martes, 31 de enero de 2017

AFORISMOS SIN HÉROES

Ventisca
Fotografía de
José Manuel Vilaboa Bernárdez

AFORISMOS SIN HÉROES 

A menudo la vida carece de sentido, es abstracta y compleja. La literatura no.

Considera cada libro como un ejercicio de aprendizaje.

Todo escritor soporta el previsible anclaje de la lectura.

La realidad tiene signos secretos.

Bajo la gota fría, el trazado del sendero se diluyó. Ventisca. Rumbo incierto.

Me gustan las noches de doble fondo, en las que caben vigilia y sueño.

Esa manía de la memoria de revisar apuntes atrasados.

Siempre que concluyo un libro, firmo con la escritura discreta del aprendizaje.

La verdad no es un área reservada para soledades ariscas.

Cuando avanzo hacia ti te desvaneces.

Consumo la relación incierta del autista y su temporada en el invierno.

Un porte sólido. De fantasma.

Cuando tenía veinte años, Jaime Gil de Biedma no era un poeta cualquiera. Era el poeta.

La biblioteca, ese amplio gremio de deudas contraídas.

Conspiración entre sustantivos comunes, verbos fríos y adjetivos ecuánimes.

Nombres propios que ya no recuerdo; el final de una biografía deja sitio para mucho olvido.



                                                                   (Del libro Mejores días, Mérida, 2009)


lunes, 30 de enero de 2017

PAISAJE MATINAL

Dehesa del Boyar
(Montejo de la Sierra, Madrid, 2015)

DEFENSA DE UN PAISAJE

Las formas y las luces de los atardeceres,
el silencio y las calles que velan lo escondido,
las esquinas proclives al paso solitario,
el sueño que esgrimimos como razón de ser
­­(Los sueños que moldean cambiantes espejismos),
la humedad de las manos, la decepción anónima,
la rosa que lacera
y la gota de sangre,
la inercia de mirar el vuelo de los pájaros,
aquello que perdura cuando cierro los ojos,
los hechos trasmutados en memoria,
las manos que no piden nada a cambio.
la casa, el pan y el verso que me busca.

                                     El pacto de vivir.
El tiempo que repuebla la ceniza.

                                                   (Inédito)


sábado, 28 de enero de 2017

Con PILAR GÓMEZ BEDATE

Pilar Gómez Bedate
(Madrid, 27 de enero de 2017)

Con PILAR GÓMEZ BEDATE

   Aún recuerdo cuando conocí a Pilar Gómez Bedate, Doctora en Filosofía y Letras, traductora, crítica de Arte y pareja sentimental del poeta Ángel Crespo. Fue en 1990, en una mesa redonda sobre la generación del medio siglo organizada por Círculo de Lectores en Madrid. Tras el regreso definitivo de Ángel Crespo a España, se multiplicó la presencia del escritor, traductor de Dante, Pessoa y Petrarca, crítico y editor de revistas literarias en el clima intelectual de la década. Sí, fue en 1990, yo dirigía la revista Luna Llena y buscaba entrevistas y colaboraciones. Al final del acto hubo un cordial intercambio de saludos y direcciones con Fanny Rubio, César Antonio Molina y otros escritores. 
   Después he seguido con interés el trabajo incansable de Pilar como ponente en congresos y jornadas, y editora de libros imprescindibles entre los que sobresale la edición del corpus poético completo de Ángel Crespo en colaboración con Antonio Piedra, magnífica edición en tres tomos impulsada por la Fundación Jorge Guillén, o los aportes bibliográficos sobre el aforismo, los poemas en prosa, y las colaboraciones en revistas como Ínsula, Turia y Campo de Agramante.
   Hoy me abre su casa y me pone a resguardo de la lluvia y del frío del invierno en Madrid. La profesora me dedica con generosidad su tiempo matinal. Hablamos de su experiencia docente, como Catedrática de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y de su Cátedra de Literatura Española en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, o en la Pompeu Fabra de Barcelona,   de los enlaces creadores de Ángel Crespo con los autores vanguardistas de posguerra, o de la reivindicación de pertenencia al medio siglo de autores desvinculados de la Escuela de Barcelona,  con un sólido bagaje creador como Carlos Edmundo de Ory, Juan Eduardo Cirlot, Antonio Gamoneda o Carlos de la Rica, el poeta editor que tanto gusta a Pilar Goméz Bedate. También, de la eclosión del aforismo como género renacido, y del papel de autores jóvenes como Jordi Doce o José Luis Gómez Toré para dar luz y actualidad al legado de Ángel Crespo.
  En la despedida, Pilar Gómez Bedate me regala libros y revistas. Yo recupero el paraguas y retorno a Rivas con la convicción de que el encuentro tiene voluntad de perdurar, como tienen las cosas que buscan suelo firme en la memoria, para permanecer en primer plano, entre los afectos vivos que sostienen nuestra identidad.


viernes, 27 de enero de 2017

ANTONIO JIMÉNEZ MILLÁN. CIUDADES

Ciudades  (Antología 1980-2015)
Antonio Jiménez Millán
prólogo de
Luis García Montero
Renacimiento, Sevilla, 2016 

