lunes, 30 de mayo de 2016

ALFRED CORN. ROCINANTE

Rocinante
Alfred Corn
Traducción, selección y prólogo
de
Guillermo Arreola
Chamán Ediciones, Colección Chamán ante el fuego
Albacete, 2016

INTUICIONES DE LO REAL
  
 Aunque se versiona por primera vez al castellano, el estadounidense Alfred Corn (Bainbridge, Geogia, 1943) personifica un transcurso creador que aglutina libros de poemas, novelas y ensayos críticos. Sin embargo, su labor no ha trascendido hasta ahora que encuentra acogida en el jovencísimo catálogo de Chamán Ediciones.  La versión al castellano es labor de Guillermo Arreola, escritor mexicano y artista plástico, quien firma una introducción intuitiva; las mínimas pautas abarcan el contexto habitual de un autor integrado en la jerarquía docente universitaria y con amplia presencia curricular en el sistema literario a través de premios, reconocimientos y actividades firmadas en las cabeceras periodísticas nacionales.
 Queda al alcance adentrase en un espacio estético en el que “la forma es legión” y la poesía es el nexo que aglutina el enunciado:” Y, no obstante, la vida quiere ser / su nombre: / árbol, caballo, sueño, amanecer / y el hombre”. Un ideario que sirve de respuesta a un escueto poema de Rubén Darío que recuerdo aquí: “Y, no obstante, la vida es bella / por poseer / la perla, la rosa, la estrella / y la mujer “. De ese hilo suelto de la tradición, asimilada y germinal, se nutre la voz acogida en Rocinante.
  El ciclo abarca desde 1976 hasta 2013; y amanece con los versos de “Diario de Oregon”. En ese tramo encuentra registro principal la evocación; la postura del sujeto lírico está marcada por el empeño por recuperar secuencias emotivas del pasado convertidas en paradigmas de ser. El título es muy explícito y sirve como coordenada de localización espacial donde el entorno se hace mirada sensorial y transcurso. En el acontecer, la memoria conserva indicios que dan forma a fotografías desvanecidas. Son imágenes calladas, situadas al margen del tiempo, que la escritura reconstruye para que caminen autónomas por las pobladas calles del ahora.
  El credo estético inicial asume una propuesta interpretativa en la que se implica la sensibilidad. Amanece en el fluir remansado del poema, magnificada por el tiempo. El paisaje está ahí, momentáneo, repleto de colores y formas transitorias, presente en los espejos de la voz, amasado con elementos vivos y diversos que van adentrándose en el interior, al alcance de los cambiantes estados de ánimo.
   En casi todos los poemas, las facciones de la naturaleza ocupan un lugar central y se focalizan con minuciosa demarcación del detalle. Este ideario objetivista también persiste en la mirada de “Porcelanas chinas en el Metropolitan”. En él retornan las prominencias formales, ese permanecer del yo en la quietud para dar pie al diálogo entre percepción y pensamiento.
   Los recorridos textuales prosiguen en círculos concéntricos sobre una realidad diversa que acoge en su espacio márgenes del sueño. La conciencia se expande para insuflar vida a un cauce argumental nómada, donde las palabras  se aplican en una expresión verbal diseminada. El poeta se convierte en “un espigador de epifanías” (Pág. 77) en el que solo el yo verbal es un elemento transparente y ubicuo, una presencia que queda puertas adentro, convocando apariencias y sueños.
   En este legado de Alfred Corn el contorno tenaz de la memoria dibuja un fértil álbum. En él, los recuerdos conforman un tapiz donde la elegía se convierte con frecuencia en principio fundacional. El corpus muestra trazos de una realidad polisémica y ampliada en su espacio representativo.
   Solo queda indagar la talla de un poeta, relacionado con una tradición fuerte, y enaltecido por críticos tan fiables como Harold Bloom, quien tanto ha perfilado el mejor canon de la lírica contemporánea. Es hora de acotar, gracias a la generosa propuesta de la colección Chamán ante el fuego, la pertinencia de sus valoraciones y juicios, ese equilibrio a pie de página que guarda la lectura individual, entre posibilidades y límites.


domingo, 29 de mayo de 2016

EN EL HUECO DEL TIEMPO



EN EL HUECO DEL TIEMPO


En el hueco del tiempo algunas amistades mudan en simulacros fantasmales.

Los pragmáticos realistas están llenos de tabiques mentales; los agnósticos realistas emplean similares materiales de construcción.

Al día siguiente, en ese paisaje interior que se vislumbra después de la batalla, me visitan asuntos sentimentales, tipos con sus carteras llenas de nostalgia.

Hay quien trata el pensamiento como un utensilio de uso indefinido.

Las palabras carecen de significados estables. Son trucos de magia.

Los domingos escriben biografías tangenciales que las semanas laborales van completando con faltas de ortografía.

Rascacielos; esa materia inerte que solo permite una mirada intimidatoria.

