sábado, 30 de diciembre de 2017

JOSÉ PULIDO NAVAS. LA METÁFORA DEL CORAZÓN

La metáfora del corazón
José Pulido Navas
III Premio internacional de poesía "Pilar Fernández Labrador"
Diputación Provincial, Salamanca, 2016

LATIDOS



   La hermosa cubierta de La metáfora del corazón reproduce una imagen de Miguel Elías y deja una primera impresión visual que remite a la sensibilidad de Oriente. También el título de este poemario de José Pulido Navas desdeña el enunciado figurativo para abordar una lectura interior de la identidad. En un detallado liminar, “Hombre, latido del tiempo”, el poeta y periodista Carlos Aganzo explora el itinerario personal como quehacer expansivo iniciado en 1983 con la entrega Donde se escribe el silencio. El escritor ha ido sumando estaciones en el tiempo hasta abordar el andén de La metáfora del corazón, una colección de poemas reconocida con el premio de poesía Pilar Fernández Labrador. Carlos Aganzo subraya en los tramos líricos una propuesta estética común definida por el empeño en sondear los arcanos del intelecto. De este modo, el poema deviene mirada interior a la conciencia, siempre velada por el misterio de ser en el devenir del tiempo. Lo transitorio deja en las manos una caligrafía cuya naturaleza resulta paradójica, como refleja la cita de San Agustín que José Pulido recupera como umbral de sus versos: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me pregunta, no lo sé”.
  Con el tono firme de la elegía arranca un poemario cuyo argumento central, como se ha expuesto, es la textura que conforma la naturaleza de nuestro estar en la rueda tenaz del calendario; el sujeto se ve a sí mismo como superviviente del discurrir, protagoniza un denso aprendizaje cognitivo. El pasado ya es humo por más que sus indicios a menudo perduren bajo las formas veladas del recuerdo. Y el ahora es el paso tenaz de la costumbre, un laboreo por lo cotidiano que intenta dar sentido a la esperanza y percibir el mínimo prodigio de la existencia. Ser es habitar el reloj, encarnar dentro esa historia del tiempo que convierte al hombre en latido, casi inadvertido y frágil, proclive a la emoción y la añoranza.
 Símbolo de finitud, el corazón se hace metáfora del tiempo; sus movimientos acompasados encarnan el fluir y van dejando indicios, un memorial de vivencias que contiene en su cavidad emociones y olvidos; mientras, en ese caminar hacia la ceniza,  la existencia pugna por encontrar su sentido en el humo de los días.
  La tradición literaria ha convertido algunos elementos cotidianos en símbolos en los que el asombro y la belleza se abrazan y propician la celebración. Así sucede con la imagen visual de la luna, elemento central del haiku, y sustrato inspirador de las composiciones de “Calendario lunar”, segundo apartado del libro de José Pulido. Estático y lejano, el astro aparece como una inalcanzable tierra de promisión que solo deja percibir su belleza en la contemplación y crear en quien mira los estados de ánimo que definen la nostalgia, el ensimismamiento o la oscura puerta de los sueños.
  El amor como núcleo afectivo enfoca la mirada de los últimos poemas. desde el recuerdo, la voz confidencial recrea la intimidad del pretérito, una nube sentimental que asciende como savia desde la raíz hasta la piel para marcar las sensaciones que propiciaron el lenguaje de la luz, esas amanecidas en las que también se van añadiendo los ciclos estacionales que compartimos con los demás y que conforman los rituales colectivos de la vida social: las fiestas, los carnavales, el nacimiento de la primavera, la noche de san Juan… Contingencias que acercan al yo ensimismado al latido común de la existencia.
  Es inevitable al clausurar el libro de José Pulido no recordar los análisis de María Zambrano entre filosofía y pensamiento poético que Andrés Amorós definió en un logrado ensayo como “La metáfora del corazón en la razón poética de María Zambrano”. La poesía de José Pulido enlaza con la reflexión para abordar las pulsaciones del tiempo, para recuperar los pasos que la memoria dicta en ese continuo diálogo entre finitud y permanencia. 








2 comentarios:

  1. Excelente lectura, José Luis, de un excelente libro. Ya nos queda menos. Un abrazo y mis mejores deseos para ti y los tuyos para este 2018 que ya tenemos en puertas.

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  2. Nos queda poquito, Antonio, te debo un libro y unas cervezas, así que lo tengo anotado con la tinta del afecto para que no se me olvide, yo que soy despistado y que ando como Marco Polo de aquí para allá. Mientras recibe un fuerte abrazo y mis deseos de un gran año literario y personal.

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