lunes, 29 de septiembre de 2014

TRINIDAD GAN. PAPEL CENIZA.

Papel ceniza
Trinidad Gan
Ediciones Valparaíso
Granada, 2014


ANDÉN VACÍO
 

  Tras una primera entrega, Las señas del pirata, en 1999, en el discurrir de los últimos años y en un tramo temporal muy breve, han visto la luz pasos referenciales del camino creador de Trinidad Gan (Granada, 1960), avalados por importantes premios literarios. El que ahora nos ocupa,  Papel ceniza, editado en el sello Valparaíso, es la quinta salida y da continuidad a un itinerario figurativo, que busca materiales literarios en lo cotidiano y en los estados vivenciales del hablante lírico, como si contempláramos el sosegado crecimiento de un diario íntimo en el que se constata un azaroso registro de incidencias.
   Versos de Luis Cernuda y de Javier Egea abren el horizonte del poema inicial, “La secuencia”, un texto en el que hallamos indicios claros del dictado estético de Trinidad Gan. En él prevalece un enfoque narrativo, las confidencias sosegadas de una voz omnisciente que busca objetividad y distancia frente al yo biográfico, y hace la crónica de un emplazamiento en el ahora. Asistimos a un pautado encadenamiento de acciones, un hilo de causas y efectos que articula la tensión y resuelve el conflicto. Cada sujeto es protagonista obligado de un devenir temporal; ha de tener conciencia de su estar transitorio. Su estela es fijada por las palabras con una caligrafía tenue, cuyos trazos se amortiguan en la distancia.
  Los versos nacen a partir de esa percepción del entorno que adquiere sentido en el decir. La voz da cuenta del cúmulo de ausencias y de pérdidas, suena a elegía, y preserva el retrato del pasado con signos escritos que lo mantienen despierto. Con aire de amanecida, las imágenes retornan, se asientan en nuestras pupilas y van reconstruyendo las formas al paso, como apariencias cercanas y tangibles. Nunca despejan del todo la sensación de soledad e intemperie. La luz parece ajena, como un rumor de pasos que resuena lejano en la distancia de cualquier laberinto urbano.
   Entre los poemas iniciales resalta por su calidad y autonomía “El fugitivo”. En sus versos habita un yo superviviente, un viajero que llega desde otro tiempo para olvidar la noche y despejar el frío que destila cualquier andén abandonado, mientras evoca un tumulto de imágenes en fuga.  No es el único texto que hace de la soledad motivo para una reflexión indagatoria. En las distintas secciones percibimos con frecuencia un hablante lírico que guarda entre las manos una única certeza: la realidad nunca confirma sueños, solo crea espejismos y obliga a guardar el equilibrio sobre la cuerda tensada por la incertidumbre. Y el tiempo va acumulando en ese deambular una cosecha reiterativa y maltrecha  en la que suena la voz del silencio. El avance titubea, como quien extiende las manos en la oscuridad y busca un rumbo nuevo. También hay hueco para la esperanza y para hacer del amor una orilla habitable. El deseo descubre un cuerpo por leer a plena luz del día.  
  En Papel ceniza Trinidad Gan nos deja una articulada meditación sobre lo contingente. La poeta convierte la evocación en latido del verso; lúcida y emotiva sabe que cualquier interpretación de la realidad es cuestión de palabras. Los sutiles efectos de lo vivido también, son simples hojas sueltas de un cuaderno gastado, papel ceniza hecho precariedad, renglones desvaídos donde el pasado deja constancia de que el yo es fragmentario y está hecho de teselas sueltas.

domingo, 28 de septiembre de 2014

MAR DE OTOÑO.

Parque natural de Cabanes
Fotografía de Irene Morante 
MAR DE OTOÑO
 
       Para Irene y Ana
 
Sigue dormido
el verano en el mar.
Tú lo despiertas.

viernes, 26 de septiembre de 2014

EN PARADERO DESCONOCIDO.