(Aforismos al paso)   


viernes, 27 de mayo de 2016

ÁNGEL GONZÁLEZ. LA FUERZA DEL DESALIENTO

La fuerza del desaliento
Ángel González y la poesía del medio-siglo español
Pablo Carriedo Castro
Editorial Devenir, Ensayo
Madrid, 2016

LA PRIMERA POESÍA DE ÁNGEL GONZÁLEZ

Desde su gestación, el grupo del 50 no ha hecho sino afianzar un magisterio vigente y dar continuidad al paso firme de  promociones posteriores. Así lo constata el incansable fluir de monografías, debates y ensayos que exploran el legado de sus nombres más relevantes, entre los cuales es vértice cimero el poeta ovetense Ángel González (1925-2008). Al primer tramo de su travesía dedica un detallado enclave crítico Pablo Carriedo Castro (León, 1978), doctor en Filología Hispánica, especialista en Teoría Crítica y autor del volumen Pedro Garfias y la poesía de la Guerra Civil española.
   El prólogo incide en la relevancia del asturiano y su proyección intelectual y expone los motivos que justifican la lírica inicial de Ángel González como argumento reflexivo. Es el tramo donde se moldea la personalidad creadora que entregas posteriores fortalecen con manifiesta coherencia. La etapa abarca las entregas Áspero mundo (1956), Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental  (1962), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967) y el libro de cierre Breves acotaciones para una biografía, editado en 1969. En suma, una cosecha con un entorno biográfico condicionado de lleno por la realidad histórica. El sujeto verbal interroga, juzga, asiente y elabora trazos de un discurso ideológico y de una sensibilidad característica. El yo no se repliega sobre sí mismo porque el devenir resulta ineludible. De este modo, la escritura se convierte en testigo y conciencia de ser. El arte poética se reconcilia con la verdad de la Historia y asoma en cada poema una reflexión sobre el tiempo.
  La fuerza del desaliento. Ángel González y la poesía del medio- siglo español plantea en su arranque una intensa indagación sobre los días de infancia, donde se producen dos acontecimientos con inmediatos efectos secundarios: la revolución minera asturiana del 34, que lleva como coda una feroz represión, y el pronunciamiento militar de 1936. Para recrear el periodo el ensayista recurre con frecuencia a la novela de Luis García Montero Mañana no será lo que Dios quiera, sondeo biográfico de gran verosimilitud porque se basa en los recuerdos del poeta y en las anotaciones de carpetas destinadas, en principio, a elaborar un diario personal.
   De estas páginas emerge la idea de la niñez como etapa áulica, un paraíso feliz en el que todo sucedía a resguardo. La existencia guarda un espacio de luz, una recreación idealizada y sin fisuras. Por tanto, el entorno es un elemento clave de la educación sentimental que muda con severidad en el trascurso de la guerra civil. Cuando concluye la contienda es otra la identidad: el niño deja en el umbral a un joven marcado por la derrota republicana que debe adaptarse de inmediato a una situación familiar sombría. La nueva España es un país quebrado, con ánimo revanchista, donde se imponen las líneas centrales del nacionalcatolicismo. La cultura se tutela y en ese monopolio ideológico no hay grietas: es la primavera del endecasílabo que convive con el ideario falangista.
  El tiempo discurre lentamente. Ángel González concluye bachillerato y comienza a estudiar derecho y diversas asignaturas de Magisterio. Es la etapa, entre 1946 y 1949 en la que se escriben los primeros poemas. Vive un paréntesis de tres años, recluido en Paramo del Sil, en la montaña leonesa, donde se cura de una tuberculosis. Allí lee obras esenciales en su formación. Resultan decisivas la Segunda antología de Juan Ramón Jiménez, y algunas salidas de la generación del 27, junto a la antología sobre poesía española contemporánea preparada por Gerardo Diego. En estos libros encuentra un amplio repertorio de modelos e influencias. Esta biblioteca formativa crece al regreso cuando toma contacto con la poesía social en las voces de Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro y otros antiformalistas. Mientras, aparecen algunos trabajos en prosa como crítico musical de un periódico asturiano.
   Otro apartado del libro describe la foto de grupo del medio siglo. La generación del 50 aglutina identidades que se mueven en un tejido sociológico cubierto por un magma totalitario que persigue cualquier apertura ideológica. Se ve en el análisis de variables del momento: la vigencia de la censura, los grupos editoriales más representativos, las revistas que muestran los nombres en boga y la andadura del incipiente movimiento realista donde desemboca la literatura de Ángel González.
   El crítico valora el relieve que tuvo la instalación en Madrid y la mano tendida de Vicente Aleixandre, a quien conoce a través de Carlos Bousoño, amigo de infancia y ya reputado poeta y ensayista. Allí asiste a tertulias, establece contactos personales, y suma amistades valiosas. También vive temporalmente en Sevilla y en Barcelona, donde Manuel Lombardero le consigue un puesto de lector y corrector, y donde nace su obra en prosa, El maestro, un texto didáctico que enaltece la función social de la docencia.
  1956 es un año decisivo para el escritor. Aparece Áspero mundo, reconocido con un accésit del Premio Adonais, y entabla relación con el núcleo central de la Escuela de Barcelona, en un proceso de acercamiento amistoso que servirá más tarde como efectiva plataforma. El ámbito amical será una constante del grupo – así lo subraya el aserto de Carme Riera: “partidarios de la felicidad”- que no impide el camino en solitario de cada integrante. La arquitectura creativa de Áspero mundo descubre los elementos esenciales del recorrido posterior: la voz testimonial, el estado de incertidumbre ante la realidad, la restauración onírica del pasado y de las ilusiones, la perspectiva amorosa o el componente existencial. Son señas de identidad que permiten adivinar trazos del dibujo general de Ángel González.
   La montaña bibliográfica que ha acumulado el sesgo creador de la generación del 50 casi anula el descubrimiento de facetas novedosas o inexploradas. Ahí están, rotundos e inalterables, los acercamientos de Emilio Alarcos Llorach, Laureano Bonet, Carme Riera, junto a las páginas autobiográficas de Carlos Barral, José Manuel Caballero Bonald, o Jaime Gil de Biedma que comentan con voz testimonial y directa las contingencias personales. El trabajo de Pablo Carriedo, minucioso y expansivo, completa y da continuidad a sendas ya trazadas y aglutina con precisa cronología el tramo inicial de Ángel González, con un enfoque argumental notable del contexto histórico. La fuerza del desaliento condensa el fluir de una existencia creadora en íntima empatía con su época. Despliega el legado de una voz que personaliza la mejor tradición de nuestra poesía. 
 
