martes, 31 de marzo de 2015

HACIA LAKE WORTH (FLORIDA)

Lake Worth Beach, 2015

HACIA LAKE WORTH

   La víspera del viaje dormí con ganas, lo que no es una felicidad habitual en mis noches. Así que llegó la amanecida del viernes y salí al día con el ánimo reconfortado y la mirada en forma. Dentro de unas horas estaríamos en Miami, en la otra orilla del Atlántico. Podremos abrazar a nuestra hija que acumula en las aulas americanas su segundo año como profesora de español.
   La duración del vuelo -casi diez horas- concede un copioso tiempo de lectura y viajan conmigo dos título de confianza: la novela En la carretera, de Jack Kerouac, y los Poemas escogidos de W. Wordsworth. Es la novela quien consume el tiempo lector entre nubes y dejo al poeta para otras horas de calmado silencio, sin tren de aterrizaje.
   Acaban de anunciar que el recorrido concluye en unos minutos y me apresuro a recoger mis libros. Casi percibo ya el reencuentro familiar y esos días comunes de viajes e itinerarios cumplidos:


Los viajes crean
cercanos sueños breves
por escribir.


viernes, 27 de marzo de 2015

FONDO DE NUBES


FONDO DE NUBES

                                                       En la terminal del aeropuerto. Madrid.

Fondo de nubes
en la sala de espera.
Miro sus formas.
 

jueves, 26 de marzo de 2015

MUJERES POETAS DE LA GENERACIÓN BEAT


Beat attitude
Antología de mujeres poetas de la generación Beat
Edición Bilingüe
Traducción, selección y prólogo de Annalisa Marí Pegrum
Bartleby Editores, Madrid, 2015
 
 INCONFORMISTAS
  
   Pese a la guerra fría, en los años cincuenta el clima de posguerra norteamericano crea un ambiente social nuevo. La prosperidad económica emanada del consumo interior y de los préstamos para la reconstrucción industrial fomenta el conformismo del hombre gris y un sostenido ahondamiento en los valores tradicionales y religiosos. En este sedentarismo ideológico emerge la Generación Beat. Es un movimiento cultural reducido y contestatario, proclive al ruido, la protesta y la exaltación del individualismo que en las aulas universitarias crea un estado de inquietud frente a un espacio intelectual anquilosado. Allí va germinando lentamente un mensaje reivindicativo y pacifista que encontrará su máxima expansión en la segunda mitad de los años sesenta, cuando  las calles rebosan con manifestaciones contra la guerra de Vietnam. En este tiempo se popularizan numerosos términos jergales para definir una conciencia extrema y consignas airadas. Una de ellas es “Woman now” (mujeres ahora) que reclamaba peso e influencia para la mujer. En casi todas las facetas de la cultura la presencia femenina era difusa. Sucede igual en el movimiento beat; en los estudios elaborados por coetáneos solo integra voces masculinas en torno al ideario abierto por la novela de Jack Kerouac En el camino. Como se sabe, el libro narra en clave autobiográfica un largo peregrinaje por distintos enclaves del país que propicia una intensa aventura ética. Aquel trayecto continuo, nimbado de misterio y atracción,  se convierte en arquetipo. Lo mismo pasa con Aullido, editado en 1956, un poemario de Allen Ginsberg, donde fluyen narratividad, exceso y lirismo, que le costará un juicio por obscenidad. Ambas obras serán los dos hitos referenciales de la generación beat, nombre que ya comienza a perfilar contornos de grupo desde 1955.  
   La muestra escogida por Annalisa Marí Pegrum integra un universo de escritoras que soportó un mapa cerrado, solo propicio a concebir roles de la identidad femenina en tareas dependientes y secundarias, siempre amarradas al existir preponderante del yo masculino. Esta situación de hermetismo social propició el desajuste biográfico, el abandono escapista y la censura de la marginación y el olvido. Solo unas pocas voces creyeron en sus posibilidades y continuaron senda sobre las arenas movedizas del conformismo, dispuestas a agitar con la frágil vara de sus versos la superficie de la lírica beat. Aquí están representadas Elise Cowen, Joanne Kyger, Lenore Kandel, Diane di Prima, Dense Levertov, ruth weis, Janine Pommy Vega, Hettie Jones, Anne Walkman y Mary Norbert Körte. Ellas confirman un legado de textos profundamente hermanado con el canon clásico beat en temas, vivencias y recursos literarios. La filiación intelectual es innegable y elude cualquier gregarismo monótono.
  El rescate de este femenino plural inconformista amplía los límites creadores que se expanden desde el famoso cuarteto central: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, W. S. Burroughs y Neal Cassady, egos singulares que han alentado una visión restrictiva y unidireccional en los estudios críticos. Beat Attitude da protagonismo a escritoras pioneras que alentaron una cultura alternativa en un medio hostil; su inspiración creadora fue un esforzado contrapunto que ahora merece un encuadre justo, un primer plano.