RINCONES Y CIUDADES


   En las palabras previas de Luis García Montero se percibe la visión certera de quien ha compartido amplios tramos del recorrido existencial y los parámetros del ideario estético. De este modo, el prólogo adquiere el aire de veracidad de quien se ubica  en la memoria, en ese punto de equilibrio que entrelazan amistad y poesía, sensibilidad literaria y sabiduría crítica. Es la mejor estrategia para adentrarse en la intensidad lírica de Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954), catedrático de Lenguas Románicas en la Universidad, que deja en Ciudades un selecto muestrario de su andadura lírica.
   La vocación poética arranca a mediados de los años setenta y, aunque sea en clave de narración anecdótica, creo necesario recordar dos demarcaciones que escenifican la perspectiva. Es el tiempo histórico de las postrimerías del franquismo. El dictador agoniza y la sociedad se debatía entre el asentimiento continuista y la actitud crítica y contestaría para salir del túnel de la dictadura. Era también el vuelo libre del esteticismo novísimo y la superficialidad evasiva. En ese contexto se despliega el primer ciclo, formado por tres títulos: Predestinados para sabios (1976), Último recurso (1977) y Poemas del desempleo, que se publicó en 1985 pero que contiene poemas escritos en los momentos iniciales de la Transición. La escritura absorbe la luz de la calle, ese claroscuro entre el desasosiego y la esperanza de otra amanecida. Lejos del creador ensimismado, Antonio Jiménez Millán se integra en “Colectivo 77”, núcleo contestatario que da pie a la antología La poesía más transparente, donde se expresa con verbo plural el rechazo hacia la mansedumbre domesticada de la cultura oficial.
   Esta etapa con inquietudes estéticas afines al realismo social y al compromiso político encuentra lugar en La mirada infiel, una antología que abarca desde 1975 a 1985; la selección se reedita en el cierre de siglo ampliada con nuevas entregas y con algunos inéditos. En cambio, Ciudades elige como paso inicial Restos de niebla donde la inquietud por lo colectivo es sustituida por el intimismo confesional y por la percepción del paisaje urbano como espacio anímico.
   Ventanas sobre el bosque, editado en Visor en 1987, tras conseguir el IV Premio Rey Juan Carlos de Poesía,  es uno de los títulos cimeros del escritor. El él cristaliza la voz de la conciencia y su lucha tenaz contra el olvido. En los poemas retornan los gastados fragmentos que se quedan a solas en el espejo fiel de la memoria. Como si fuese un escueto inventario que se evoca con lucidez extraña, las imágenes perduran y confirman las mutaciones del sujeto, ese perfil distinto que comparten soledad y costumbre.
  Con un título que recuerda el relato de Cortázar, Casa invadida comienza la andadura de los años noventa, ese tiempo de plena exaltación de la etiqueta “poesía de la experiencia”. A esa sensibilidad figurativa se adscribe la voz verbal que llega con trazo firme y comunicativo. Los argumentos difunden mínimos relatos por los que se mueven personajes deambulando en una cronología enigmática, como esas presencias calladas que pueblan los lienzos neorrealistas de Hooper. Todo parece aguantar el cansancio de una tregua a punto de romperse. En este libro se integran algunos poemas en prosa, una forma muy poco utilizada por el autor.
   Casa invadida difunde una poesía evocativa en la que los versos se hacen vigilantes testigos del discurrir; su entorno deja la puerta franca a la luz desorientada, a esa claridad de sueño y frío que se posa sobre las cosas. En ellas se refleja el acontecer cansado de lo temporal antes de disolverse en la grisura. Alguna evocación adquiere el signo de lo personal, como si la conciencia del protagonista textual buscase recuperar significativas vivencias marcadas en los muros del recuerdo. Así sucede con el poema “EL Otro laberinto (J.L.B.)” donde se recrea una visita de admiración a la casa de Jorge Luis Borges, compartida con Luis García Montero, en la que se hace un retrato repleto de humanidad del maestro argentino; lejos del púlpito de lo solemne, quien escucha sus palabras no es un mito viviente; es un hombre común de mirada vacía que va dejando en sus palabras ironía y el discreto cansancio de quien recorre el mapa irregular de la existencia.
  De este poemario es bueno recalcar la preocupación formal sostenida para introducir en sus poemas variantes estróficas como el soneto, en “Cantor de jazz”, el poema en prosa, en la serie dedicada a pintones contemporáneos,  o el uso de la rima en “Les beaux quartiers”.
   Agrupa Inventario del desorden  una etapa finisecular de casi una década. Esa percepción de un cierre de siglo y de sus mutaciones que exige replanteamientos existenciales es la característica más relevante del conjunto; es tiempo de hacer inventario, de hacer recuento de pérdidas. El libro se abre con una composición excelente, “Dominio de la herrumbre” un largo poema que a través del monólogo dramático rastrea la educación sentimental y la figura paterna a través de esos gestos que funcionan como balizas para el recuerdo: fotografías de la posguerra, los recuerdos comunes de libros que abrieron la geografía del sueño como “El maravilloso viaje de Nils Holgersson, (1906), la fantasía narrativa de Selma Lagerlöf. El poema en su avance recuerda a magisterios como Jaime Gil de Biedma y su forma de afrontar el trasvase generacional y las mutaciones ideológicas.
  Otro poema relevante, “Calma aparente” se editó en su día como cuaderno autónomo con fotografías en blanco y negro de Ignacio del Río. En él se da voz al presente como un tiempo de dudas en que el pasado siempre instala una habitación con vistas.
   En este inventario que siempre busca su peculiar equilibrio entre olvido y memoria la muerte se define como un concepto central. Está en el poema “El día de la muerte de Allen Ginsberg”, cuyo rostro escenifica los trazos generacionales de un tiempo contradictorio en el que fue una de las figuras más notables de la generación beat y la contracultura. Aquel último superviviente en cuyos versos cabía todo el cóctel de la protesta falleció de cáncer el 5 de abril de 1997.  Otro homenaje de gran calado emotivo por su pertenencia al grupo granadino de la Otra sentimentalidad es “Cabo de Gata”, escrito en memoria de Javier Egea, un poeta que hizo de la soledad una compañía de viaje solo borrada por el pueblo en armas del poema. Como el azar y el miedo, la muerte es símbolo tenaz de lo desconocido.
   El último libro recogido en la muestra es Clandestinidad (2004-2010). Retorna la meditación sobre el pasado como raíz fundacional del poema. La voz dicta una crónica cejijunta del franquismo crepuscular. Vuelve a oírse el rumor furtivo de las octavillas y la tinta fresca de las vietnamitas, junto a los estantes de libros que cobijan el despertar a la conciencia de las obras de H. Hesse o los impulsos del deseo a descubierto de Henry Miller. Años donde la memoria esperaba tras la noche cerrada la amanecida de la libertad, como sucede ahora con los refugiados y los africanos que llegan en pateras buscando en Europa un puerto franco.
   Ciudades se cierra con algunos inéditos por lo que el trabajo intelectual de Antonio Jiménez Millán ofrece una panorámica completa, las estampas de vida de un sujeto implicado en descifrar los signos de lo real desde la experiencia y la mirada inteligente, desde  el paso meditado de la memoria.

       

             

jueves, 26 de enero de 2017

EFECTOS SECUNDARIOS DE LO REAL.

El mar de lo real

EFECTOS SECUNDARIOS

Para los que no ven las cosas claras


   Tenía la realidad tan metida entre ceja y ceja que hubo que extirpársela mediante una compleja operación quirúgica. Todavía se mantienen los efectos secundarios.

(De Cuentos diminutos)





miércoles, 25 de enero de 2017

CON BLAS DE OTERO EN RIVAS-VACIAMADRID

Homenaje a Blas de Otero
(Rivas-Vaciamadrid, 25 de enero, 2017)

