primavera 2014
Director: Antonio Rivero Taravillo
Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla
Contacto y suscripciones: estacionpoesía@us.es 

NUEVA REVISTA LITERARIA

   Aire de primavera. Nace Estación Poesía, una revista literaria en papel, impulsada por el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla y dirigida por el escritor Antonio Rivero Taravillo. La carta de presentación deja claro el monolitismo genérico con un litoral lleno de nombres relevantes que ocupan la plaza central de la actualidad lírica. Cito algunos: Felipe Benítez Reyes, Jesús Aguado, Erika Martínez, José Manuel Benítez Ariza, Trinidan Gan, Álvaro García, Hilario Barrero, Susana Benet, Juan Manuel Macías... una treintena de voces, casi todas con reconocido historial poético.
  Completa el material de esta amanecida un apartado de reseñas, escrito por Juan Carlos Abril, Carlos Alcorta, Francisco José Martínez Morán y Toni Montesinos, junto a una colaboración más extensa de Olga Redón en torno al epistolario cruzado entre Vicente Aleixandre y el poeta cordobés Ricardo Molina.
   Asumiendo sin traumas las particulares condiciones del mercado, Estación Poesía viste un formato sobrio y ligero, diseñado por  F. Javier Martínez Navarro; una revista dispuesta a recorrer la geografía del mapa lírico actual y a dejar sitio a sus habitantes más cualificados Un empeño que merece atención y apoyo. En ello estamos.

lunes, 5 de mayo de 2014

CICLO DEL AGUA



CICLO DEL AGUA
 
                                       Para Amanda, siempre en movimiento
 
   La frágil transparencia de aquel río se confundía con la desnudez, lo que extremaba la sensibilidad del cauce a los cambios de temperatura. De madrugada las aguas eran sólidas. Con las primeras briznas de sol se licuaban. A mediodía las altas temperaturas enredaban al río en redes de niebla, en un reiterativo proceso de nubosidad variable.   

domingo, 4 de mayo de 2014

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.

Memoria de mis putas tristes
Gabriel García Márquez
Mondadori, Barcelona, 2004
 
RESISTIR AL TIEMPO
 
    Hay escrituras que tiene el rigor modélico de la madurez. Constituyen una garantía de talento porque protagonizan un itinerario creativo singular e irrepetible. A partir de un determinado título se les concede la categoría de clásicas y únicamente deben fidelidad a la propia estética para que no abandonen sus parcelas temáticas y cobijen bajo el abrigo de obsesiones y recursos de una cosmovisión definitoria. Gabriel García Márquez (Aracataca, 1928-2014), mucho antes de que recibiera el refrendo de la Academia Sueca, había publicado, en 1967, Cien años de soledad en la editorial Sudamericana de Buenos Aires y se convirtió, en un breve paréntesis, en icono literario mundial aunque, las entregas posteriores nunca sobrepasaron la relevancia de aquella novela que narraba la saga de los Buendía en la intemperie de Macondo, por más que acumularan reediciones con insólita precisión.
   Tras diez años de silencio –atemperados por la aparición de Cómo se cuenta un cuento, un libro didáctico sobre las posibilidades narrativas del guión cinematográfico, y Vivir para contarla, su literatura autobiográfica- aparca en los escaparates Memoria de mis putas tristes con una tirada inicial de un millón de ejemplares para la geografía hispanohablante y con el anticipo de ediciones piratas en su país natal que han propiciado la teoría de algunos reajustes en prosa de última hora.
   La nueva obra apenas sobrepasa el centenar de páginas  y se ciñe a un montaje sencillo. Revela la historia personal de un hombre que da salida al deseo para celebrar su noventa cumpleaños. Contrata a una joven prostituta. Pero el episodio erótico es sustituido por una evocación memorística de lo vivido. Más que una colección de peripecias amorosas se recrea la aprehensión del marco externo a partir de los sentidos y el arduo aprendizaje de lo sentimental.
    La platónica relación con la adolescente se inspira en La casa de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata (1899-1972), cuyo magisterio ya utilizó en 1982  para el cuento “El avión de la bella durmiente”.
   Este relato dilatado, referido con voz crepuscular, entrelaza visiones del pasado con una  sensibilidad fruto de la no aceptación del destino y de una rebelión interior: el anciano no se repliega en las grietas de la edad sino que difunde la devoción que le inspira la famélica prostituta cuyo sosiego parece adquirir un significado simbólico.  
   La introspección es una forma de resistencia; un desafío que enarbola una cronología en presente, un estar que nos fortalece y anula los síntomas de deterioro, como si un inesperado alter ego habitara en nosotros y conservara los signos de lo vivido.
   La transparente prosa de Gabriel García Márquez sobrepasa, con mucho, la mera función informativa y la capacidad del mensaje; es un instrumento de indagación y desvelamiento de una identidad que promueve lo sensorial y descubre estímulos cromáticos. Abraza con fuerza la sensibilidad del lector: la realidad trascendida se convierte en un centro irreal que disloca el tiempo y el espacio. La fabulación muestra pretensiones fantásticas y acoge el humorismo, la desmesura y lo imprevisible.
   Se ha escrito que la literatura del colombiano es omnívora y deglute cualquier nimio rastro en su testimonio de lo existencial. El lenguaje cifrado de los sueños y la óptica de lo cotidiano se confunden y adquieren el mismo peso. Ese es el carácter mágico de su realismo, capaz de vencer despedidas y ausencias, hecho para permanecer inalterable y vivo.
                                                                                 