                                                                                 

miércoles, 25 de marzo de 2015

UN SUEÑO AL AIRE LIBRE


UN SUEÑO AL AIRE LIBRE

   En mitad de la noche, junto al río, sonó estrepitosa la sirena de un coche policial. Se detuvo en el casco antiguo, ante la entrada de una vieja pensión. Después, puertas forzadas, cristales rotos y sollozos... Y en las aceras un nutrido grupo de curiosos sondeando los pormenores del incidente a voz en grito.
   Aunque estaba dormido, yo lo escuché todo. Pero no desperté. En aquel sueño nadie conocía el silencio.

martes, 24 de marzo de 2015

AMELIA ROSELLI. LA LIBÉLULA


La libélula
Amelia Roselli
Traducción de Esperanza Ortega
Editorial Sexto Piso, Madrid, 2015




INCERTIDUMBRE

  En ese debate inacabable que relaciona el ser biográfico y la identidad escrita, la de Amelia Roselli (París, 1930- Roma, 1996) es una de esas biografías heroicas que no puede obviarse en el analisis del contexto histórico escritural. En ella abundan las circunstancias épicas. Sus progenitores alentaron una continua reivindicación social; su progenitora inglesa fue una incansable activista  y el padre, Carlos Roselli, un intelectual comprometido con la defensa de las libertades en Italia que tuvo que buscar refugio en Paris. Allí nacería Amelia. Pocos años después Carlos Roselli y su hijo serían asesinados por los servicios secretos de Mussolini. Arranca una etapa de exilios y huidas. La familia se instala en Inglaterra y, más tarde, en Estados Unidos, donde comienza su formación en literatura y en música. Ya en Italia, en los años sesenta, salen a la luz sus primeros poemas refrendados por dos mentores de excepción, Pier Paolo Pasolini y Dino Campana. Es una voraz lectora que acumula lecturas de Eliot y Ezra Pound, dos estéticas singulares que conviven con legados diversos como la tradición cristiana, los metafísicos ingleses y el movimiento hermético italiano. Estos idearios cimentan su propia voz, una escritura singular que no admite ninguna etiqueta grupal. 
  La libélula es un soliloquio de cauce libre, un poema río dictado por el flujo continuo del pensamiento que busca curso libre a su discurrir, sin ataduras rítimicas preconcebidas y sin moldes estróficos que pongan coto a la crecida verbal. Ese estar a campo abierto justifica el título. La identidad del hablante propicia las palabras en vuelo, versos que se mueven en el aire como las alas de una libélula.
  Ese movimiento versal arranca claro y firme, como una confidencia compartida que una y otra vez descubre bifurcaciones o vuelve a enunciar lo escrito en el interior de la conciencia. En ocasiones suena con el tono oracular del mantra, o con el subrayado anímico de una plegaria que afrontase un balance vivencial y explorase aristas y  pliegues.
   La senda conforma un itinerario de meandros sin un previsible sitio de llegada. El hilo del discurso divaga, duda, prosigue, como si la razón iniciase un viaje por lo heterogéneo en el que fuesen aflorando puntos alternativos. El hablante lírico habita en un estado de incertidumbre. El poema se ha acostumbrado a hablar entre líneas, sin tener en cuenta al destinatario. Éste podría ser el propio yo desdoblado que se alecciona o podría ser otro confidente cercano que asimila una voz en la penumbra a la que es preciso dotar de rasgos propios. 
  Pero el verbo no busca un sitio franco en la plaza pública. Prefiere la introspección en el discurrir de un tiempo que va acumulando hábitos y decepciones y que deposita sus ojos en el brumoso espejo de las carencias, esa lluvia en el río que se desvanece.
   La poesía de Amelia Roselli cultiva el arte de ser ella misma. Extraña y desbocada en su discurso, concede a los versos una función catártica. Sus palabras rasgan el aire en cualquier dirección sin que ningún asunto alcance preeminencia sobre otro. Reclama un vuelo abierto de alas desplegadas, lleno de oxígeno y claridad.



lunes, 23 de marzo de 2015

EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES



 EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES

       A los que regresan con una sonrisa
                               
El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.
  