 PALABRAS PARA UN CENTENARIO

   "Agradezco la invitación para participar en este coro de homenaje a Blas de Otero, con motivo de su centenario, un centenario dilatado en el tiempo ya que el poeta nació en Bilbao el 15 de marzo de 1916. Añado mi gratitud de forma especial a Francisco Castañón impulsor de esta actividad cultural en la geografía municipal de Rivas-Vaciamadrid, un gesto necesario porque el pasado es el sedimento firme sobre el que camina el ahora.
   Son muchos los escritores invitados; corresponde recordar a Baltasar Gracián y a su aserto más conocido: "lo bueno si breve dos veces bueno"; por tanto, haré caso al jesuita aragonés, cuya estela siguen con tanto aliento los aforistas contemporáneos.
   Hoy mis palabras no buscan la erudición. Reflexionan sobre el ejemplo ético de Blas de Otero y su compromiso para acudir a la llamada de la historia con gesto serio y circunspecto y con una ideología comunista confrontada con el ideario franquista que había diluido la ilusión republicana en una atroz guerra civil que el poeta vive con poco más de veinte años.
  Nacido en una familia acomodada de Bilbao, estudia con los jesuitas, y las circunstancias económicas familiares aconsejan el traslado a Madrid. Poco después fallece su hermano, primero, y después su padre, lo que crea en el joven una profunda inestabilidad psíquica. Cursó una formación universitaria en derecho y Letras.
   Será en los primeros años de la umbría posguerra cuando amanece el cuaderno Cántico espiritual, una composición formalista inspirada en San Juan de La Cruz que tiene mucho de tanteo y de asunción de lecturas clásicas. Es un tiempo de formación y de crisis con internamientos psiquiátricos. Pero la primera voz del poeta no arranca hasta 1950, cuando se publican Ángel fieramente humano y un año después Redoble de conciencia. Son libros que perfilan una sesibilidad que mana del existencialismo religioso de Miguel de Unamuno, del intimismo humanista de Antonio Machado y del dolor colectivo que trasmite Hijos de la ira de Dámaso Alonso, el mundo no es un lugar prístino y auroral sino una babel desquiciada, como vislumbraron magisterios cercanos como César Vallejo y Miguel Hernández.    
   Es la primera etapa de un periplo creador que se ha dado en llamar poesía desarraigada – en el que vislumbramos otros compañeros de viaje como Gabriel Celaya o José Hierro- para contraponer su verso al conformismo anquilosado del garcilasismo, a ese plano de alzada de la asepsia que busca el trino especular de un mundo sin mácula.
    Los sonetos de Blas de Otero, luego reunidos en Ancia quebrantan el ajuste formal para convertirse en portavoces de un sentimiento agónico. Son el grito de soledad de quien se encuentra solo y no sabe cuál es el itinerario en el que marcar los nuevos pasos.
  Tras una breve estancia en Barcelona, viaja a París, donde se acerca al activismo de escritores exiliados tras la guerra civil y al PCE clandestino que fortalecerá su compromiso ideológico. El poeta poco a poco, pese a un carácter solitario poco proclive al gregarismo, se relaciona con la nueva promoción de autores que dará voz a la generación del 50, tras el homenaje a Antonio Machado en Colliure. Todos comparten ideario social; la poesía no es un techo escapista para protegerse de lo real sino una apelación insistente a caminar con la inmensa mayoría, un lema confrontado al pensamiento de Juan Ramón Jiménez y su elitismo poético de la inmensa minoría.
   Sus ediciones chocan con la censura y salen en Francia, Argentina o Cuba, donde comparte convivencia con su primera mujer. Pero el soporte afectivo de su vida fue Sabina de la Cruz a quien conoce en 1971 y con la que compartirá itinerario vital hasta su muerte en 1979. Sabina de la Cruz es columna vertebral en la intrahistoria afectiva de Blas de Otero y una incansable portavoz de su palabra en el tiempo.
   En el recuento de la labor poética se suceden títulos acogidos a los parámetros del socialrealismo: en 1955 amanece Pido la paz y la palabra, que dará pie a un demorado epistolario que aporta las claves compositivas de un libro esencial y que se pueden conocer gracias al trabajo investigador del profesor Julio Neira. Cuatro años después  se edita en París por sus dificultades con la censura En castellano; también en París se imprime la recopilación Esto no es un libro y en 1964 el poemario Que trata de España.
  Más allá del significado político de Blas de Otero como permanente trinchera frente al franquismo, y mucho más extenso que el perímetro cerrado de la poesía social, el vínculo de su corpus poético es perdurable. Su magisterio traspasa los aportes de la promoción del cincuenta y llega hasta el ahora en una larga senda compuesta por teselas conocidas: la otra sentimentalidad, la poesía de la experiencia, el realismo figurativo…
  Seguimos en deuda con su poesía. Cuando entramos en los laberintos creados en las brechas del tiempo y pensamos que no hay salida hay que cerrar los ojos y abrir sus libros para tomar un poco de aliento. Todavía nos quedan la paz y la palabra". 


martes, 24 de enero de 2017

GABRIELA ROSAS: LA PIEL DEL TIEMPO

Gabriela Rosas

GABRIELA ROSAS: LA PIEL DEL TIEMPO


   La poesía solo aspira a establecer un diálogo entre voces que se contemplan en las variaciones tipográficas del libro. Desde hace un tiempo yo suelo conversar con las palabras de Gabriela Rosas, poeta y narradora venezolana que llegó a mi casa desde el rumoroso vacío de internet y que ya forma parte de mi biblioteca personal de afectos. Cada identidad ejercita la atención y se manifiesta a través de unos cuantos datos biográficos que acotan el paréntesis existencial. Gabriela Rosas se formó en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador donde concluyó estudios de educación integral. Desde muy joven busca lugar en la escritura; su quehacer literario consigue un temprano reconocimiento al ganar en 1995 el Primer Premio Nacional de Poesía para Jóvenes Liceístas, otorgado por la Casa de la Poesía Juan Antonio Pérez Bonalde.
   Era un oportuno refrendo que impulsaba el discurrir lírico formado hasta la fecha por La mudanza (Eclepsidra, 1999),  Agosto interminable (Eclepsidra, 2008), Blandos (Taller Editorial El Pez Soluble, 2013) y Quebrantos (Ediciones del Movimiento, 2015). Son libros que se suceden sin cambios bruscos en el ideario estético. Para Gabriela Rosas “La poesía es mi lugar sin lobos. Es mi plegaria. La sintaxis de la poesía me exige la memoria de lo preciso, de lo cierto. Le hace justicia a mis lecturas y a todo lo que siento, también escribo prosa, cuentos y llevo un diario. Es difícil de explicar, la poesía me tomó por asalto un día, me mostró un paisaje del que me es imposible volver. No fui por ella, insisto en ella, sí, en su misterio y embrujo, como el amante en el cuerpo amado”.
  Su carta de presentación, La mudanza es un poemario cuya textura verbal acoge una palabra libre y viva, que busca en la evocación un registro activo de lo transitorio a través de poemas breves, con sintaxis comunicativa en la que resalta la tonalidad emotiva. Esta ruta expresiva perdura en su segundo paso Agosto interminable, que incorpora nuevos registros temáticos como lo metaliterario y un entorno más descriptivo; pero la veta central de la voz poética de Gabriela Rosas es el amor y su onda expansiva, un halo consistente que celebra el cuerpo y pone tacto al deseo; que es capaz de transformar el carácter sombrío y adusto de  lo cotidiano y dar a la palabra ese clima que adormece al invierno. Blandos enaltece el afán meditativo; los poemas contemplan el deambular de un protagonista verbal que hace de la introspección un largo viaje interior y una constante exigencia de sinceridad.
  El quehacer versal de Gabriela Rosas se reanuda en Quebrantos. En el libro las composiciones despliegan una realidad existencial donde los sentimientos se empeñan en persistir incluso en el desamor y en el derrumbe y adquieren una realidad corporal. Al cabo, en el amor nunca hay quietud porque la poesía aspira a recorrer con azarosa brújula un territorio de pieles y cuerpos. El poema hace de la boca que besa un entorno habitable donde cabe el tiempo remansado, una amanecida en la que suena la lluvia del deseo con la reiteración del viaje circular.
   Más allá de la línea de campo que traza la poesía, en la que siempre afloran como tempranos brotes vitales la sensualidad y el erotismo, Gabriela Rosas, la poeta que tiene “ojos de avellana, larga cabellera y voz dulce”  ha realizado talleres de poesía y narrativa con Santos López, Carmen Verde  y Fedosy Santaella, entre otros. Poemas suyos figuran en las antologías Las voces de la hidra (Miguel Marcotrigiano, Mucuglifo, Mérida, 2002) y El coro de las voces solitarias (Rafael Arráiz Lucca, Eclepsidra, 2003), y en reconocidos medios de Venezuela y otros países, y han sido traducidos al catalán y al italiano. Participó en varias ediciones de la Semana Internacional de la Poesía de Venezuela, en el III Salón Pirelli de Jóvenes Artistas y en la Feria Internacional del Libro de Lima (2011). Son espacios que certifican la contextura poética de Gabriela Rosas y su propuesta de una voz amiga que busca la sedentaria madurez del pensamiento.
  Sus versos hacen brotar un empeño diario contra el encierro del yo para saberse humano, para hacer del lenguaje una semilla que en el surco del tiempo fertiliza. 