Ropa de calle
Fotografía de José Javier González

 
EN PARADERO DESCONOCIDO

Días en los que el tiempo está en paradero desconocido.

Al otro lado del espejo también soy miope.

Hasta el insomnio acaba aceptando que habito una realidad verbal.

En el camino esas erratas, abrumadoras y visibles.

Transeúntes de una ciudad vacía. Ropa de calle y datos sueltos.

Con los años la convivencia acaba siendo una casa espaciosa y antigua, repleta de fantasmas.

jueves, 25 de septiembre de 2014

CÁLCULO DE SUEÑOS



El sueño de la secuoya
 
   Ya despierto, espera unos minutos para abrir los ojos. Entre la sombra, en la minuciosa paciencia de su sueño ha crecido en el jardín una secuoya. Se despereza de inmediato y sale alborozado a la terraza. Allí parpadea de sorpresa y emoción. La enorme arquitectura vegetal  recubre con su fronda casi toda la casa. Da vueltas al imponente tronco, contempla la corteza, acaricia con asombro las rugosidades de las raíces… A mediodía escucha  el ruido de un pensamiento práctico: tal vez sea mejor un cálculo de sueños atinado para que puedan alojarse en lo doméstico.
   Esta noche soñará con arbustos.                       

martes, 23 de septiembre de 2014

PABLO NÚÑEZ. LO QUE DEJAN LOS DÍAS.

Lo que dejan los días
Pablo Núñez
Aula de Poesía, Edit.um
 Murcia,  2014

EL RUMOR DEL TIEMPO

    El discurrir del tiempo constituye la veta central en la primera propuesta lírica de Pablo Núñez (Langreo, Asturias, 1980). No resulta extraño que el único anticipo de su trabajo literario se titulara precisamente Tempos fugit, una propuesta coral del Círculo Cultural de Valdediós. Licenciado en Periodismo y Doctor en Filología Hispánica, Pablo Núñez consiguió con su carta auroral, Lo que dejan los días, el XII Premio de Poesía Dionisia García, en cuyo jurado estaba el poeta Eloy Sánchez Rosillo, uno de los magisterios más notorios de esta colección poemática. Vislumbramos además otros aportes de la tradición; también resultan próximas las incursiones en los itinerarios de Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Francisco Brines, estaciones relevantes de la lírica elegíaca.
   A Pablo Núñez no le asusta tan amplio tratamiento del motivo, sabe que el topos admite un rastro plural de idearios estéticos y él mismo ha organizado el avance poemático  con encuadres diferenciados, aunque las tres secciones del libro comparten  un discurso diáfano e intimista que adquiere un cierto aire de solemnidad en las citas prologales de T. S. Eliot y Jorge Luis Borges. La sección de inicio, “El reflejo de los siglos” aglutina una decena de composiciones; conecta el ser individual con un devenir común, como si alentara bajo la dermis de cada sujeto un arquetipo mensurable, hecho para perdurar en el acontecer, aun cuando el cauce del verso desarrolle una historia biográfica concreta. Cuánto sugiere  el verso “Para que yo me llame Ángel González” este primer poema de Pablo Núñez: “Nace un hombre y comienza a nacer el mundo. / Mundos naciendo y muriendo a cada instante.”; un ciclo vital renovado y continuo, una interminable sucesión de causas y efectos conceden a cada eslabón de la cadena  justificación y sentido y hacen que la finitud y el ser temporal se prolonguen y adquieran consistencia perdurable. El tiempo se concibe así no como fragmentos aislados sino como paréntesis vitales que se solapan y conexionan, que se expresan con la misma voz y dejan entre las manos indicios similares. Lo que se ha perdido, permanece, está en el aire como un eco difuso, como un rumor audible, como un vago reflejo.
  En “Conversación” adquiere un enfoque relevante la voz de la memoria. Retorna el primer recuerdo y las formas que habitaron ciudades y pasos, esos pasos en que también habitan en los libros. Hay claves que remiten a Julio Cortázar y a su literatura. Pienso, por ejemplo, en el verso “todos los fuegos el fuego”, o en el título “Visión breve de los parques”. El tema de la luna en alguna composición recuerda núcleos argumentales de la poesía de Eloy Sánchez Rosillo o de Giacomo Leopardi.
  El conjunto de cierre aglutina el binomio tiempo y conciencias del lenguaje. En sus poemas el acontecer se hace punto de reflexión. Las palabras funcionan como testigos fieles de lo mutable; en su nombrar conceden existencia, habla de sueños y experiencias, formula intuiciones y atrapan fugazmente lo que mañana será solo ceniza, unos rasgos perdidos en la sombra.
   Con el libro Lo que dejan los días inicia rumbo Pablo Núñez. Este umbral busca senda con palabras de todos, con verbo claro y transparente que evidencia su empeño de convivir con las preocupaciones del lector, sin piruetas arriesgadas ni experimentales, pero con la certeza de que esta meditación esclarece cualquier andadura existencial: la suya y la de todos.