                   (Población activa, 1994)

domingo, 22 de marzo de 2015

ARABELLA SILES. DESENREDAR EL AIRE

Desenredar el aire 
Arabella Siles
Utopía Libros, Córdoba 2015


EL MISTERIO DE LO REAL

   Cada poemario inaugura una propuesta de interpretación que alienta una pluralidad de sentidos. Este principio se cumple todavía con más rigor cuando asistimos a una primera salida, donde el hablante lírico elige la senda a seguir sin recorridos previos. El quehacer cultural de Arabella Siles le ha permitido conocer a un amplio número de escritores, algunos de los cuales dejan su afecto aquí. Así la cubierta del poemario es un dibujo del poeta y cantautor Luis Eduardo Aute, el pórtico de entrada está firmado por Julio llamazares, el epílogo por el poeta y crítico Manuel Rico y la contracubierta acoge las palabras del aragonés Ángel Guinda. Pero son contingencias prescindibles a la hora de abordar el rumor del poema porque la lectura es siempre un diálogo a dos voces que no requiere más interlocutores que el encuentro silencioso con los significados de las palabras.
   Sirven de umbral al libro dos citas de Blas de Otero y José Hierro: la primera es una imagen sobre la transparencia del aire que puede dar pie a un acercamiento a la poesía desde la claridad y el sentido comunicativo; el texto de José Hierro percibe esa conexión siempre abierta sobre la lírica como testimonio vivencial. Y esa sensación perdura desde el comienzo, Desenredar el aire es el relato de un transcurso existencial en el que aflorar distintas experiencias de hondo significado; la escritura nace de la necesidad de decir y rehúye cualquier propósito esteticista. Así lo señala la breve composición de arranque, titulada “Poética”: “Para vivir / escribo. / Escribo / lo que me vive.”
   Y ese predominio de lo vivencias está hecho de un tejido diverso y contradictorio, donde la carencia expande su significado más profundo. Somos una estela de fragilidad y vacío, de soledad y ausencia que no quiebra el olvido: “Este poema es un erizo / y / de su corazón / se arranca púas. / Púas de rabia / de sinsentido / de quebranto / de desamparo…”. Aunque prevalece en las composiciones el clima de decepción y ensimismamiento que quien busca desentrañar el misterio de lo real, también el tránsito diario deja sitio a la amanecida, a ese liviano despertar de la luz en la que cada identidad se reconoce. Queda un resguardo para la esperanza. Así leemos en “Ese lugar”: “Arrancar las raíces / de la duda, la ira / el juicio y la condena / antes de que anide el desatino / y se abra en la tierra / la hendidura. / Y volver contigo: / a ese lugar / donde todo comienza / y el sol nunca se apaga. “
  Desenredar el aire es el rastreo de una mirada interior. Poesía donde se traducen las convulsiones del ánimo y su resistencia a aceptar la desaparición y el vacío. En este primer encuentro con el quehacer poético de Arabella Siles emergen los enlaces plenos entre travesía biográfica y literatura con los que se forjan los poemas. Recuerdo y canto del breve acontecer, lo vivido se hace sustancia argumental, se inscribe en el texto para dejarnos un rasgón luminoso y perdurable.  

sábado, 21 de marzo de 2015

SISEO EN EL BOSQUE

Siseo en el bosque, Fotografía de José Manuel Vilaboa
SISEO EN EL BOSQUE
 
Alguien sisea.
Soledad ilusoria.
El bosque y yo.

viernes, 20 de marzo de 2015

EL PICAPORTE

Fotografía de Toledo Llaboratory
 
 
 
EL PICAPORTE

        Con su recuerdo

Casi nonagenario
-después de quince años de ceguera-
la evocación a tientas del pasado
equivale en mi padre
a resistencia.
El ahora es relente,
una cronología que tortura
con terapias y síntomas,
e ignora el leve aroma
de las flores de invierno.