lunes, 23 de enero de 2017

JAVIER BOZALONGO. TODOS ESTABAN VIVOS

Todos estaban vivos
Javier Bozalongo
Esdrújula Ediciones
Granada, 2016

TRENES DE VUELTA

   En 2013 Ángeles Encinar editaba en Letras Hispánicas el volumen Cuento español actual (1992-2012). Era una aproximación canónica y necesaria. Exploraba con sentido crítico las condiciones sociohistóricas y la heterogeneidad de formas y contenidos del cuento actual donde conviven autores que han convertido la ficción breve en ámbito primordial. A ese despliegue que vive el relato en el primer tramo del nuevo siglo se incorpora Javier Bozalongo (Tarragona, 1961) con el libro Todos estaban vivos.
   Hasta el momento el director de Valparaíso Ediciones había hecho de la poesía un trayecto circular con las entregas Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (2005), Viaje improbable (2008) y La casa a oscuras (2009), un espacio lírico representado en antologías como Nunca el silencio, Has vuelto a ver luciérnagas y Las raíces, las tres amanecidas en Latinoamérica.
   La estética narrativa que Javier Bozalongo aplica a sus relatos y microrrelatos es comentada en el mínimo umbral por Santiago Espinosa, de quien recuerdo el balance de cierre: “Todos estaban vivos es un libro de humor en el más alto de los sentidos. Se trata de entender que estamos hechos de paradojas y de regiones inestables, que en la más gris de las rutinas puede habitar la chispa de lo maravilloso”. Es un cálido aviso para navegantes que no sorprenderá a los lectores del poeta; Javier Bozalongo deriva su escritura de algunos magisterios del 50 como Ángel González, José Agustín Goytisolo y Jaime Gil de Biedma, tres maestros en el uso cordial de la ironía como recurso expresivo frente a la incertidumbre de la realidad y como actitud  frente al patetismo de cualquier fracaso.
   En la organización del conjunto hay un componente ascético; solo dos apartados agrupan los veinticuatro relatos: Uno y Los Demás; como si el escritor estableciese dos miradores, de los cuales- al menos de entrada- el primero sería más autobiográfico y el segundo más enclavado en la corriente continua de lo social. Pero el buen escritor de cuentos sabe que la autobiografía no consiste en levantar acta notarial de las propias vivencias sino en inventarse una identidad verosímil que funcione como una máscara ante el espejo del yo.
   En los relatos de “Uno” la convivencia sentimental se convierte en veta argumental constante. Esa convivencia no es el reiterativo arrastre de cantos rodados por el fluir de los sentimientos, como aquellos fotogramas de Pretty Woman que aspiran al final feliz. En la senda compartida no hay más huellas que las migajas, los efectos personales de la desolación, el sentimiento de pérdida que emana de la ausencia. Entre los textos del apartado inicial sobresale “El tiempo de un reloj”, un cuento en el que la sombra del padre se ubica en la memoria para cronometrar el acontecer del hijo, ese tictac del reloj heredado que consume las expectativas sin puerto. Constato mi predilección en este apartado por el relato “Plasma” una mirada a ese fondo de fotografía que se adapta, en el discurrir, a los vaivenes de una realidad que tiene  dimensión paródica.
   Con similar extensión, “Y los demás” clarifica los elementos necesarios del paisaje exterior, donde la excentricidad y el absurdo se reflejan con nítidos contornos. La muerte es uno de los elementos fundacionales de la existencia; ella corrobora el existir transitorio y atestigua con ironía nuestra debilidad, acaso recordando que, en algún momento, todos estaban vivos. Las biografías ajenas deambulan cerca, aunque nunca lleguemos a traspasar la epidermis de las apariencias y en cada personaje se preserve una cara de sombra, el rumor seco de lo inesperado.
   El relato requiere una arquitectura de alzada. Una expresión concisa que se aviene mal con lo divagatorio y que debe percibir el desarrollo de lo potencial. En los cuentos de Javier Bozalongo se condensan transeúntes que ocupan las aceras de la pérdida, ese callejero azaroso que traza lo diario. Y su escritura deja una caligrafía sin juicios de valor, con el trazo natural de quien sabe que toda cerilla se consume pronto, que llega el alba con mirada turbia.

   







domingo, 22 de enero de 2017

OBJETOS DOMÉSTICOS

Pretérito y presente


OBJETOS

Están hechos de reiteración y cercanía,
de un esplendor sencillo, de una nimia ternura.
Nos son imprescindibles al paso de los años.
Permanecen morosos, perennes, vegetales.
Diseñan una decoración reparadora
que en cada sitio ofrenda serviciales regazos.
No discuten razones, fracasos, esperanzas.
Compartimos con ellos esas gotas de júbilo
que dan a lo vivido momentos memorables.
Dialogan con palabras de sonidos armónicos,
suenan a persuasivas, a dulces cantinelas.
Sus materiales unen pretérito y presente;
saltan hacia adelante, más allá de los riesgos,
como fuertes cornisas que soportan los brazos.
Si alguna vez nos faltan, sentimos la impostura
de ese desconocido que vive por nosotros.

    (De La noche en blanco, DVD, Barcelona, 2006)

viernes, 20 de enero de 2017

MARÍA ROSA SERDIO. CAUDAL DE AZAR

Caudal de Azar
María Rosa Serdio
Bajamar Editores
Asturias, 2016

HAIKUS

   Una de las cualidades del devenir literario es su propensión a convertirse en una empresa de mudanzas. De este modo, cada paréntesis temporal deja en las estanterías un puñado de claves estéticas y el fortalecimiento de algunos géneros literarios o de esquemas formales que se convierten en referentes. El fin de siglo ha supuesto una verdadera eclosión de formas breves. La implantación de internet y su lenguaje digital ha fomentado de modo singular la literatura fragmentaria, ese lenguaje basado en la síntesis, que tiene su mejor expresión literaria en el aforismo – una estrategia comunicativa que implanta lo esencial- y en el haiku, una gota de poesía que deja entre las manos el no sé qué que queda balbuciendo del poema.
   No hace mucho, la antología Un viejo estanque (La Veleta, 2013), coordinada por Susana Benet y Frutos Soriano, presentaba una amplia muestra del haiku contemporáneo en español, pero el paisaje creador sigue creciendo y la nómina se amplia con otros nombres entre los que se encuentra María Rosa Serdio (Langreo, Principado de  Asturias, 1953). La escritora  había labrado hasta ahora su esfuerzo creativo en la dinamización lectora para niños. No en vano, ha dedicado un largo trayecto laboral a la docencia como maestra de Educación Primaria, como investigadora del folklore asturiano y como autora de libros de poesía ilustrados, actividades que han dejado sitio a la práctica del haiku desde hace veinte años.
   Caudal de Azar acoge en sus páginas su inquietud por el esquema versal japonés y tiene como umbral una introducción del poeta y profesor Hilario Barrero. Las líneas prologales sortean la indagación crítica para dejar un haiku en prosa dilatado por el afecto; se posicionan  con la mirada reflexiva del lector que busca entre las páginas la felicidad del acierto.
   Es sabido que el haiku nunca abandona en el taller de autor algunas polémicas perennes; acaso la más reiterada es si el modelo versal cinco/ siete/ cinco es condición esencial; o por el contrario si lo que establece la validez del haiku es la literalidad de su semántica al convertirse en una poesía de estaciones. De esta manera, hay que acercarse a la estrofa con criterio amplio y percibir los matices singulares de cada autor, su forma de entender el haiku como vehículo de una sensación emotiva que busca la permanencia. María Rosa Serdio tiene haikus que aglutinan con perfecta sencillez ambas actitudes: “Labor del día: / Prender cada minuto / con alfileres”. un haiku que respeta la ecuación versal y además convierte al estar transitorio y a la fugacidad en venero de escritura. Otro vislumbre lleno de calidad que recuerda a Basho y a ese empeño de contraponer el estar de la naturaleza y su expansiva quietud el elemento mínimo que acapara los sentidos: “Llueve la tarde / y del campo sereno / surge la garza “. Otro ejemplo: “ Solo el instante / es medida del tiempo / de la libélula”
  El buen libro de haikus -y Cauce de Azar lo es, de los que caminan con pie firme- carece de hilo argumental; o mejor: deja que la devanadera del tiempo vaya destejiendo su madeja de asombros para convertir el encuentro con la mirada del otro es un estremecer de puro agrado; en una forma de embellecer los matices. En los haikus de Maria Rosa Serdio hallamos esos guijarros limpios que perturban la superficie del instante con círculos de sol. 