    

lunes, 22 de septiembre de 2014

LAS ESQUINAS DEL LUNES


EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES
                       
El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.

           (De Población activa, 1994)

domingo, 21 de septiembre de 2014

ELOGIO DEL LIBRO.

Firma de libros, Madrid
 
 
 
ELOGIO DEL LIBRO
 
         A Susana Benet
 
En cada libro
claridad cartesiana.
Inteligencia.

viernes, 19 de septiembre de 2014

DUDAS A SOLAS.

En Rivas, con mis dudas a solas

DUDAS A SOLAS
 
            A Antonio del Camino,
por su poema de cumpleaños.  

No es retórica. Soy más contigo.

Quien escribe prefiere el espejo a la vida.

La mirada furtiva de los que no saben dónde anotan las deudas

En los lugares solitarios el temor proviene del encuentro con nadie.

Cuando estoy solo soy más sociable

miércoles, 17 de septiembre de 2014

PARADOJAS.

"Manos"
Fotografía de José Javier González

Paradojas.
 
            Para Ricardo Virtanen 
            por "Laberinto de efectos"

Los códigos cifrados.
El pájaro y la jaula.
La lluvia en los poemas.
El mar de tierra adentro.
La ceguera y los libros,
afinidad callada entre mi padre y Borges.
La idea que cobija el borrador.
Esa ilusión etérea de las cosas reales.
Las rosas sin olor, las flores secas.
El tiempo y la quietud de cada instante.
La luz y el corazón de las tinieblas.
Los días que amanecen y no estás.

                     (Inédito)