        

jueves, 26 de mayo de 2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

ABEL SANTOS. JASS

Jass
Abel Santos
Prólogo de José Luis Morante
Ediciones Tuertas
Barcelona, 2016
 MÚSICA DE JAZZ 

  No albergo ninguna duda. El gusto musical de un escritor define con íntima caligrafía el planteamiento, nudo y desenlace de su forma de ser, los latidos de su trabajo poético. Abel Santos (Barcelona, 1976) escucha jazz desde el arranque de su vocación literaria, allá por la amanecida de los años noventa, cuando se dedicaba a escribir relatos fantásticos, una terapia sobre el folio contra el feismo de la realidad y sus desajustes de puerta trasera. Los temas musicales navegaron parsimoniosos en el vinilo también en las últimas horas del tiempo juvenil mientras las madrugadas reclamaban un paseo azaroso por bares y garitos abiertos. Abel Santos ha contado cómo quedó convulsionado por primera vez con los extraños acordes del jazz: recuerda que era un niño de seis o siete años que jugaba en el patio interior de la vivienda familiar y desde la ventana del piso superior llenaba el ambiente la música de un tocadiscos y el tecleo persistente de una máquina de escribir. Fue una audición única y el tímpano infantil vibró con la hondura y extrañeza de aquellas notas volanderas, casi perdidas hoy en el desaliñado trastero de la memoria.  
   En los poemas que acoge esta antología, jazz y blues son dos senderos que se bifurcan, una doble presencia que regula la humildad de las palabras para cercenar lo ampuloso y escribir desde el despojamiento. Los versos dan cauce a reflexiones y apuntes de diario con un lenguaje que jamás confunde emoción y léxico pretencioso, hondura y divagación ensayística.
   La selección Jass compendia veintiocho poemas que preservan en su desarrollo los dos géneros musicales: el jazz y el blues. Los textos pertenecen a libros editados hasta la fecha con la generosa coda de un puñado de inéditos. No es la primera vez que el poeta deposita en los escaparates una muestra de su tarea lírica. Los lectores conocen ya la antología Demasiado joven para el blues (1998-2014), una panorámica con introito de Javier Cánaves. Frente al desarrollo argumental de Jass centrado siempre en los dos mencionados referentes, aquel volumen es más abierto y aglutina composiciones de temas diversos.
   La naturalidad es la textura que mejor explica que el arte es vida y la escritura es el trazo leve de un pulso autobiográfico, un misterio velado que habita en las justas dimensiones del poema. Por eso, la idea se pone de pie con un lenguaje rico en sugerencias y sencillo, consecuente con las cadencias próximas de una pieza de jazz.
   Abel Santos sabe matizar tonos diversos, desde el patetismo de la desolación en el que la soledad atormenta y emite su queja hasta el lamento elegíaco que despide la penumbra triste de un bar de copas, cuando el cliente llega a deshora y el camarero aleja su cansancio soñando con la huida a cualquier litoral deshabitado. La actitud reflexiva de estos poemas nace en ese instante en el que sueño y realidad se confunden y el yo se siente único habitante de un espacio en ruinas; horas en las que el reloj de la melancolía marca el paso a una actitud vital que acumula fracturas y cicatrices
   La palabra de Abel Santos sale a la calle con una gabardina de entretiempo para que se cobije la esperanza y una maleta llena de poesía, un sencillo equipaje que comparte con los ruidos del tiempo algo de blues y el paisaje soleado de una pieza de jazz.

