martes, 14 de marzo de 2017

ANTONIO RIVERO TARAVILLO. VILANOS POR EL AIRE

Vilanos por el aire
Antonio Rivero Taravillo
Ediciones de la Isla de Siltolá, Aforismos
Sevilla, 2017
ESTELAS DE VILANOS

   La expresión creadora de Antonio Rivero Taravillo se concibe como una continua indagación en los misterios del lenguaje, al margen del vehículo formal elegido. Esta senda al conocimiento, en constante evolución, convierte su escritura en un trayecto en construcción. En él se van superponiendo géneros como la poesía, el ensayo, la traducción, la crítica, el apunte, los artículos de prensa, la novela o la biografía. Son estrategias que alzan un cuerpo multiforme, una naturaleza corpórea que se amplía ahora con un nuevo apéndice: el aforismo.
  Vilanos por el aire acoge su primera compilación de fragmentos. No hace falta recordar el sentido ecléctico de cualquier entrega aforística y su tendencia a la diversidad de intereses. Para poner cierto orden en la forma natural de caminar por lo imprevisible, se opta por agrupar las breverías en apartados temáticos. El primero, “Escribir” deja clara su naturaleza metaliteraria; la escritura no es un mero taller ocupacional sino un empeño de la voluntad porque concede una identidad singular, una ontología que se asocia a la sensibilidad de nuestra naturaleza. Las palabras enseñan y muestran lo que acontece. En este caso en la ciudad del libro, ese callejero que engloba tantas variables en su devenir diario. La anotación inicial está más cerca de la reflexión que de la economía lapidaria; sirve para tomar el pulso de escritura a un apartado que hace de la paradoja un sígno básico. Otra estela relevante es la ironía, un gesto que baja del púlpito el tufillo solemne de lo literario. “Escribir” tiene un ámbito expresivo abierto; la caligrafía del poeta es expansiva y muchos aforismos hilvanan continuas reflexiones sobre el latido del poema y su razón de ser, o sobre las sensaciones que depara la escritura en divertimentos contingentes como las erratas, el páramo creador, o dislocada sociedad literaria siempre proclive al ajuste de cuentas con la sensatez.   
   El segundo epígrafe, “Lascas de realidad” se impone la presencia de lo cotidiano. Los aforismos incluidos guardan entre sus líneas la conmoción de lo diario que tiene una acusada tendencia al desajuste y a encadenar decepciones. La visión social aplica descreencias y borra dogmas. Los pasos del día van dejando apariencias donde lo transitorio se refleja y engulle el perfil frágil de nuestra identidad precaria. Edificamos sueños sobre laberintos; sobre un acontecer incierto cuyo andamiaje no es más que sombra interior y leves andamios que sostienen las relaciones con los demás
  Concluye el libro con un atinado glosario editorial. Esta versión aforística de un María Moliner de bolsillo recrea, con la etimología de lo cómplice, un listado de palabras de campo del escritor. Nace así una nueva acepción que acepta de inmediato la interpretación subjetiva, siempre menos dogmática y moldeada por la originalidad ocurrente del humor en el tratamiento del lenguaje.
 El aforismo tiene una sorprendente capacidad de regeneración. Antonio Rivero Taravillo se incorpora a la poblada nube de practicantes con un enfoque saludable. Lejos de lo lapidario, el autor prefiere el tono medio de una conversación compartida entre parodia, filosofía y literatura, el aire festivo de una víspera que deja la mirada abierta.  

2 comentarios:

  1. interesante como ves la vida de tus bellas letras

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    1. Muy amable; sabes que la escritura es una forma de mirar lo diario desde el interior. Y en ese gesto, el aforismo es un género necesario. lo constata muy bien el poeta Antonio Rivero Taravillo que llena otra página en blanco con las breverías de VILANOS POR EL AIRE. Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para el día.

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