lunes, 15 de septiembre de 2014

ANTONIA HUERTA SÁNCHEZ. CLEPSIDRA DE INVIERNO

Clepsidra de invierno
Antonia Huerta Sánchez
Torremozas, Madrid, 2013


LOS HUECOS DEL INVIERNO
 
    La poesía de cualquier generación ha hecho del incansable rumor del tiempo un tema central. Así se ha ido enriqueciendo una tradición meditativa, basada en el diálogo a dos voces, entre sujeto y devenir. Antonia Huerta Sánchez (Almansa, 1973), Licenciada en Ciencias de la Información y Filología Hispánica, integra el comienzo de su itinerario creador en la senda elegíaca con un título, Clepsidra de invierno, que compendia inéditos y poemas adelantados en publicaciones como Letralia, Palabras diversas y Almiar cero.
   El conjunto inicial, “Cronofagia” marca las pautas de esta epifanía. El yo frente a sí mismo enuncia un soliloquio con el lenguaje cercano de quien prefiere entendimiento y compañía. La certeza de ser elementos en tránsito se hace evidente y los efectos de este viaje forzoso se multiplican en palabras y sueños: “ Da igual cómo se llame el infinito…/ Se agota cuando extiende una mano / amontonada sobre el terraplén de la historia, / insaciables las sombras que bordean / la tristeza y nos atan al desnudo / exhausto de los días”.
  Una cita de Yorgos Seferis sirve de umbral a la sección central del poemario, “Almanaque”. Otra vez se imprime en el cristal de la existencia el rostro de un sujeto confinado en el cauce de las horas, percibiendo en el tímpano el goteo tenaz de la clepsidra. Se mide lo perdido y su poder igualatorio que afecta a los sentidos y que deja su pátina sobre las emociones, que sobrevuela y condiciona el entrelazado relacional entre el yo poemático y otras presencias cercanas. Somos tiempo y lo saben las sombras y el silencio.
  Cierra el libro “estaciones en reverso”. Tras una evocación a Ángel Gonzalez, uno de los magisterios de la lírica temporalista, el hilo argumental busca enfocar la conciencia de los transitorio a partir de referentes culturales como Proserpina. Representa una identidad en la rutina que reniega de su destino y del conformismo ante un tiempo sombrío. También aparece la elegía al proyectar instantáneas de una infancia que late todavía en la memoria. El recuerdo, como un trastero abierto a lo vivencial, acumula evocaciones, encuentros y lugares de paso que duermen en los laberintos del ayer.
  El inicio de una travesía escritural, cuando ha superado las turbulencias de la publicación juvenil, sienta las bases de un ideario estético que hallará en futuras entregas maceración y oficio. Clepsidra de invierno es un poemario en el que resalta la coherencia estructural, el tono sostenido y esa cualidad que siempre busca la atención emotiva de un interlocutor, la cercana presencia de un compañero de mesa en la casa de las palabras.

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

PASOS DE VUELTA.

Plaza del Mercado Grande, Ávila

CIUDAD PRIVADA

          Para Carlos Morales del Coso,
          por su cercanía.

Una vez más regreso a la ciudad de siempre,
descifro con premura
un largo itinerario de recuerdos,
mientras sube, con ardor renovado,
la hiedra de otros días
desde un lejano sueño hasta la boca.
Pero nada es igual, aunque complete ileso
el dócil deterioro,
antiguos edificios maquillados de tiempo.
No logro adivinar qué signos, qué paredes
ocultan las hogueras del pasado.
No hay rastros inmutables, no hay indicios
de una felicidad remota en la memoria.
Cuánta mano vacía, cuánta ausencia;
quedaría conforme siquiera vislumbrando
una imprevista huella, algún reflejo.
Se reiteran mis pasos por calles desoladas,
la soledad se enquista,
suena el reloj de un campanario,
aburrido neón de pupila naranja
vierte sobre mi busca un guiño cómplice,
una difusa luz precede al día.
La llegada del alba desvanece
una ciudad cuyo enclave es olvido.

         Mapa de ruta, Granada, 2010

viernes, 12 de septiembre de 2014

POLICÍAS LITERARIOS.

"Crítico de uniforme"
Fotografía de Esperanza Hernández
Madrid, septiembre, 2014


POLICIAS LITERARIOS 
 
   Llega al blog un comentario que muestra unas facultades imaginativas poderosas. Amaneció hace unos días y me sugiere esta entrada donde el crítico se mira a sí mismo para indagar cuál es su papel. El comentarista consideraba al crítico un policía literario que escribe reseñas con el revólver listo para disparar en acto de servicio. Por tanto, quien firma la reseña personifica un destino que apela a lo trágico. Un día habrá de morir en el olvido con las botas puestas, quiero decir con el teclado yermo por utilizar los adjetivos como sustancias psicoactivas.
   El fatum siempre vence, así que reparto mis afectos, doy las gracias y repito aquel celebrado epitafio de los que sienten la crítica como un quehacer sedentario, pacífico y perpetuo: “Perdonen si no me levanto”

jueves, 11 de septiembre de 2014

BUZÓN INSOMNE.