(Fragmento del prólogo a Jass)




                                                 

lunes, 23 de mayo de 2016

PLIEGOS SUELTOS DE LA ACADEMIA (Revista literaria)






AMANECIDA


 Pliegos sueltos de la Academia
(revista semestral de traducción, Abril 2016, nº 1)
Coordina: Inmaculada Moreno
Academia de las Artes Santa Cecilia
Puerto de Santa María, Cádiz

   En un contexto editorial encogido por la incertidumbre de lo cotidiano, que anda cabizbajo y con voluntad apaciguada, el nacimiento de una nueva publicación en papel tiene el color feliz de la amanecida. Ve la luz el primer número de Pliegos sueltos de la Academia. Es una revista de formato sencillo que “aspira a cumplir los principios de la auténtica crítica literaria: la valoración de lo nuevo y la revalorización, desde la luz del presente, de aquella literatura del pasado que hoy conforma nuestra cultura más allá de las fronteras lingüísticas”.
   Un propósito repleto de cordura que coordina, desde Puerto de Santa María, Inmaculada Moreno y que integra en su consejo de redacción la labor de Ángel Mendoza, Eduardo del Pino y Vanesa Quintero, y cuenta con el asesoramiento del escritor José Mateos.
La revista, con periodicidad semestral, está dirigida a la traducción, un enfoque sugerente en una etapa proclive a lo digital que ha disparado la polisemia en los mensajes y la instauración cotidiana de tradiciones foráneas en las que la traducción adquiere un necesario protagonismo.
  Vertebran los contenidos del número el sondeo y divulgación de facetas y perspectivas sobre el quehacer  de los traductores. Las aportaciones incluyen un cuestionario a Jaime Siles, un artículo de José Manuel Benítez Ariza sobre la imaginación y sus brotes y un muestra poética de Klaus Merz versionada al castellano por Inmaculada Moreno. También se recupera un poema de T.S. Eliot vertido al castellano por Claudio Rodríguez y  cuatro reseñas sobre novedades editoriales.
  En suma, una epifanía repleta de interés en la que no falta el compromiso con la buena literatura.   

     

domingo, 22 de mayo de 2016

ELLA Y ÉL. SILUETAS DE PASO

Siluetas de paso

ELLA Y ÉL

Ella  vive en un tiempo en el que no hay nadie entre las sábanas. Comparte el sexo consigo consigo misma. Él sabe que la ausencia es grande, como un hueco de escalera. Ella rebusca en el contenedor de la costumbre otros pies desnudos porque hace frío. Él maldice, con la dificultad de pronunciar palabras en otro idioma. Ella escucha el goteo de un grifo, mira el desconchón de la pared, oye el eco metálico de un cierre que recuerda el alivio de algún permiso de fin de semana.  Ella y él, él y ella. Siluetas de paso, voces que dejó sobre la mesa de trabajo de un narrador omnisciente el viento estepario de la soledad.

(De Cuentos diminutos, Cuadernos de Humo nueve, Nueva York, 2015)
 
 
 

sábado, 21 de mayo de 2016

RAINER MARIA RILKE. DESTINO DE POETA

Elegías de Duino
Rainer Maria Rilke
Versión de Juan Rulfo
Ediciones Sexto Piso
Madrid, 2015 

DESTINO DE POETA
 
  Rainer Maria Rilke (Praga, 1875- Montreux, 1926) asumió su destino poético como una imposición pactada con el yo y  libre de cualquier obligación contingente. Vivió el quehacer escritural con tenacidad monocorde en un periplo biográfico que concluyó a los 51 años, víctima de la leucemia. Su obra adquirió pronto valoración en toda Europa; en España los poetas de la generación del 27 fueron lectores tempranos y reconocieron su magisterio. En el trayecto de Rilke las Elegías de Duino ocupan un espacio central. Ahora aparecen en castellano en la versión realizada por un nombre cimero, Juan Rulfo, el autor de Pedro Páramo y El llano en llamas. Una nota final comenta las especiales relaciones del novelista y los poemas y los diferentes materiales que propiciaron esta versión, acaso, la más atinada por cuanto promueve junto al espíritu del texto un asentimiento del aliento creador.
   La opción poética de las Elegías de Duino ahonda en el esteticismo cognitivo; su avance hace de la belleza presencia tutelar de la que el hombre en vela se hace testigo e intérprete. El ángel es símbolo de esa vida interior que emprende un largo recorrido introspectivo. Desde ese estadio interior percibe el acontecer de lo sagrado.
   El poeta inicia su primera elegía en 1902 en el castillo de Duino, bajo la aristocrática protección de Marie Von Thurn und Taxis-Hohenlohe, a quien dedica la obra, y proseguirá su escritura durante una década, con amplios intervalos entre las diferentes partes. Cada elegía impulsa “el puro movimiento del espíritu”, un moroso vaivén entre pensamientos y sensaciones que se va dispersando en un amplio movimiento expansivo. El ángel es un elemento imaginario clave que admite un incansable proceso interpretativo, aunque cada una de las elegías aborda temas diferenciados.
   Es conocido el posible aporte de la tradición mística, de los textos de san Agustín y de los esquemas mentales que proporcionan algunas representaciones escultóricas y pictóricas para explicar el origen del ángel como un espíritu fuerte, una energía transformadora y libre de condicionamientos humanos, como personificación de un grado superior del ser.
   La poesía se convierte así en una visión, una iluminación idealizada que busca sentido al sujeto, más allá de la realidad sensible. La lírica supera la condición escindida del hombre, escucha lo transcendente y configura un espacio donde el hombre encuentra protección y refugio.
 