jueves, 19 de enero de 2017

UN CAMINO SIN FINAL

Extravíos

UN CAMINO SIN FINAL


   Uno de los hábitos más detestables que practico con alevosa continuidad es el extravío, ese camino sin final que asciende en zigzag. Cada jornada pierdo llaves, cartera, ilusiones, amigos… A veces hay suerte y en algún repecho recupero lo extraviado. Otras, solo aparece el malhumor erosivo que me produce esta práctica.
  La última pérdida fue un bolso negro. Era rectangular, de piel, recién comprado. En él dormía un cuadernillo blanco adquirido en Italia, dos de mis bolígrafos preferidos, el cargador del móvil y mi sentido práctico de los días laborales. No recuerdo cuándo lo perdí. Pagué el taxi, caminé junto a mi sombra hasta casa y abrí la puerta. En ese momento tenía las llaves. Menos mal. Tampoco sé cuándo fui consciente de la pérdida.
  He decidido desaparecer para que no se repitan más los extravíos. Por mis bolígrafos, que tantas dudas anotaron con fidelidad irreprochable; por mi cuaderno blanco que esperó con paciencia de monje zen versos aceptables; por el sentido práctico que exigía actitud atenta y emotiva frente a las contingencias.
   Ahora camino por la montaña de ninguna parte, en paradero desconocido. Ni siquiera el sueño sabe dónde estoy.






martes, 17 de enero de 2017

JOSÉ ÁNGEL VALENTE. MIRADA INTERIOR

José Ángel Valente (1929-2000)

DIARIO ANÓNIMO


   Tras la muerte de José Ángel Valente en el 2000, la obra del poeta orensano se enriquece con la aparición de un abundante material de apariencia autobiográfica, escrito de modo discontinuo a lo largo de cuatro décadas. Estos inéditos, custodiados por su compañera Coral Gutiérrez, conforman una síntesis de claves intelectuales; su diversidad integra relevantes signos del itinerario creador que amanece en 1955 con A modo de esperanza y finaliza con la entrega póstuma La experiencia abisal, una compilación de prosas críticas editada en 2004.
   En la meditada introducción de Diario anónimo Andrés Sánchez Robayna comenta aspectos formales y el contexto vivencial de las distintas etapas de escritura para concluir que el centro de reflexión de estos cuadernos es el problema de la identidad del sujeto. Esta indagación tiene en José Ángel Valente amplio tratamiento. Por tanto, el título de este diario no es una invitación al desconcierto: ¿Cómo se puede denominar diario anónimo si la autoría figura en el siguiente renglón de cubierta? Una anotación del propio Valente resulta clarificadora: “Diario anónimo: papeles inéditos de personajes que probablemente no existen, pero que de algún modo debieron haber existido”. Los escritos dibujan un sujeto textual diferenciado del protagonista biográfico, cuya experiencia se diluye y se inserta en un cauce expresivo universal.
   En su diversidad el cuaderno incorpora también anotaciones íntimas que ayudan a conocer con más profundidad de campo la visión particular sobre lo doméstico; pero las que prevalecen son los esquejes del taller de autor que en muchas ocasiones se configuran en su formato definitivo como poemas, ensayos breves, comentarios y consideraciones bibliográficas. Son indicios de un amplio campo de intereses en los que se reiteran, de forma intermitente, núcleos temáticos discontinuos en los que se formulan dos cuestiones significativas: el acontecer diario en cuanto sujeto de enseñanza moral y el sentido final de la escritura. Son dos horizontes que dan al diario un carácter reflexivo; más que el anecdotario los fragmentos acogen referencias bibliográficas, paráfrasis de citas y simples notas que formulan lecturas en ciernes. Por otra parte, la razón del texto constituye una obsesiva pregunta sin respuesta.
  Hay un consenso unánime en considerar a José Ángel Valente una de las voces más significativas de la lírica hispánica de la segunda mitad del siglo XX, se integre en la llamada Generación del 50 o se destaque su reivindicada condición de pájaro solitario. La publicación de este diario anónimo, que agotó su primera edición en unos meses, da la oportunidad de entender mejor a un intelectual controvertido cuya literatura ofrece siempre luz y abrigo.


lunes, 16 de enero de 2017

EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES

Llanada (Bulgaria, 2013)
Fotografía de
Adela Sánchez Santana


EL ARTE DE VIVIR LOS LUNES

                               
El arte de vivir los lunes
requiere cierta práctica y algo de teoría,
saber de estratagemas y confabulaciones
y adjetivar la prosa cotidiana
con una terca voluntad de estilo.
Incontables acechan
los peligros desde el primer café,
crecen cuando un olor
anuncia escuetamente la leche derramada,
se reproducen con duración de días laborables
y en guardia se mantienen,
tal seguros precintos,
entre los pasajeros del tren crepuscular
que nos devuelve a casa,
al reclamo del lecho hospitalario.
El arte de vivir los lunes
sobrevive y se esconde
en vacuas reflexiones como ésta:
nada es eterno, salvo un lunes.


                   (De Población activa, 1994)


domingo, 15 de enero de 2017

IZET SARAJLIC. POESÍA Y MEMORIA

Izet Sarajlic (Deboj, 1930, Sarajevo, 2002)