 
 
BUZÓN  INSOMNE
 
                                                                   Escribían cartas a mano,
                                            nieve cálida
 
Nunca se duerme
mi buzón en la espera.
Cobija fe.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

ANA GORRÍA. PAISAJE CRÍTICO.

Transportes
(Reseñas 2007-2010)
Ana Gorría
Prólogo de Constantino Bértolo
La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014
 

PAISAJE CRÍTICO
 
   El libro Transportes de Ana Gorría (Barcelona, 1979) compila textos críticos que vieron la luz entre 2007 y 2010, como entradas del blog  o colaboraciones en una revista digital. El conjunto permite acercarse al cajón de sastre de lecturas que contribuye a configurar el ideario que cimenta y sostiene las propias construcciones literarias.
   Las líneas introductorias de Constantino Bértolo, “Crítica y soportes” ayudan a entender, más allá del prólogo concebido como mera música de acompañamiento, el principio básico de estas indagaciones: Ana Gorría asume la crítica como un género de manifiesta utilidad, como la forma de intervenir en la configuración de los imaginarios colectivos. La reseña sostiene una identidad orgánica, postula un análisis implicado que va más allá de la mera percepción formal. Meditado y solemne, el umbral de Bértolo mira por encima del hombro a la infantería crítica contemporánea y asimila sus frutos a magros surcos de una tierra en barbecho. Tal aseveración apabullante solo formula una tontería genérica y absurda.
   El lenguaje  analítico de Ana Gorría aporta un enfoque mixto, que hilvana dicción coloquial  y densidad expresiva. En su conjunto, transmite cercanía al introducirse en el mar literario del presente, pone al alcance mapas y brújulas y muestra un criterio singular, por más que el reseñar requiera un punto de representación del gusto colectivo. Eso no evita que cualquier vislumbre sea parcial y subjetivo, elementos de uso común que tienen carácter obvio para interlocutores interesados.
   Transportes comienza enumerando las incertidumbres que limitan con su quehacer. Arranca firme: “De forma inevitable todos los relatos contienen un principio”. Ana Gorría aborda el sondeo en el caudal continuo de la lírica a partir de un manojo de voces cuya presencia considera capital, sin esquemas generacionales ni parcelamientos cronológicos ni jerarquías, solo atenta al pulso vivo que muestra lo diverso. Así las orientaciones sobre poesía amorosa china borran cualquier distancia cultural para establecer relaciones vecinales con la poesía de Anne Carson traducida por Jordi Doce, y con la inclusión directa, sin notas a pie de página o valoraciones críticas complementarias, de poemas traducidos al castellano de James Womack y de John Ash. Las versiones incluidas desconciertan a los lectores que hayan tomado el título al pie de la letra, puesto que la crítica y la traducción son géneros sin líneas de cruce; el asunto podría haberse solventado de forma muy fácil desde el subtítulo, incluyendo en el paréntesis “reseñas y versiones 2007-2010”.
  Los materiales, en su disposición aleatoria, también contienen varias reseñas de libros editados en ese paréntesis temporal. Están las traducciones de Juan Manuel Macías sobre Safo, y entregas de Juan Manuel Romero, Juan Andrés García Román, Mireia Mur y José Luis Gómez Toré, entre otros poetas actuales. Todos son creadores alejados de la mirada mimética del realismo, escrituras experimentales que abren ángulos al cuestionamiento del lenguaje e introspeccionan la identidad del hablante verbal.
  Aunque no falten los autores que cada cierto tiempo agrupan y editan sus colaboraciones críticas en libro, las colecciones de reseñas actuales son mínimas. La iniciativa de La Isla de Siltolá nos parece oportuna y debe apoyarse su continuidad para conocer, desde la inmediatez, las líneas de fuerza de la lírica actual. Si los tiempos para la lírica disfrutan de un sosegado veranillo de San Miguel, los tiempos para la crítica siempre son borrascosos.

martes, 9 de septiembre de 2014

CAMINAR DE ESPALDAS.