jueves, 19 de mayo de 2016

FORMAS SIMPLES

Tulipanes

FORMAS SIMPLES

Cada náufrago reclama para sí la madera raída.

Alguien escribe. Soy parte de la trama. Un personaje episódico.
Estoy aquí, creo, aunque desconozco la ubicación exacta del aquí.

Los aforismos marcan la piel del agua, como la huella frágil de una verdad.

Para la confidencia íntima, personal, directa, un tono de voz sobrio alejado del aspaviento.
Percibo contornos con la precisión ambigua del miope.

Cada día el desconcierto, la indagación sobre una realidad cambiante y fragmentaria.
Con los años el escepticismo muda en benevolencia.

Sucede que regresas cada vez que te nombro.
No sé apaciguar mi obsesión por relojes y calendarios.

En la íntima discordia entre el yo y la nada, tomo partido.
Un nombre propio que acumula letras en minúscula. Nadie, en suma.

Mientras busco, dejo abierta la puerta para el regreso.
                      (De Motivos personales, La Isla de Siltolá, Sevilla, 2015)

 
 
 

 

 

miércoles, 18 de mayo de 2016

ZAPATOS SIN NADIE

Sin nadie


ZAPATOS SIN NADIE

   Desde hace algunos días estoy fuera de plano. Ignoro dónde reposa mi cansancio y nada sé de los itinerarios que recorro a diario. Cuando pienso en mi ausencia me encoge el ánimo un deje de tristeza y habla por mi voz el desaliento.
   Hoy percibí en medio del silencio de la casa vacía un ruido próximo. Sonaba al otro lado de la puerta. Mi cercanía parece una posibilidad razonable. Desde el ojo de la cerradura me aplico en confirmar el regreso. Con paciente sonrisa. Por si he vuelto.
 
(Del libro Cuentos diminutos)

martes, 17 de mayo de 2016

SOPLOS DE MAR

Paisaje marino
Jacob van Ruisdael

PAISAJE


El cielo frío
dibuja en mi mejilla
soplos de mar.




jueves, 12 de mayo de 2016

ÁNGELES MORA. FICCIONES PARA UNA AUTOBIOGRAFÍA

Ficciones para una autobiografía
Ángeles Mora
Bartleby  Editores
Madrid, 2015





LA VERDAD DEL POEMA

  La concesión del Premio de la Crítica en 2016 a Ángeles Mora por su libro Ficciones para una autobiografía perfila con nitidez los trazos de un legado poético que arranca en 1982 y que está compilado en volúmenes como  ¿Las mujeres son mágicas?, con prólogo de Miguel Ángel García, y Antología poética, selección editada por Luis Muñoz. A ellas se incorpora en 2008 la entrega  Bajo la alfombra.
  En este periodo creador de la poeta de Rute, afincada en Granada desde su formación universitaria, hay una explícita apuesta por el intimismo confesional, una poesía a media voz que crea musculatura al yo verbal para marcar un trayecto existencial que encuentra su verdad en el poema. Otra vez renace esa fértil discusión crítica que indaga la trama convivencial entre sujeto real  y entidad literaria, un debate que marcó sendas de lucidez en las décadas del cierre de siglo, cuando fue etiqueta vertebradora la denominada “poesía de la experiencia”
  La cita de arranque que Ángeles Mora elige para su poemario establece un punto de partida, como si dejara al lector en una convención establecida. Pertenece a Philippe Lejeune: “Toda autobiografía implica un pacto con el lector”. Por tanto, no interesa tanto el cauce secuencial del pasado repleto de contingencias sino la reconstrucción de una etapa en la que la conciencia de ser recupera una identidad con caligrafía objetiva. El pasado regresa al ahora para dar voz a un tiempo cambiante que se ha preservado dentro del yo.
  Es el hilo roto de la vida en curso y solo permite una lectura fragmentaria en los rincones de la memoria. Esa lectura está repleta de indeterminación y niebla, como si la percepción sensorial tuviese que aportar una dimensión nueva, entre la realidad y el espacio onírico. Así se vislumbra en el poema “¿Quién anda aquí?”: “¿Quién anda aquí? /¿Quién va y viene sin ruido entre mis cosas, / penetra con sigilo  / de noche en mis papeles / usurpando sus notas? / ¿Quién vierte la tinta / que me roba el sueño?” En el tranquilo devenir de las horas, la rutina difunde su extravío. Expande sus quehaceres, salpica de sedentaria quietud y deja una apariencia gastada sobre lo cotidiano donde resulta difícil reencontrarse. Los caminos de regreso están dentro y hay que saber preservar los destellos que convierten los latidos diarios en ejercicios de plenitud y belleza: “Regando el corazón  / que se te ofrece / puedes ser más feliz / que si lo arrancas. / Busca dentro de ti / las luces que más arden “.
  En el quehacer de Ángeles Mora se hace preocupación recurrente el rol femenino y sus arquetipos, como sucede en magisterios cercanos a la autora como Wislawa Szymborska. Ese estar tradicional del ama de casa abocada a representar un papel secundario en el cuarto oscuro de la soledad altera el ánimo del verso y exige abrir ventanas. Hay que buscar lugares al sol, rincones habitables sin príncipes azules ni engañosas migajas de una realidad que desenfoca la dignidad de lo femenino.
  La poesía de Ficciones para una autobiografía respira el aire libre de lo necesario; sirve para percibir el fulgor emotivo que habita en las encrucijadas del tiempo. Allí permanecen los signos más precisos de la propia imagen, sin límites ni gradaciones, convirtiendo el poema en una búsqueda que dota de sentido cada amanecida., aunque el yo que perdura nunca sea el mismo.