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

  

sábado, 3 de mayo de 2014

ALTO RIESGO


ALTO RIESGO

                                                        Para Paco Ferrer Carbonell,
                                     en su cumpleaños
 
   Estaban solos y el fin de semana era propicio. Además, jaleaban su ánimo los efectos duraderos de un relato gótico. Así que oscureció la casa, se adentró en la buhardilla, limpió la mesa de urgentes libros entreabiertos y, con el sigilo efectista de un cazador, quemó la agenda. Las obligaciones y asuntos pendientes fueron una maltrecha caligrafía de ceniza y de humo.
  Tras el ejercicio de temeridad, ensayó una sonrisa, apuró en tragos cortos un té frío y, como un profesional de la pereza, durmió la siesta. Hasta el atardecer.  

viernes, 2 de mayo de 2014

JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ. LA MUERTE OCULTA.

La muerte oculta
Javier Sánchez Menéndez
Prólogo de Antonio Colinas
Epílogo de Tomás Rodríguez Reyes
Vitela/Poesía, 2014

RINCONES DE LA NOCHE
 
   Lo suelo comentar con los amigos, como curiosidad entomológica: la reedición de poesía actual es una anomalía porque el mercado se ha asentado en la indigencia. Así que el encuentro en los escaparates, por segunda vez, con el poemario La muerte oculta, cuya amanecida en la colección Arca del Ateneo de Córdoba se realizó en 1996, es fuente de alegría y justificado motivo para emprender la lectura. Su autor, Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) ha multiplicado presencia en el circuito literario, como editor de la Isla de Siltolá, escritor activo en varios géneros, e impulsor de una obra en marcha, con recientes entregas como la antología Por complacer a mis superiores y el volumen en prosa Él libro de los indolentes.
   El poeta gaditano apenas ha modificado, salvo algunas variantes formales, el poemario La muerte oculta, que edición incorpora prólogo de Antonio Colinas y epílogo de Tomás Rodríguez Reyes. El liminar “Para revelar lo verdadero”, firmado por el poeta novísimo subraya  como rasgos identitarios la claridad, la simbología y la contenida emoción de una entrega que ha aguantado con entereza el vendaval del reloj. Coincido con las aseveraciones de Colinas y coincido también con  la autorreflexión de Javier Sánchez Menéndez cuando define esta salida como un contacto final entre la poesía y la vida.
  La semántica del breve poemario es nocturnal. La palabra del hablante lírico elige rincones de sombra para reformular un discurso reflexivo sobre la existencia; los versos tienen el son conclusivo del epitafio, como si persistiera en el aire la sensación de acabamiento y finitud. La conciencia del sujeto dibuja en la retina el angosto cerco de una realidad senil y mustia, que induce al pesimismo. La materia se impone; aquel verso de Novalis realza su certidumbre: “Buscamos por todas partes lo infinito, / y no encontramos sino cosas”.
   De ese estado de decepción se nutre el apagamiento de la voluntad de ser; el andar resignado no es más que una estrategia de un sueño crepuscular, de la tangible presencia del fracaso. Pero el tiempo prosigue su manso itinerario y se abre la claridad; tras el alba se diluye esa sensación de estiaje y cansancio de una memoria hecha lugar sumergidos para cobijar el amor, la plenitud de la belleza, la senda recorrida hacia el otro o el resplandor del tiempo.
  El arranque está hecho de introspección y ensimismamiento, mientras que las composiciones del segundo apartado recurren a referentes culturales. El monólogo dramático concede sugerentes identidades a la voz poemática para recorrer con las palabras un tiempo de amor y sueños, y para alcanzar en los poemas postreros una identidad de sombra. Toda la sección gira en torno a la noche, entendida como amor y discordia, como destino conclusivo y fin de viaje, donde la oscuridad impone su silencio.
   Clausura esta entrega de Javier Sánchez Menéndez el texto de Tomás Rodríguez Reyes, un análisis sobre la simbología del poemario y su sentido de lo poético, siempre inadvertido y más allá de lo racional, ese viaje circular que lleva desde la noche a la claridad, a esa muerte oculta que no está hecha de finitud sino de disolución profunda e interna.
  La muerte oculta, tras su salida en 1996, sumió al autor en un largo silencio literario. Hoy llega su voz como si aquel silencio fuese una epifanía germinal, el retorno feliz de quien regresa, desde un territorio inexplorado, con un equipaje de palabras repleto de belleza y poesía.  
 

jueves, 1 de mayo de 2014

UNA CONVERSACIÓN CON DOLORES LEIS

En Rivas con José Luis Morante, abril, 2014
Fotografía de Dolores Leis
Entrevista a José Luis Morante,
editor del libro Hilo de oro (Antología poética 1974-2011)