"De espaldas",
Fotografía de Esperanza Hernández


CAMINAR DE ESPALDAS

. Caminar de espaldas, para que el sendero esté menos transitado.

. Esa sistemática parcialidad de los que son felices.

. Los deseos rechazan la cita previa.

. Cualquier épica tiene rasgos de novelería.

. Mi asombro se fue apocando poco a poco.

. Observo. Tecleo un renglón más. Qué complejo anotar el árbol genealógico de la estupidez diaria.

lunes, 8 de septiembre de 2014

INGER CHRISTENSEN. ALFABETO.

 
Alfabeto
Inger Christensen
Traducción de Francisco J. Uriz
Sexto Piso, Madrid, 2014

MATERIA
 
   El libro Alfabeto supone la primera incursión en nuestro ámbito lingüístico de la escritora danesa Inger Christensen (Vejle, 1935, Copenhague, 2009). Hasta su fallecimiento alentó una escritura en géneros diversos como la poesía, novela, obras dramáticas y trabajos ensayísticos; por su quehacer consiguió amplio reconocimiento hasta ser considerada parte central del núcleo creador escandinavo. La versión de Alfabeto al castellano por Francisco J. Uriz, experto traductor de literatura nórdica, supone una gratificante experiencia para desvelar algunas claves estéticas de la académica danesa, quien figuró varias veces entre los posibles candidatos al Nobel de Literatura, tras conseguir el Premio Europeo de poesía en 1995.
  Editado en 1981 en danés y presentado ahora en versión bilingüe, Alfabeto sorprende de inmediato al lector por su distribución orgánica. Las estrofas crecen a partir de la secuencia numérica de Fibonaci, en la que el siguiente poema está formado por la suma de versos de los dos anteriores; de este modo los fragmentos versales van incrementando su longitud en un pautado avance escritural que busca en la repetición de versos e ideas una cadencia versicular, un eco de letanía. El primer poema es un enunciado mínimo sobre el sustantivo albaricoque, así arranca un conjunto de poemas que se inicia con la letra “a”, como si pronunciase los elementos de un alfabeto, el que se van entrelazando realidades concretas. Tal aseveración se expande a otros componentes materiales, como si el entrelazado de formas, sensaciones y conceptos aglutinara un caos existencial y primigenio. Así se va construyendo el retrato del hablante lírico frente a lo externo, un particular estar que acumula en el discurrir de lo temporal certezas y descubrimientos. El acontecer sedimenta planos y estratos que se convierten en puntos de referencia, en presencias de alteridad.
   De este modo, el poema adquiere el entrelazado de un canto, sugestivo y penetrante, en el que las percepciones sensoriales conviven con las reflexiones que aporta el pensamiento. La vida es un cauce continuo en el que nada permanece inmutable. Lo que existe está sometido a un indeclinable tránsito de ciclos y estaciones.
   Derramado e imaginativo, Alfabeto es un largo poema fragmentado, que hace de la percepción sustrato nutricio de la palabra. Las cosas están ahí y en su azaroso estar son el mejor reflejo de nuestra existencia. Su roce zarandea el pensamiento y la conciencia; moldea la mirada de quien percibe y regula los movimientos de su espíritu.
   La obra Alfabeto permite recorrer un tramo de la senda literaria de Inger Christensen, en cuyo discurrir hallamos una exaltación del entorno material que celebra los puentes vivenciales entre el sujeto y las cosas; también una mirada social que desde la voz comprometida resalta esas sombras disgregadoras que señalan límites y oquedades, esos hilos de musgo del ser disgregado.
   El libro acredita el rincón iluminado de una voz, desconocida todavía en nuestra biblioteca, cuya cotidiana franqueza propone un sosegado diálogo, una apertura al conocimiento. No queda sino darle una cordial bienvenida. 

 

sábado, 6 de septiembre de 2014

ELOGIO DE LA RUTINA.