POESÍA Y MEMORIA

   En febrero de 2003, el poeta y editor lucentino Manuel Lara Cantizani incorporó a la exquisita colección de poesía Cuatro Estaciones el libro Una calle para mi nombre, de Izet Sarajlic (Deboj, 1930, Sarajevo, 2002), con prólogo de Juan Vicente Piqueras, también responsable de la traducción junto a Raffaella Marzano y Sinan Gudzevic. Fue mi primera conversación con la escritura más universal de Bosnia-Herzegovina, y me afectó profundamente. Aquel encuentro supuso una convulsión. E libro se reeditó casi al año siguiente, un asunto sorprendente en poesía, porque muchos lectores convirtieron en dolorosa memoria viva el aporte confesional de Una calle para mi nombre.
   De nuevo, en 2013, llega a las librerías el intimismo transparente de Izet Sarajlic, esta vez desde la editorial Valparaíso, con selección y liminar de Fernando Valverde. El joven poeta de Granada analiza al detalle la senda biográfica porque ha condicionado, con dolorosa pulsión, su sensibilidad estética. Sus primeros escritos afloran tras los derrumbes de la Segunda Guerra mundial cuando uno de sus hermanos fue fusilado por los camisas negras del fascio italiano. Aquella primera etapa de crónica y testimonio muda, poco después, y se remansa en una lírica amorosa, despojada, precisa y emotiva, que vuelve a convertirse en desolación cuando estalla el conflicto fraticida de los Balcanes. El estallido produce un cataclismo político en Europa Central y el desmembramiento de Yugoeslavia. Entonces Sarajevo, ciudad donde vivía el poeta desde 1945,  se convierte en una azarosa cita con la muerte. A esa circunstancia debe su nombre esta entrega, Sarajevo, como si aquel escenario sombrío fuera la última estación de la existencia. Cuando en 1992 se resquebraja la convivencia por las ideologías nacionalistas la avenida principal de la ciudad se convierte en predilecto enclave de francotiradores. A cada paso, hombres, mujeres y niños aguardan la fatal incertidumbre del disparo en un asedio que dura más de tres años y que tendrá dramáticas consecuencias.
  Ese es el sustrato que da pie a los poemas de Izet Sarajlic. Palabras cuya semántica certifica  el dolor y la barbarie. Poemas que se hacen crónica del horror y donde unas gotas de amor sirven como cálida excusa para guardar algunos hilos de esperanza. Quien ama no puede renunciar a seguir caminando, a forzar sendas nuevas de superviviente, a sentar en la silla de la esperanza un presente lleno de soledad vulnerable.
   Triste como una ventana al cementerio, la poesía de Izet Sarajlic es un testimonio a media voz, lleno de intensidad. Trasmite la incapacidad de comprender la mutación del entorno habitable en infierno. Cercano y táctil, cada poema denuncia la falta de firmeza de lo real cuando todo se difumina, ensuciado por interrogantes lacónicos. Izet Sarajlic nos hace mirar esa pantalla viva de la memoria, con el corazón encogido por la emoción y los ojos llenos de lágrimas.


sábado, 14 de enero de 2017

EN LA BIBLIOTECA DE MANUEL NEILA

Manuel Neila
Fotografía de
El Periódico de Extremadura


EN LA BIBLIOTECA DE MANUEL NEILA


   Habrá quien diga que regalar la biblioteca personal es un gesto solidario; una creencia situada a una distancia ártica de mis opiniones. Para mí la biblioteca privada conforma vísceras, nervios y huesos del escritor. Es la columna vertebral que permite el desplazamiento diario de la emoción y de la inteligencia, así que quedarse sin libros en casa es una extirpación de la identidad, un borrado de archivos, un descalabro de quirófano.
  En estos años de sociología filológica he conocido muchas bibliotecas personales; las paredes repletas de libros alineados cuadriculaban una habitación de estar  para cualquier diálogo a dos voces, ese lugar del poema que solo requería un té con limón complementario, una cervecita estival y algunas aceitunas deshuesadas para perder el sentido del tiempo. Ayer, en Morata de Tajuña, ese municipio tan cercano a casa que duerme tras las curvas de la cementera, me volvió a ocurrir: perdí el reloj de las prisas en la biblioteca de Manuel Neila.
  Mientras el poeta iba y venía con revistas, fotocopias de artículos y volúmenes de aforismos de clásicos y contemporáneos, yo dejaba mi destartalada miopía en el orden callado de los estantes; en ese silencio fui acumulando asombros hasta dibujar en mi retina la foto fija de la felicidad.
  Volví a Rivas con una bolsa repleta de libros; muchos regalados por el escritor, y otros en un servicio de préstamo exquisito que me permitirá algunos meses de estudio e intensa lectura. En el itinerario de regreso escuché música clásica con son crecido y vislumbré un invierno con sol sobre un valle verdecido de olivos. De cuando en cuando aparecían en las lomas estantes repletos de libros. Todos se abrían dispuestos al tacto lector de Manuel Neila.




viernes, 13 de enero de 2017

AFORISMOS CON PATIO INTERIOR

Patio interior
(Museo Reina Sofía, Madrid)
Fotografía de
Javier Cabañero

INVIERNO


Descubrimos el mismo paisaje, pero nuestra mirada es diferente.

Conozco el tardío desenlace de una fuga interior.

Saturado por el pluriempleo, la vida le parece una ocupación esporádica.

El otoño vital añora el estimulante caos de la juventud.

A veces la torpeza mantiene encuentros fortuitos con la inteligencia

  (De Mejores días, Mérida, 2009)



jueves, 12 de enero de 2017

miércoles, 11 de enero de 2017

UN PERSONAJE A PIE DE PÁGINA

A pie de página



PERSONAJE LITERARIO

Soy crédulo y paciente
aunque mis días recorren
una topografía de sucesos mágicos.
Otros criticarán mi mansedumbre.
Mi voluntad merece
un exiguo salario,
una pequeña nota a pie de página
en clave de novela policial.
Tengo fe en quien me escribe:
en los renglones últimos
resolverá el misterio,
ahuyentará las nieblas y el cansancio,
y hará las oportunas correcciones
para que prevalezca la propia identidad.
Es el orden común de la supervivencia.
Salvo magulladuras, sigo intacto.

    (Un país lejano, DVD, Barcelona, 1998)



martes, 10 de enero de 2017

JESÚS JIMÉNEZ DOMINGUEZ. CONTRA LAS COSAS REDONDAS

Contra las cosas redondas
Jesús Jiménez Domínguez
La Bella Varsovia, Córdoba, 2016


PREPOSICIONES


   La década que inauguró este tiempo digital ha emplazado en sitio visible a una generación de voces emergentes que llega al espacio poético sin quiebras ni estridencias, con el paso de un quehacer que busca con firmeza un lugar propio. A esa foto de grupo pertenece Jesús Jiménez Domínguez (Zaragoza, 1970), autor de los poemarios Fundido en negro, carta de presentación reconocida con el Premio Hermanos Argensola, y Frecuencias, que consiguió en 2011 el Premio Ciudad de Burgos. Ambas entregas consolidan una creación seleccionada en varias antologías nacionales y muestran el trazado natural de una senda que ahora completa Contra las cosas redondas.
   Jesús Jiménez Domínguez sorprende al lector con una sugerente organización preposicional. Los nexos “Ante”, “Cabe” “Bajo”… sirven como etiquetas de los apartados, precisan la íntima cartografía del sujeto verbal y sus desplegadas conexiones con el entorno. Se elige la voz directa del sujeto implicado al enumerar las propias credenciales: “Me gusta, cada mañana, abrir la ventana de par / en par como una postal hecha de papel de arroz./ Bajar al mundo y hallar que todo está en su sitio: / la invitación de los caminos, el verdor de los semáforos, / el escarabajo que hace rodar el sol por la montaña, / la fruta dentro de sus fundas nuevas, en todas partes la luz. “
   Los versos iniciales trasmiten un tono de celebración vital, expresado por medio de imágenes de claridad y amanecida; el despertar en una ventana de descubrimientos que renueva la voluntad vital y el afán de vivir. Casi sobrevuela la idea guilleniana de un universo pleno de arquitectura y simetrías, aunque Jesús Jiménez Domínguez despoja esa sensación de aspiraciones trascendentes. En cambio, sí se hace modelo para la voluntad de ser del poeta y para que el canto verbal se convierta en una disposición afectiva y testimonial sobre la realidad. Leemos en “Café solo”: “Dios hizo el mundo y lo hizo con premura, / pero los poetas, sin moverse de sus casas/ inflamados, coronados por lenguas de fuego, / gritando de soledad y frío en la madrugada / lo mantienen en funcionamiento “. Así se escribe una nueva poética que justifica la terquedad insomne de los versos entre la épica y la ironía.
   La meditación sobre el trayecto diario ofrece un balance de gestos olvidados; de ese ideario participa el poema “Rimbaud regresa a casa”. Quien retorna al pasado no es el protagonista de ninguna hazaña sino el portador de un colmado equipaje hecho de cansancio y desaliento. Al cabo, en la consumación de lo cotidiano nada sucede, salvo lo contingente. Todo parece inmerso en la quietud de una larga espera, como si fuese inminente un cambio, una mudanza, que está ahí, inadvertida, bajo el amparo del silencio.
   El campo visual despliega situaciones y formas, asimetrías y cosas redondas, y ellas son los elementos que acuden al poema, como si las palabras pretendiesen descubrir el orden natural que oculta su epidermis, como si la poesía fuese capaz de convertir en sedimento perdurable el vitalismo ensimismado del tiempo.   