miércoles, 11 de mayo de 2016

HACIA NINGUNA PARTE

Ninguna parte
José Luis Morante
Ediciones de La isla de Siltolá
Sevilla, 2013


PACTO


Eres punto de luz tras el eclipse.
Al despoblar la sombra,
que retornes envuelta
en un aire de víspera
y prodigues abrazos.
Que rompas, trecho a trecho, la costumbre.
Sutura cicatrices,
encrucijadas, miedos.
Deberán confundirse nuestros pasos
en otra orilla, donde duerme el sol.
El beso de la escarcha
no roce tu epidermis con sus labios.
Que tu miedo y tu furia
-falsos techos de niebla-
sean leve rumor desdibujado
que se gestó una noche.
Nunca fue fácil conciliar el sueño.

    (De Ninguna parte, Sevilla, 2013)





lunes, 9 de mayo de 2016

domingo, 8 de mayo de 2016

NUBES Y PARAGUAS

Con voz de lluvia


NUBES

La lluvia recurrente
conforma una viñeta melancólica
que cela ventanucos y portones,
y justifica ociosas voluntades.
Inquisitivas sábanas recubren
de tedio y soledad.
Empujan los desvelos hacia el alba.
Rememorar es grato
si la secuencia informa
que no somos estelas todavía,
una colmada sucesión de fraudes.
Al cuerpo que interroga
dicta el tiempo agresivo
preceptos irritables.
La vigilia se quiebra mientras miro
un rosario de nubes
donde nunca rozamos.

    ( Del libro La noche en blanco, Barcelona, 2006)


sábado, 7 de mayo de 2016

NOELIA ILLÁN CONESA. VERBOS POR DENTELLADAS

Verbos por dentelladas
Noelia Illán Conesa
RaVeNsWoOld Books Editorial
Cartagena, 2016

VERBOS POR DENTELLADAS


  En la senda intelectual de Noelia Illán Conesa (Cartagena, Murcia, 1983) conviven disciplinas complementarias, que fortalecen una versión personal del taller literario. Licenciada en Filología Clásica y docente en ejercicio, ha realizado versiones crítica sobre el legado de Ovidio y es una estudiosa reconocida del quehacer de José María Álvarez, de quien publicó en 2015 la antología El oro de los tigres, y sobre cuyo papel en la generación del setenta prepara un libro de conversaciones. Es codirectora de la revista La galla Ciencia y activa presencia en debates, revistas, antologías contemporáneas y lecturas poéticas. Su carta lírica, Calamidad y desconcierto se acaba de reeditar y ahora publica su entrega Verbos por dentelladas. Vida de poeta, sin duda, una existencia pasional que celebra a cada instante el verbo necesario y hace del tiempo consunción y entrega para afrontar la soledad en compañía del poema y desacralizar el status de autor con sitio propio en cualquier torre de marfil ; sus versos niegan esas utopías ficcionales que imaginan la autonomía verbal como un asunto áulico. Escribir es sentir, dar presión a las repletas arterias de la vida al paso. Con precisa franqueza y fidelidad al relato realista, que convierte al protagonista verbal en conciencia mimética, asume un reflejo especular que constata límites. De esa mirada intencional que busca equilibrio y cercanía se nutren composiciones como “Vida de un poeta” y “Desconcierto”. La escritura permite superar cualquier encasillamientos reductivos y crea realidades suplementarias que amplían, con naturalidad, la manera de estar: “Deseo el atardecer lento / pausado y mío, de  Buda con Pest a un costado. / El caminar de mujeres en calles y trenes, / el vino dulce de los años dorados. / Deseo la vida de poeta, / pero ando lejos de alcanzarla / desde este sillón tan negro y estéril, / con estos versos que no me tapan ni los pies”.
  Los textos transmiten una percepción cosmopolita y dan vida a entornos habitables que buscan coordenadas en cualquier geografía imaginaria. Por las rendijas del poema se filtran escenarios de la tradición –Paris, Roma, Venecia, San Petersburgo, Buda…- y en sus laberintos instalan sus aceras las calles del ahora, manchadas por el relente y la intemperie, como si cada ciudad se fusionara en un solo molde, en una abstracción en la que se desenvuelve la existencia del sujeto verbal, incluso el afán del personaje real, deshabitando incertidumbres en el plano laboral de Cartagena.
  Imaginación y realidad adquieren dimensiones referenciales para moldear en la textura aleatoria del poema un mundo propio, creativo y dinámico. En él Noelia Illán Conesa sitúa las esquinas del paisaje urbano, una acuarela decadente, donde un aire de irónico malditismo concede a los personajes una versión suburbial que rebaja expectativas vitales. Como si la existencia no fuese más que una moqueta sucia por la que camina la terca insistencia de una soledad tediosa que multiplica fotogramas de un mundo gastado, a punto de anunciar algún derrumbe, pero con sitio fijo para el paso discreto de la imagen feliz, de un regreso a Venecia. 