Luz de septiembre en  Rivas-Vaciamadrid


RUTINA
 
Soy permanente
sucesión de mí mismo.
Rutina. Tiempo.
 
 

viernes, 5 de septiembre de 2014

SIN ALZAR LOS OJOS

José Luis Morante, Madrid, 2014
Fotografía de María Jesús Jiménez Aguayo
 
SIN ALZAR LOS OJOS

En los espejos biselados, el futuro multiplica imágenes, sin alzar los ojos ni una sola vez.

jueves, 4 de septiembre de 2014

INSTRUCCIONES PARA RESENTIDOS.

Palabras a contraluz

INSTRUCCIONES PARA RESENTIDOS

                                                      Con mi gratitud a Julio Cortázar
 
    Busquen excusas nimias entre el reciclaje y la basura doméstica. Los materiales deben sobreponerse al tiempo, como dibujados contornos de recuerdo antiguos; han  de ser sustratos aleatorios, maleables y de varia naturaleza:
 a) Asuntos personales: una contracción del labio, estornudos con salivillas, un bostezo pausado, dudas, silencios, algún instante de felicidad ajena.
 b) Asuntos familiares de cronopios y famas,  con peligro para el destino de la galaxia: tardía felicitación de cumpleaños, no asistencia a una despedida de soltera, la correa del perro olvidada en un parque con columpios, desacuerdos con el tamaño de la paella dominical, incontinencia urinaria y el televisor encendido en el momento cumbre de la siesta.
c) Asuntos colectivos, de pancarta sindical: salpicaduras de cerveza en la barra del bar, oídos sin vibración ante la opinión del jefe de talleres, de la autoridad municipal, del partido, de la secta, del confesionario…
 En este párrafo, ya se habrán entendido las instrucciones, sin alargar más los componentes y la enumeración caótica. Hay un alfabeto disponible y completo para almacenar excusas con conocimiento de causa.
  Alimenten las excusas cada amanecida con justificaciones convincentes que deben compartirse en la mesa de sujetos afines, con similares síntomas neuróticos que los adecuados depositarios de estas instrucciones. Y que el resentimiento nunca tenga fecha de caducidad, que su memoria estéril dure siempre. 

martes, 2 de septiembre de 2014

LUIS FELIPE COMENDADOR. LOS 400 GOLPES.

Los 400 golpes
Luis Felipe Comendador
Asociación Cultural "El Zurguén", Moriles
Salamanca, 2013