lunes, 9 de enero de 2017

ENSAYO DE POÉTICA

Tal vez de nubes
Lake Worth, Florida, 2013
Fotografía de
Adela Sánchez Santana


POÉTICA

                            Épica cotidiana

Gestos sencillos.
Quien descubre la luz
y pliega nubes.





domingo, 8 de enero de 2017

ANTONIO MACHADO. SIEMPRE

... en el buen sentido de la palabra bueno 


ANTONIO MACHADO. SIEMPRE

Relectura


   El 24 de noviembre de 1936, ante el avance de los golpistas hacia Madrid, capital de la II República y objetivo prioritario de Franco, un grupo de intelectuales es evacuado hacia Valencia. Uno de los que salen es Antonio Machado, portavoz del agradecimiento colectivo ante el heroísmo de la Junta de Defensa. Republicano por tradición familiar, vivió con alborozo el bienio progresista y se involucró en escritos, homenajes y actividades de apoyo cultural. Atrapado en Burgos, su hermano Manuel poco a poco se convertirá en benevolente cantor de los militares rebeldes; esta incidencia afecta al poeta que, sin embargo, asume con entereza el rol del compromiso. Instalado primero en Valencia y más tarde en Rocafort con su familia, durante año y medio Antonio Machado desarrolla diferentes funciones: preside la Casa de la Cultura, firma manifiestos, da entrevistas que propagan su apoyo a la democracia de las urnas, forma parte de la Presidencia de Honor de la Conferencia Nacional de la Juventud, condena la actitud del fascismo internacional y colabora en iniciativas como la revista Hora de España. Sería en esta publicación donde se levante acta de una reunión de escritores que borra el individualismo y justifica acciones en pro de la cultura y la libertad de pensamiento. El II Congreso Internacional de escritores para la Defensa de la Cultura comienza en Valencia el domingo 4 de julio de 1937. Lo inaugura el Presidente del gobierno, Juan Negrín, y acude una nutrida representación internacional: André Malraux y Julián Benda, de Francia;  Ludwig Renn, de Alemania; Ilya Ehrenburg y Miljail Kolsov de la Unión Soviética; W. H. Auden, de Inglaterra; Malcom Cowley, de Estados Unidos; Pablo Neruda de Chile; Octavio Paz de México. Además Tristan Tzara y los representantes españoles, Antonio Machado y José Bergamín. Los debates denuncian el pasivo asentir de las democracias europeas, el intervencionismo fascista, y se reafirma un unánime apoyo a la república, convertida en causa popular.
  Del posicionamiento de Antonio Machado queda constancia en el cuaderno Madrid. Baluarte de nuestra guerra de independencia, formado por dieciséis páginas con textos y fotografías que son emotivo testimonio de la destrucciones causadas por los bombardeos aéreos, y en el libro La Guerra (1936-1937).  La posibilidad de la caída de Valencia aconseja un nuevo traslado del gobierno a Barcelona; también se muda la redacción de Hora de España y la familia Machado, alojada primero en el Hotel Majestic y más tarde en un viejo palacio requisado. Hasta enero de 1939 publica en La Vanguardia  artículos bajo el rótulo “Desde el mirador de la guerra”, en los que muestra solidaridad política y humana con el régimen republicano. De ahí el seguimiento exhaustivo de operaciones militares como la batalla del Ebro y el posterior repliegue que ocasiona la conquista de Cataluña y la retirada general hacia la frontera francesa, destino final de muchos españoles. Por todas partes un ambiente de tristeza y un reguero de refugiados deambulando hacia la frontera. Allí se encaminan desertores, población civil expulsada de sus aldeas destruidas y hombres de letras como Corpus Barga, Carles Riba, Joseph Pous o la familia Machado que forma parte de un grupo heterogéneo que retrocede por caminos intransitables.
   Son conocidos los pormenores de los últimos días hasta su instalación en Colliure. Allí muere el poeta, el 22 de febrero de 1939, en territorio francés, en los días postreros de la guerra, incapaz de resistir la soledad y el exilio, dejando en su chaqueta un verso inolvidable: “Estos días azules y este sol de la infancia”. Es la elegía de quien vuelve los ojos y ve que ya no existe lo que fuimos; de quien guarda en la memoria la ruina secular del pasado.

  



sábado, 7 de enero de 2017

TEORÍA DEL SUEÑO

Verdes  (Florida, 2013)
Fotografía de
Adela Sánchez Santana



TEORÍA DEL SUEÑO

                   
Todo sueño cumplido es prematuro.
Su tácita presencia pone en duda
que hasta ayer mismo fuera
objeto de un afán cuyo rescoldo
no se apagara nunca.
La posesión no acalla
esa voz inquietante
que aspirara a lograrlo
ni da paso a la tregua que permite el sosiego.
Intangible y fugaz
como el vuelo de un ángel,
el perfil de los sueños no conoce
la hondura hospitalaria del espejo
ni el peso de la luz.

   (Un país lejano, DVD Poesía, Barcelona, 1998)





jueves, 5 de enero de 2017

EL BIÓGRAFO DE BORGES

Jorge Luis Borges

EL BIÓGRAFO DE BORGES 


   Con monolítico afán, labró durante una década una biografía de Jorge Luis Borges. Se encerró en la buhardilla, ahuyentó compromisos, propició un divorcio, y consultó la incontinencia escrita sobre el autor: ensayos, cuentos, poemarios, reseñas, tesis, reescrituras y panegíricos circunstanciales. Tras la enésima corrección de pruebas, se editó la obra. En las librerías aquella novedad tuvo una presencia discreta y su autor nunca más hurgó entre las trabajosas páginas de aquel libro. Nadie percibió la única errata, una azarosa paradoja. En el paréntesis vital confundió fechas. Anticipó la muerte en Ginebra ochenta y siete años antes del nacimiento en Buenos Aires. Un lapsus ligero que hubiera entusiasmado al mismo Borges.


(De Cuentos diminutos)

miércoles, 4 de enero de 2017

AFORISMOS CON NIEBLA

Presente indefenido


PAISAJES METALITERARIOS


. Sin genealogías ni precursores, el escritor adánico se sueña explorador de una tierra baldía, de una ciudad con niebla.

. Los que hacen del personaje moral una identidad invisible, suelen emplear el cinismo como molde compositivo.

. La voz singular y canónica reclama ejercicios de apropiación temprana.

. Más que páginas dogmáticas y asuntos de púlpito, los textos aconsejan interpretaciones abiertas.

. Sonrío. Su vanguardismo piensa que la ortografía es un ejercicio de eruditos.

. El lenguaje lleva  su tono muscular a las facetas subversivas.