Mi sedentaria angustia,
a cuerpo limpio,
no deja de pensar en cómo observa
aquello que no ve;
con serena sonrisa
enumera detalles
que debieron ser ciertos
y yo escucho sonámbulo,
mientras cierro los ojos.
Todo pasó, no importa
si el pasado no asiente
o la estricta verdad le contradice.

A veces su mirada resucita.
Posiciona en un mapa
imágenes dispersas.
Su voluntad es luz;
es el tacto que gira el picaporte
para abrir desde dentro
la puerta infranqueable.

    ( Mejores días, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2013)

jueves, 19 de marzo de 2015

ALFABETO DEL PADRE

Alfabeto, fotografía de José Manuel Vilaboa

HAIKU DEL PADRE

             Para mi padre

El alfabeto
efímero del tiempo
se desvanece

martes, 17 de marzo de 2015

Entrevista a FERNANDO PÉREZ FERNÁNDEZ

Cargas familiares  
Entrevista a FERNANDO PÉREZ FERNÁNDEZ


En el cauce de novedades, la crítica de urgencia tiene poco tiempo para actualizaciones. Hay que reiniciar el discurso lector y percibir las últimas amanecidas. Entre ellas está la poesía de Fernando Pérez Fernández, autor del poemario Cargas familiares (La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015).


JLM.- Las cubiertas de la colección Tierra son uniformes y sugerentes. Sin embargo llamó mi atención la mínima nota biográfica. Acaba así: “En años más recientes ha intentado dedicarse a la docencia. Y a veces lo consigue, pero hay pocas plazas.”. ¿Sigues en el empeño?

FPF.- Bueno, estos meses más que docente soy "opositor", que suena a instrumento quirúrgico y conjunta con el fórceps, sí. Cuando alguien me pregunta qué tal me va, contesto que intentando estudiar todo lo que puedo para las oposiciones (a profesor de inglés en institutos), y casi todas las noches me siento culpable porque no han sido muchas horas ese día. Tengo que aparcar la curiosidad, centrarme en las memorizaciones, dejar de preocuparme por si pierdo vida o agilidad en castellano y ¡contestarte con prisa, lo siento!          

JLM.- ¿De qué modo afecta el tiempo histórico- esta perpetua situación de crisis- a la poesía?

FPF.- Sobre "nuestro" tiempo como crisis perpetua (o no), hay un libro muy interesante, Normalidad de la crisis, crisis de la normalidad (Katz). En uno o varios artículos (no lo tengo reciente), se cita a Koselleck, su idea de que los momentos históricos no son homogéneos. Para hablar de la poesía o de la economía o de la moral, me parece relevante partir de ahí, de que si hacemos un muestreo de lo que piensa y vive la gente hoy, encontraremos muestras de ordalía medieval, de revolución industrial en marcha, de "corrosión del carácter" por la flexibilización del trabajo y su transformación en algo precario, de hipertrofia narcisista por la necesidad de publicitarse, etc. Y para no terminar parloteando en posmoderno, sigo en la pregunta siguiente.            

JLM.-  ¿Preocupado por el estado de indiferencia del público ante el discurso lírico?

FPF.- No. Creo que internet, con el fomento de la brevedad y la construcción de la propia imagen, hace que se escriba mucho y se lea mucho, aunque lo ahormen los parámetros de las redes sociales y los blogs. Hay un montón de veinteañeros compartiendo memes ingeniosos, pergeñando poemas, leyendo poesía. El problema lo tiene más cierta prosa, me parece, o los clásicos, pero si muchos se pierden a Ovidio, no lo vamos a solucionar con jeremiadas, sino compartiendo citas de las Tristes y las Pónticas en los mails, y a lo mejor transformando la pedagogía, y la distribución en general de los tiempos dentro de la "jornada". En mi caso, me pesa no saber nada de griego y a la vez haber perdido matemáticas. Hice el bachillerato de ciencias y ya no recuerdo la ley de Ohm, y eso que disfrutaba mucho sacando el rango de las matrices.

JLM.-  ¿Cómo surge tu primer libro cargas familiares?

FPF.- Podría darte muchas versiones, una está al final del libro. Otra, que cuenta para el baremo de méritos de las oposiciones; creo, espero. Otra, que hace algunos años atravesé una etapa mala, de desorden vital (hábitos del cuerpo y sus consciencias, todo va junto), y quería hacer una "memoria" (como en las memoir americanas) de ese proceso, la obra como cicatrización y tal. Otra, que llevo muchos años escribiendo y no sabría decirte cómo surge, por dónde empezar. Por eso puedo darte muchas versiones, el asunto está en todas esas versiones y en cómo se contradicen y entraman.  