CUATROCIENTOS GOLPES
 
    Nada erosiona más un itinerario creador que la tinta de lo previsible, esa sensación fatigosa de estar leyendo un poema conocido y escrito en el pasado. Cada taller lo sabe y, como Ulises, se dispone a cumplir un largo viaje en el que es preciso ajustar  rumbo a las contingencias y modificar al paso las coordenadas escriturales. Luis Felipe Comendador (Béjar, Salamanca, 1957) inicia travesía con un libro de aprendizaje, Versos giróvagos, y alcanza el justo registro de su voz en salidas como Sentado en un bar, Un suicidio menor, Banda sonora…Se compilaron en ´Vuelta a la nada, extensa muestra de casi una década de creación, con prólogo de quien esto escribe.
   Aquel volumen dejaba en primer plano un alter ego singular que hablaba de los desajustes del entorno y el desasosiego contemporáneo, con mordacidad e ironía. Los versos apostaban con nitidez austera por el coloquialismo y no ocultaban sus afinidades por poetas del 50, como Ángel González, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, o por los autores americanos del realismo sucio. Así quedó impreso el trazo lírico del Comendador más celebrado, aquel que en los años noventa dirigía la revista Los cuadernos del Sornabique, impulsaba el sello LF ediciones o asistía a encuentros literarios para sembrar lecturas hilarantes entre las voces del extremo, la epigonía de Raymond Carver y entre los adolescentes de institutos públicos, siempre fascinados por la escatología y las descargas hormonales a presión.
  El tiempo ha mitigado aquel verso hilarante del poeta, testimonial y crítico, para convertir su voz en una meditación existencial de tinte sombrío. De este quiebro en el itinerario que sitúa a Luis Felipe Comendador en otro campo poético deja constancia su último poemario hasta la fecha Los 400 golpes. Otros son los parámetros lectores donde se forja la escritura y otro es el interlocutor lírico que deambula por el callejón sin luz de la melancolía. Perdura su pasión por el cine, tan presente en los títulos como Banda sonora, Sesión continua, o Travelling. A nadie se le escapa que el título del poemario es un explícito homenaje a François Truffaut, director, crítico y actor francés, quien rodaría en 1958 la película Los cuatrocientos golpes, con el inolvidable personaje Antoine Doinel. Es precisamente ese protagonista de la gran pantalla quien abre el libro de Luis Felipe. Como tantos recuerdan, Antoine es un niño que ha manchado su mirada limpia con los problemas sentimentales de sus padres, con la severidad del profesor y con el inhóspito discurrir del reloj diario. Solo el mar lo dejará frente a un horizonte abierto y reparador. De esa huida hacia la claridad están hechos los poemas de Luis Felipe Comendador; trazan la crónica de un superviviente, pronuncian la necesidad de un ahora habitable, hecho de nubes lentas y esperanzas que insisten en vivir agazapadas. La voz del poema busca en sí misma al interlocutor. Es un yo desdoblado, como en tantos poemas de Cernuda, quien escucha el soliloquio en la inercia de un ahora incierto; quien habla reconstruye su propia identidad, que se deja vencer por el cansancio  o por el peso muerto de ser protagonista de un tiempo de descartes.  El yo se repliega en su propia sexualidad, ahora mucho más interiorizada, en la percepción sensorial del paisaje, o en una continua meditación sobre la muerte como gesto final resolutorio. La vuelta a la nada se vislumbra con entereza, es un azar inevitable. De igual modo se concibe la existencia como un proceso de despojamiento y la escritura como una introspección catártica. Las palabras curan.
  Con interés creciente, he seguido desde el comienzo el trabajo poético de Comendador, y en su poesía de madurez muda el perfil del sujeto hablante. Ahora es menos espontánea y coloquial porque sus conexiones con la realidad han cambiado; quien escribe conoce el estiaje de las ilusiones. Pero ha crecido su valor poético: la voz se ha hecho más honda  y emotiva, trasmite una perspectiva ética que nunca elude las preocupaciones fundamentales del ser: el devenir temporal, los sentimientos, la erosión de lo cotidiano y la ceniza del morir, ese mar calmo que un día llenara la mirada perpleja de Antoine Doinel.

lunes, 1 de septiembre de 2014

ESPAÑA, MI PAÍS.


ESPAÑA

             De haber nacido, haber
        nacido donde estoy:
        en la España sombría
             y heroica de hoy
 
                       BLAS DE OTERO

En su largo trascurso reconozco
grava suelta y arena,
el andar negligente
de un viajero cansado.
España ya no existe como tema poético,
es  solo un sustantivo que dormita
en el viejo jergón
de un poeta social.

Quien se acerca al motivo desempolva
limos y arqueología,
el perfil cartográfico
de semántica triste
que rechazos y odios
confunden con espíritus tribales.
Su oratoria proclama
secesión y ruptura,
 hierro firme
que punza voluntades.

Yo, sin embargo, encuentro
en las tres sílabas
esa tierra común
donde creció la culpa y la vergüenza,
pero también la luz
que desvela un principio,
una conciencia mítica,
unos itinerarios de regreso,
un bar abierto en el amanecer.

España es el ahora:
sombrío espacio y crisis;
la angustia de la grada y el aplauso
a un equipo de fútbol
de palmarés creciente y talla media;
una bandera, un himno y un idioma
para afirmar que sí,
que oculto en el poema sobrevive
un término gastado por el uso;
que a mí me duele España.

                             (Inédito)