Hilo de Oro (Antología poética 1974-2011), preparada para Letras Hispánicas (Cátedra), engloba casi cuarenta años de trabajo poético de Eloy Sánchez Rosillo. La llegada del volumen a las librerías es motivo para esta conversación con José Luis Morante, algo que siempre es un placer. Se respira la satisfacción del poeta y crítico abulense ante la obra bien hecha.
Dolores Leis: Si te parece, quiero dar comienzo a la entrevista con una pregunta necesaria para los lectores menos habituales de la poesía ¿Qué diferencia una Antología poética de una Edición crítica?
    José Luis Morante: Gracias por tu disposición y por el afecto que siempre muestras a mi trabajo literario. Es verdad que las ediciones críticas asustan a algunos lectores, tal vez porque se consideran publicaciones rigurosas y especializadas que contextualizan el quehacer creador, mientras que una antología es sólo un muestrario de poemas, que puede llevar introducción o no, y que no tiene una bibliografía exhaustiva o las notas aclaratorias.
    D.L: Con Hilo de Oro son tres las ediciones realizadas en Letras Hispánicas, están Luis García Montero, Joan Margarit y ahora Eloy Sánchez Rosillo, ¿tienes en mente algún poeta para una nueva edición?
    J.L.M.: Sinceramente, no; estoy en esa fase de sosiego y disfrute que proporciona la conclusión de una tarea intensa. Han sido muchos meses de lectura y dedicación y ahora corresponde mirar el paisaje de lo cotidiano con el bolígrafo dormido.
    D.L: Abro el libro al azar. Página 291, “El viaje”, y encuentro en el poema ecos que tal vez envuelven la poesía de José Luis Morante ¿Por qué este autor?
    J.L.M.: Estamos integrados en el cauce de la tradición; se reiteran motivos y enfoques; así que todos los poetas están enlazados por la pertenencia a una lengua, a una cultura, a una visión creadora. La calidad de Eloy Sánchez Rosillo me eligió a mí por el peso específico que su trabajo tiene en la lírica actual, por su forma de entender el poema a media voz, por la emoción sentimental que late en sus textos; había muchas razones y afinidades para abordar la edición.
   D.L: Al leer el prólogo de Hilo de Oro se aprecian muchas horas de estudio y lectura. Un estudio que según cuentas te ha servido no sólo para conocer la obra o al poeta, también a la persona que se esconde tras los versos ¿Es Eloy Sánchez Rosillo como imaginabas?
   J.L.M.: La persona es coherente con su perfil literario; no sólo no me ha decepcionado sino que he ganado un amigo; he descubierto su rigor ante la literatura, su plena vocación ante el poema, y su generosidad para sacarme de incertidumbres y dudas. Su actitud ante la edición ha sido tan positiva que cada uno de los plazos previstos se ha cumplido siempre. Eloy es un poeta grande y un amigo de talla superior.
    D.L: Cómo tú mismo dices, hacer una edición crítica de un poeta vivo es “un juego de dados”. ¿Cuál ha sido la reacción del poeta al tener la obra en sus manos? Y por extensión ¿Qué sentimientos tiene José Luis Morante ante la edición terminada?