. Ilimitada confianza en sus solventes opiniones literarias. Tiene un entramado teórico que bascula entre el diario As y la revista Pronto.




martes, 3 de enero de 2017

TURIA, nº 120 ( REVISTA CULTURAL)

Turia, nº 120
(Revista Cultural)
Fundada y dirigida por
Raúl Carlos Maícas
Premio al Fomento de la Lectura
Instituto de Estudios Turolenses
Diputación de Teruel
LITERATURA ABIERTA

   Entre las publicaciones periódicas en papel que todavía perduran, la revista Turia que consiguió por su calidad reconocimiento institucional con el Premio al Fomento de la Lectura, es una de las más señeras. Dirigida desde su fundación por Raúl Carlos Maícas –y en una larga etapa coordinada también por Ana María Navales- la estructura de cada número mantiene un enfoque plural, en el que encuentran acomodo todos los aspectos reflexivos de la literatura.
   En este número el cartapacio central está dedicado al artista aragonés Ramón Acin (Huesca, 1888-1936). Pintor en sus comienzos de escenas oscenses y alegatos contra la guerra, fue construyendo una identidad estética a trasmano, pero con nítidas vinculaciones vanguardistas, y moldeó un pensamiento anarquista  que llevaría su compromiso al extremo de participar en la Revolución de Jaca de 1930. Durante el periodo republicano su escultura ocupó la primera línea de aceptación pública, aunque nunca abandonó la pintura. Su actividad política se incrementó al máximo. Fue fusilado en agosto de 1936, cuando contaba cuarenta y siete años de edad.
   El sumario emprende senda con dos ensayos breves sobre Jorge Luis Borges y Roberto Bolaño, a cargo de Patricio Pron y Jesús Ferrer Solá. Continua con el apartado de taller, con una parada en la nueva producción de Manuel Vilas, Carlos Castán, Clara Usón, Óscar Sipán y Chusa Garás, entre otros, y un plano poético desplegado, en el que se dan cita clásicos contemporáneos como Eloy Sánchez Rosillo, Luis Antonio de Villena, Jesús Aguado o Francisco Ferrer Lerin, con identidades poéticas del ahora en plena vigencia como Verónica Aranda, Aitor Francos o Raquel Lanseros, junto a perfiles que buscan su timbre singular como Estela Puyuelo o Dalila Eslava. Sitio especial mantiene en esta sección la poesía disidente de Javier Carnicer, con introito de Eduard Sanahuja; Carnicer, fallecido hace poco más de un año, era una entidad marginal cuya lírica emana del barroco y hace suyos signos como la angustia, el nihilismo y la trasgresión.
   Otros espacios de interés se destinan a la entrevista literaria y al fluir autobiográfico de Raúl Carlos Maícas que tiene en el apartado “la Isla” un puerto fijo para dar su particular versión de lo diario, y en el que son coordenadas referenciales la calidad estilística, el recorrido imaginativo y el compromiso estético.
   En el pensamiento, Valentín Puig aborda una cuestión central de la sociología contemporánea, los cauces migratorios y sus itinerarios aleatorios en un planisferio democrático que no encuentra soluciones definitivas a la crisis; de ahí el resurgir de los populismos o el incremento representativo de pensamientos totalitarios que asocian su malestar a la llegada masiva de trasterrados.
   Y completa el registro la mirada crítica que pasa revista a las novedades más singulares del año literario, a esos estantes que recogen las últimas salidas de Caudio Magrís, Elisabeth Bishop, Truman Capote o Manuel Longares…
   En una existencia tan dilatada en el tiempo, parece complejo no caer en el tedio conformista y no caminar por los márgenes de lo previsible. Turia pertenece a esas publicaciones que han generado su propia tradición y en las que cada salida garantiza un amplio conjunto de textos que invitan al lector a una heterodoxia festiva, a un centro nuclear donde proliferan creaciones que ratifican las posibilidades renovadas de la buena literatura.


  

lunes, 2 de enero de 2017

WILLIAM SHAKESPEARE. SONETOS

Sonetos
Willian Shakespeare
Traducción e introducción de
Pedro Pérez Prieto
Nivola, Edición bilingue, Madrid, 2008

                  DESEO Y PENSAMIENTO

   Nacido en Stratford-upon-Avon en 1564, William Shakespeare es por acuerdo unánime el escritor más importante de la literatura anglosajona. Así lo ha manifestado también en su famoso canon occidental Harold Bloom aduciendo que es un  creador de caracteres emblemáticos y supera a los demás en “agudeza literaria, energía lingüística y poder de invención”. Pero en su obra también ocupa un destacado espacio la poesía. Shakespeare escribió  dos poemas largos, Venus y AdonisLa violación de Lucrecia, y una notable colección de sonetos que ahora traduce Pedro Pérez Prieto en una edición bilingüe que permite cotejar la aceptable equivalencia entre los dos idiomas. El liminar se adentra en la cartografía biográfica y en el contexto epocal y analiza el peculiar lirismo de un autor siempre proclive a la propuesta lúdica y al doble sentido.
   El prologuista expone los principios de su versión. Un enfoque sencillo, claro y exigente que se atiene al respeto escrupuloso de elementos formales como la rima consonante, además comenta algunas estrategias concretas para seleccionar el sentido más literal.
   Recoge la muestra ciento cincuenta y cuatro sonetos que se publicaron por primera vez en 1609, aunque dos se habían anticipado en un florilegio colectivo, sin polemizar sobre autoría dudosa o sobre los inspiradores concretos de algunos textos; es sabido que la ingente bibliografía sobre el inglés  sigue sin clarificar abundantes cuestiones biográficas. Los secretos vitales propician de cuando en cuando un largo repertorio de especulaciones en los suplementos literarios. En esos años perdidos caben los efectos expansivos de cuestiones que forjaran el posterior destino literario; pero lo que verdaderamente cuenta es el talento que se despliega en sus creaciones líricas o dramáticas.
   Desde el principio se percibe la confluencia de tramas argumentales en torno a un motivo prioritario: el amor. Es un amor que monopoliza el pensamiento y no conoce calma ni sosiego, pero el destinatario se oculta y queda en una zona de sombra, como sucede también con la dedicatoria. En realidad se puede hablar de varios destinatarios; las composiciones iniciales exhortan a un joven al matrimonio para poder compartir y perpetuar su belleza; son los conocidos sonetos de la procreación. A partir del decimoséptimo, el tono dialogal varía y el propósito exhortativo se sustituye por formulaciones reflexivas sobre el sentimiento amoroso, con variantes tópicas como el mal de ausencia, la celebración del deseo o la imagen idealizada del otro. Desde el soneto 127  hasta el final se escribe para una identidad que goza de los favores del amado y se incorporan nuevos asuntos como la infidelidad o el control del deseo.
   El amor se manifiesta por sus cualidades, una de ellas es la belleza, que se celebra con un enfoque hiperbólico: es un ideal que inspira versos que la liberan de cualquier condición mudable. En el extremo del existir está el solitario, incapaz de tender puentes hacia el otro.
   La característica formal más relevante del soneto de Shakespeare es que, frente al esquema clásico –dos cuartetos y dos tercetos- prefiere el soneto elisabetiano compuesto por tres cuartetos y un pareado que culmina la disposición argumental.   
   Los sonetos de Shakespeare apuntalan aún más la pertinencia de su lugar en el catálogo más aristocrático, superan las convenciones del amor cortés tradicional y la retórica amorosa renacentista y anticipan la lírica meditativa posterior. Pocas veces, en su escueto reducto  y en su ambigua semántica, los versos no causan una conmoción emotiva, no imprimen las huellas de una escritura vigorosa y verdadera, inalterable a la erosión del tiempo.