viernes, 6 de mayo de 2016

FORTALEZA





FORTALEZA

He perdido el anhelo difuso de ser otro.
Mi soledad encarna
la vulnerable piel de alguna fruta.
Llego al umbral de los acantilados
y en la roqueda erijo
-con temores y dudas, con heridas-
seguridad precaria.
Alzo una fortaleza
para que no me alcancen
reiterados presagios.
En la torre central guardo vigilias.
Espero tu llegada.
En mí tendrás cobijo.

    (De Mapa de ruta, Granada, 2010)

miércoles, 4 de mayo de 2016

EL BIÓGRAFO DE BORGES

Bastón

EL BIÓGRAFO DE BORGES


  Labró durante una década una biografía minuciosa de Jorge Luis Borges. Se encerró en el silencio de la buhardilla, ahuyentó afectos y compromisos, y ascendió con paciencia hasta la cumbre de una cordillera erudita, hecha de ensayos, cuentos, poemarios, reseñas, artículos de prensa y panegíricos circunstanciales que glosaban la exitosa carrera literaria. Tras la enésima corrección de pruebas, la obra cumplió trámites de edición. Con cansancio feliz, el biógrafo nunca más pensó en aquel libro.
  Todo estaba en su sitio. Solo tenía una errata, una paradoja casual. Confundió fechas y anticipó la muerte en Ginebra ochenta y siete años antes del nacimiento en Buenos Aires. Un lapsus ligero que no hubiese disgustado al paciente bastón del mismo Borges.

(De Cuentos diminutos)


martes, 3 de mayo de 2016

FRANCISCO FERRER CARBONELL. EL REMO DE CHARÓN

El remo de Charón
Francisco Ferrer carbonell
Editorial Círculo Rojo, 2016

AL OTRO LADO

  Para su amanecida como narrador, Francisco Ferrer Carbonell (San Pedro del Pinatar, Murcia, 1962)  elige un título con resonancias clásicas, El remo de Charón. Otra vez retornan desde las aguas mansas de la tradición los viajes de Caronte por las aguas en sombra del río Aqueronte para llevar en su barca, a golpe de remo, a las almas difuntas hasta la otra orilla. Solo un óbolo cobraba por su tarea a los nuevos inquilinos de la Parca. Y de esa azarosa despedida se nutren los relatos contenidos en esta entrega que, desde diferentes enfoques, testifica las voces de llegada a la estación final.
  El relato inicial opta por el tono sentimental de la elegía. nada hay más complejo que aceptar la ausencia de quienes compartieron instantes de felicidad y son las vivencias en común las que se guardan contra el abrasivo efecto de los días. Pero ya he comentado al inicio de esta reseña que el autor busca  en el proceso narrativo de estos cuentos un sostenido contraste ficcional y un muestrario de estados de ánimo en los protagonistas. De inmediato, en el segundo relato, aflora el humor y ese apunte leve que la ironía deja entre las cosas cuando no acaban de concretarse los síntomas de la despedida y hay que recurrir –con sentido paradójico- al médico sanador para que en su profesión encuentre remedio para cerrar los ojos, aunque sea este gesto el que clausure el devenir convivencial.
  Otros cuentos parecen inspirados en la tradición oral e hilvanan argumentos que viajan de boca en boca hasta que alguien asume el oficio de cronista certero para que sean conocidos por las nuevas generaciones. Así ocurre en los relatos titulados “El perro de la parca”, “la promesa” y “Cómeme”. Son piezas literarias donde la historia va resolviendo su clave argumental con el cuidado de quien además de narrar ofrece en el cierre una enseñanza didáctica que invita al lector al asentimiento reflexivo.
   Por su longitud y por su condición de relato próximo al cine negro y a la narración de detectives que tanta acción acumula en cada secuencia, el cuento “Jhericó” tiene un notable papel protagonista con un avance bien contruido y con el manejo de personajes principales y secundarios más definidos. En claro contraste. como si el autor buscara en los rincones de la ficción otros ángulos muertos, en el microrrelato “la sombra”  entrelaza líneas con la voz sosegada del misterio para que afloren las cicatrices de la noche, ese mundo en sombras que encoge el ánimo y requiere unos hilos de luz.
  Los casi treinta relatos integrados en los capítulos de El remo de Charón optan por la incertidumbre que clausura los pasos del sujeto. La vida al paso es un intervalo con fecha de cierre; un paréntesis maleable que deja entre la cronología azarosa de lo cotidiano el perfil nítido de una última pisada. Y aceptar ese hecho supone pensar que el acontecer tiene un fin, una muerte callada o estrepitosa que el escritor presenta siempre con un lenguaje coloquial, hecho con cercano gesto, el humor o la seriedad de historias que reflejan las palpitaciones del destino. Silenciosa y tenaz, la muerte está ahí y hay que contemplar su perfil sin patetismos, con el óbolo dispuesto bajo la lengua, como si se aguardara la eventual llegada de la sombra convencidos de que el destino también nutre al azar. Y tal vez en el próximo viaje cambie de voluntad y permita el aplazamiento, ese cerrar los ojos pensando que mañana será otro día.