JLM.- El aserto es contundente: Cargas familiares deja claro que el poeta tiene puesta la camisa de las obligaciones. ¿Ya no se alquilan torres líricas?

FPF.- ¿La camisa de fuerza? Ja, ja. Por suerte ya no se usan tanto. Entre otras cosas, el título "recicla" ese concepto todavía operativo en la legislación de la seguridad social, un término que mantiene connotaciones del "plus por cargas familiares" del régimen franquista, junto con muchas otras (cargas policiales, explosivas, fardos...). Hay un libro, Las cargas familiares. El régimen económico de las familias en crisis, en el que se hace una descripción muy curiosa sobre cómo se relacionan obligaciones, gastos y solidaridad en la familia como grupo social; aunque sólo hice una lectura fragmentaria y superficial a la hora de montar el libro, esa forma de tratar los afectos y las relaciones humanas en un marco jurídico tuvo su función. También la experiencia de ir a pedir un subsidio por desempleo, claro, y darme cuenta de lo importantes que son los días cotizados.

JLM.- Jaime Gil de Biedma escribió que la vida iba en serio. ¿El argumento único de tu poesía es también el devenir existencial?

FPF.- Su afirmación de que un poema debía ser tan claro como una carta comercial me parece muy importante. A la hora de corregir, intenté quitar todo lo que enfangaba los textos, pero igual han quedado un poco farragosos porque las "aventuras" que cuento transcurren en gran parte en una ciénaga. Corregirlas sobre suelo algo más firme espero que les haya dado algo más de legibilidad y aligerado un poco el melodramatismo.
 
JLM.- Frente al mimetismo gregario de lo real las lindes diluidas de la imaginación. ¿Quedan espacios compartidos?

FPF.- Sí, ¿no? Espacios físicos en los que nos encontramos con amigos, y espacios virtuales como este en los que hablar de cosas. Intento no encerrarme en casa, dar abrazos y tocar a los demás, decirles aquí estamos, aunque a veces resulte difícil, mirar a los ojos y transmitir cariño, sin "sobreanalizar".

JLM.- En el cierre de Cargas familiares incluyes una lista de complicidades: Marcel Duchamp, Charles Simic, Ana Blandiana, Martín López-Vega… ¿Qué bifurcaciones de la tradición literaria enunciarías también…? De la poblada tribuna general de la lírica más joven, con qué compañeros de viaje te sientes más ligado?

FPF.- Estos dos últimos años sobre todo he leído en inglés, para dominarlo en las oposiciones, y cada vez leo menos poesía, me temo, aunque las últimas semanas estuve bastante con Louise Glück, Sharon Olds, Ariana Reines, Simic, Charles Olson, xtx, Robert Hass, Mary Oliver, Claudia Rankine...
   Entre los escritores españoles nacidos en los 60 y 70 de los que me gustaría haber aprendido, me vienen a la cabeza y pongo rápido por orden alfabético: Jesús Aguado, Mercedes Cebrián, González Iglesias, Abraham Gragera, López-Vega, Luis Muñoz, Elvira Navarro, Carlos Pardo, Javier y Julián Rodríguez Marcos, Miguel Ángel Velasco... Pero entonces dejo fuera a mucha gente importante de latinoamérica, escritores fundamentales en castellano como Mario Bellatin, Juan Cárdenas, Sergio Chejfec, Yuri Herrera, Pablo Katchadjian, Samanta Schweblin... Autores de los ochenta conozco menos, pero, por ejemplo, leer la obra de Fruela Fernández, lo nuevo de Berta García Faet o ciertos poemas de Erika Martínez me apetece mucho más que escribir yo cualquier cosa.    

JLM.- Por último, y con mi gratitud por este diálogo, ¿ya preparas una segunda salida?

FPF.- Preparo las oposiciones, ja. Luego, con suerte, intentaré terminar un bicho en prosa que comparte algunos órganos con Cargas familiares, el hermano siamés por salir. Espero que con el retraso no me surja muerto, ya veremos.

Muchas gracias a ti por el diálogo, José Luis, es la primera vez que me hacen estas preguntas y quedan por escrito. A ver si no se nota que no me las sabía. 


Fernando Pérez Fernández, 2015