    J.L.M.: Eloy está satisfecho, porque Letras Hispánicas ha cumplido todos los aspectos formales de la edición: ha permitido corregir las pruebas necesarias, estudiar la cubierta, calcular las páginas…El poeta es meticuloso en esa tarea y creo que es evidente la pulcritud que engloba Hilo de oro. Y yo comparto esa alegría, por no haber decepcionado al poeta y por la manifiesta confianza en mí de una editorial tan prestigiosa como Cátedra.
   D.L: ¿Cuál es tu mayor temor al hacer una edición crítica?
   J.L.M.: El fárrago y la erudición gratuita; siempre busco en mis ediciones un acercamiento ameno y didáctico, una lectura para animar a la poesía; así que el aparato crítico lo suelo dosificar mucho y sólo dejo las aclaraciones necesarias. No busco lucimiento barroco ni hermetismo de especialista en cónclave. Prefiero que el lector disfrute, entienda y se anime a explorar al poeta por su cuenta.
   D.L: Cuando estudias a un autor, adquieres conocimientos sobre su modo de trabajo, las técnicas que utiliza y las características de su poesía. ¿Aplicas en tus poemas esos conocimientos?
   J.L.M.: La escritura de poesía se basa en la lectura en buena medida; la crítica permite conocer desde dentro un ideario, vislumbrar con más nitidez errores y aciertos, así que la escritura poética y la crítica se complementan entre sí.
   D.L: Afirmas que el estudio prologal de Hilo de Oro recrea casi cuarenta años de poesía ¿Qué te lleva a elegir unos poemas en detrimento de otros para que formen parte de esta antología?
   J.L.M.: El gusto personal, la originalidad del tema, la emotividad de los versos, un cierre afortunado… Creo que los factores se multiplican; en mi caso además coincidía bastante con el criterio del poeta, aunque él quería incluir menos poemas. Está más de la mitad de los poemas de Eloy Sánchez Rosillo. El lector quedará satisfecho.
D.L: “Desde siempre he visto como lo más maravilloso del mundo el llegar a ser poeta. Lo veía como un sueño irrealizable ¿porqué me iba a tocar a mí ser un poeta auténtico? Desde entonces he trabajado por llegar a merecer ser poeta algún día, porque lo consideraba una ocupación digna en la vida” Palabras de Sánchez Rosillo al diario digital Laverdad.es ¿Se puede ser poeta sin ser auténtico?
J.L.M.: los libros no expenden certificados de autenticidad, ni dan medallas éticas; creo que esos asuntos tan solemnes y tan intangibles me desbordan. Entiendo la expresión de Eloy como una vocación en ciernes que aspira a concretarse. Y que un día se hizo real.
D.L: Y para finalizar, ¿el día que se realice una edición crítica sobre la obra de José Luis Morante qué clase de persona encontraremos detrás del poeta?
J.L.M.: Un lector, un escritor que duda, un profesor de instituto, un solitario, un paseante contradictorio, un sujeto agradecido que valora amistades como la tuya, tan entrañable y valiosa …
   Dentro de mí resuenan las pisadas de mucha gente. Convivo con una multitud.