lunes, 2 de mayo de 2016

MANUEL NEILA. ANTOLOGÍA CONSULTADA

Aforismos contantes y sonantes(Antología consultada)
Selección y prólogo de
Manuel Neila
Asociación Cultural Letras Cascabeleras
Cáceres, 2016

AFORISMOS EN LA CALLE

  Resulta paradójico que la continencia expresiva del aforismo se haya convertido en los últimos años en crecida estival que multiplica títulos y signos propios de practicantes nuevos. Creo que el impulso no proviene de una tradición literaria; aunque magisterios centrales, como Antonio Machado o Juan Ramón Jíménez, escribieran aforismos, y las greguerías de Ramón Gómez de la Serna concedieron a las breverías un carácter lúdico y vanguardista, la dinámica actual obedece, más bien, a las peculiares cualidades de un entorno cambiante, a la pugna por esencializar el mensaje para su difusión acelerada en las redes sociales y, por último, al carácter fragmentario de lo real que va mudando de forma inestable, marcado por la inmediatez y la urgencia.
 La abundancia aforística del presente ha suscitado acercamientos críticos en forma de artículos, ensayos y antologías como la que coordina Manuel Neila (Hervás, Cáceres, 1950), cuyo título Aforismos contantes y sonantes se inspira en un verso de Omar Jayyan, con versión al castellano de Javier Almuzara. El rótulo suena a cascabeleo, a ligereza y calderilla, lo que viene bien para reclamar la curiosidad por la obra.
  Neila comenta el sesgo contingente que ha propiciado esta reunión de micrologistas. Algunos autores fueron convocados de modo presencial en la Feria del Libro de Trujillo de 2016; otros aportaron un mínimo fruto de su aforística, y el conjunto ha servido para que la Asociación Cultural Letras Cascabeleras deje una selección muy concurrida en la que, de forma escueta, suena la polifonía de un coro variopinto.
  El propio Manuel Neila ha comentado alguna vez que el aforismo tiene algunas sendas definidades, que propician una activa combinatoria. En efecto, casi todo el género comparte, en mayor o menor proporción, una textura hilvanada con la reflexión, el sentimiento, la mirada crítica y el juego verbal. De ahí van emanando los itinerarios individuales que, con mínimas excepciones, casi nunca se dedican al género de forma monolítica, y suelen difundir sus textos breves en intermedios cronológicos del taller literario, acompañando a poemas, relatos breves, ficciones o enfoques ensayísticos.
  La diversidad requiere una práctica libre en los trayectos individuales: el tiempo histórico colectivo dialoga con el afán testimonial y crítico de los aforismos que insiste en la condición moral del sujeto; otras veces es el viaje introspectivo en los temas esenciales del estar en el que busca alguna claridad en los aposentos de la intimidad. El volumen Aforismos contantes y sonantes despliega un amplio repertorio argumental, renovado con matices y enfoques.
  Entre los cincuenta y dos elegidos, desde Javier Almuzara a Ricardo Virtanen, son varias las generaciones en activo, y los prestigios de huella firme comparten páginas con los emergentes, que son los que requieren un mayor trazo, aunque todavía no sea más que un pronóstico su fidelidad al género.
  La labor del antólogo, dispersa en aproximaciones conocidas, notifica la pujanza de un género que ya forma parte del pensamiento crítico actual, que es parte imperante de una filosofía en la mirada, cuyo ritual de tránsito amanece marcado por las preguntas de siempre. Existir es dudar y hay que hacer de cada escritura un manual de supervivencia.